El sábado en Bilbao BBK Live reservaba probablemente el concierto más importante de todo el festival, el de Arctic Monkeys, que hoy 10 de julio y mañana 11 actúan en Madrid. Eso sí, en recinto. También IDLES dieron uno de los conciertos destacados del día y Röyksopp no decepcionaron… pese a salir 40 minutos tarde. Bilbao BBK Live volverá a Kobetamendi los días 11, 12 y 13 de julio de 2024.
Con el cansancio acumulado de los últimos días llegamos al recinto de Kobetamendi pasadas las 19.00. Nos bifurcamos entre Perfume Genius y Judeline, que tocan exactamente a la misma hora (19.20). Mi opción es Mike Hadreas, que actúa en el San Miguel acompañado de su banda habitual, aunque le he visto conciertos mejores. O, mejor dicho, menos desganados. La música suena bien, su voz también… pero él parece que está de paso. Viste una camiseta agujereada y tejanos sucios. OK, es el personaje. Pero saca una silla al escenario y la tira al suelo. El micro también termina lanzado al suelo de mala manera, por alguna razón. Mike se cubre de un gigante velo púrpura, o se dobla hacia atrás mostrando su flexibilidad, como si ensayara en su habitación, pero sin la gracia de Amaia. Las canciones se suceden agradables y agradecidas: ‘On the Floor’ anima el ambiente, ‘Slip Away’ sigue siendo la mejor de todas y ‘Queen’ el colofón final. Pero el show deja un sabor agridulce.
Después de la visita de rigor a los food trucks (un acierto la presencia en Kobetamendi de un área de servicio gastronómico alternativa, a la que se accede subiendo unas escaleras) nos sacamos tensión de encima bailoteando en el set que está dando por la tarde Gazzi en el escenario Basoa, cuya selección este año vuelve a ser estupenda. Después toca elegir entre Love of Lesbian y 070 Shake. Me quedo con la segunda, pero me cuentan que, en su concierto, Santi Balmes lanza un mensaje contra el fascismo. Dice que “los monstruos están sacando las garras” y que “no van de broma”, habla de la censura y pide que “no podemos volver al 1800”. El 23 de julio hay que votar.
En el escenario Beefeater algunos descubrimos por primera vez el directo de 070 Shake, una persona que últimamente ha estado en todas partes a raíz de sus colaboraciones con Madonna, RAYE o Christine and the Queens. De hecho, el set de Danielle Balbuena empieza con la intro de ‘Violent Crimes’ de Kanye West, interpretada por ella. Danielle afronta completamente sola el show, sin bailarines, y se dirige a la audiencia en español, pues se crió en República Dominicana, para transmitir mensajes de paz y amor o clamar que “Dios es lo único más grande que nosotros”. En un momento nos pide que abracemos y digamos que la queremos a la persona que tenemos al lado. Además de hits conocidos de su repertorio que son coreados por el público, como ‘Skin and Bones’, 070 Shake toca un par de temas nuevos que formarán parte de su próximo álbum. Además, Danielle tiene tiempo de parar una pelea que advierte en la primera fila desde el escenario: a las dos chicas les pide que se den un abrazo.
Arctic Monkeys dan a su público lo que quiere (que no es no su último disco)
Sabes que hay mucha gente -y de todo tipo- en un concierto cuando por un lado escuchas a alguien cantar el “Pachuru” de Rosario y, por el otro, con el concierto de Arctic Monkeys ya empezado, a alguien le da por berrear el ‘Padam Padam’ de Kylie Minogue repetidas veces. Voy más lejos incluso: hay gente en el concierto de Arctic Monkeys que no sabe quiénes son Arctic Monkeys, tal y como me cuenta una persona. En el espectro que va desde los fans situados en las primeras filas hasta los que sienten más bien indiferencia por los británicos, hasta los que directamente ignoran su existencia, se esconde un mundo de perfiles diferentes a los que les une un objetivo, porque el de Arctic Monkeys es el “place to be” del sábado y de todo el festival.
