Arctic Monkeys envejecen como el mejor vino

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Arctic Monkeys envejecen como el mejor vino

La decisión de pinchar ‘The Boys Are Back In Town’ en el WiZink Center antes de la salida de Arctic Monkeys no podía haber sido más acertada. Después de 10 años sin actuar por su cuenta en Madrid, los de Sheffield celebraban anoche la primera de las dos citas en la ciudad, y no decepcionaron ni por un segundo.

Willie J Healey salió a la tarima como aperitivo de lo que estaba por venir y acabó siendo un buen entrante. El número empezó flojillo, con un sonido rock lo-fi un tanto vacío, pero remontó rápidamente gracias a temas como ‘Thank You’ y ‘For You’, dos de las joyas de su no tan extenso repertorio. Ligero y efectivo, el cantautor inglés amenizó la gran espera que, para algunos, había comenzado alrededor de las 6 de la mañana. La casualidad quiso que el mismo día en el que Alex Turner pisaba Madrid, esta se viese golpeada de lleno por una ola de calor. Sobre las 18:30 de la tarde, para cuando abrieron las puertas, el termómetro marcaba los 40 grados.

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En estos 10 años, los Monos han lanzado dos discos de estudio, han formado familias y han madurado, y de qué manera, como músicos. Antes del lanzamiento de ‘The Car’, ellos mismos declararon que había ciertas canciones de sus anteriores elepés que ya no se veían tocando en directo. Es lo que tiene crecer. Seguramente se refiriesen a los temas del empalagoso ‘Suck It And See’, el cual han ignorado completamente a la hora de crear su setlist. Sin embargo, parece que siguen estando orgullosos del resto de su repertorio, y no es para menos.

El show comenzó con la rara avis de ‘Sculptures Of Anything Goes’, una anomalía electrónica en la discografía de Arctic Monkeys que parece hecha para que Turner luzca su voz, la cual está en su mejor momento. Junto con la contemplativa ‘Star Treatment’, que inauguró el bis, estas serían las únicas dos canciones que desentonaron en un setlist hecho para hacer feliz a cualquier fan nostálgico de los Monos. Los tres singles de ‘The Car’ y ‘Four Out Of Five’, el corte más inmediato de ‘Tranquility Base Hotel & Casino’, sonaron igualmente, pero ahí se para la cuenta.

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En el BBK sí que intercambiaron ‘Star Treatment’ por ‘I Wanna Be Yours’. En mi caso, no eché de menos a esta última, pero podía ver en las caras de la gente que la mayoría sí habría preferido que cantasen el éxito viral de TikTok. Lo bueno es que en estos momentos ningún grito tapaba la voz de Alex, como sí ocurría en los cortes más masivos, en especial los sacados de ‘AM’. En cuanto