Así que SPOILER para los que les veis hoy en Madrid. O no, a menos que el setlist cambie drásticamente. Los de Alex Turner están presentando ‘The Car’, un disco difícil de encajar en un festival, sobre todo al lado de un legado como el suyo. Por eso, apenas son cuatro las canciones del disco recuperadas en BBK y alguna suelta del anterior. Como dice una amiga, los últimos dos discos de los Arctic son “más de músico sabio, no tan punkis”, pero el concierto se apoya sobre todo en sus trabajos aún más previos, acertadamente.
Alex Turner, en su era Nick Cave, sigue levantando pasiones y convence como frontman elegante y vestido de traje. Claro que su elegancia es decadente, a propósito. El escenario, a un viaje en avión de distancia desde mi posición, está decorado con la imagen de una luna llena gigante. Más tarde, una bola disco emerge desde el techo recordándonos aquellos tiempos que bailábamos a los Arctic en 2007. El repertorio puede alternar hits engorilados como ‘Brainstorm’ con otros lentos como ‘Cornerstone’, puede ir de ‘Mardy Bum’ a la aún más indispensable ‘Do I Wanna Know?’, pero mantiene el ritmo elevado la mayoría del tiempo, con ‘Why’d You Only Call Me When You’re High?, ‘Pretty Visitors’ o ‘505’ entre los cortes rescatados. Este último suena con arreglo nuevo. Sin embargo, aunque los conciertos de Arctic Monkeys recientes tienen fama de pervertir los clásicos de mala manera, de modo que el público no pueda seguir el ritmo a Turner, el set en BBK respeta bastante las formas originales.
Así, el final del show es agradecido con el público y con el contexto festivalero y, después de tocar ese nuevo clásico de Arctic Monkeys que es ‘I Wanna Be Yours’, un balada de 2013 que se ha popularizado ahora, los ingleses rematan con ‘I Bet You Look Good on the Dancefloor’ y ‘R U Mine?’. A pesar de que la masificación podía llegar a agobiar, estoy seguro que nadie sale del concierto desencantado.
Si te habías quedado con ganas de saltar y de soltar rabia, si la elegancia de los Arctic se te quedaba corta, IDLES ofrecen un necesario desahogo de toda la tensión que puedes haber acumulado durante el festival. Si Santi Balmes proclamaba un mensaje contra el fascismo durante el concierto de Love of Lesbian, Joe Talbot canta una canción antifascista y, además, nos invita a gritar que “jodan al rey”. Los himnos punkarras de IDLES construyen un repertorio de directo eléctrico y vibrante, Talbot es un frontman brutal, es imposible despegar los ojos de él, y el grupo anima el set cantando algunos hits azucarados del pop, de ‘Right Round’ a ‘Up Where We Belong’, mandando -quizá- un mensaje sobre la posibilidad de que ambos mundos -el del punk y el del pop- puedan existir sin prejuicios de por medio.
El colofón final de BBK lo ponen Röyksopp, cuyo set se retrasa 40 minutos debido a problemas técnicos. Los noruegos estaban programados a la 1.50 y salen a las 2.37. La espera es desesperante (valga la redundancia) y empiezan los abucheos. ¡Gente abucheando a Röyksopp! Lo nunca visto. Da la impresión de que el show se cancela, porque pasa el tiempo y el grupo no sale. Por suerte, las luces se funden y empieza el concierto. Además de Svein Berge y Torbjørn Brundtland aparecen en el escenario bailarines de estilo urban y otros que van vestidos con túnicas, como salidos de una secta. La energía, en los primeros minutos, es rara, es como que la gente está enfadada. El grupo pide perdón por salir tarde y, con sus elegantísimos ritmos de electrónica, de synth-pop y acid, van calentando el ambiente y metiéndose al público cada vez más en el bolsillo. Al final es imposible no rendirse a un show de electrónica tan emocionante y cuidado.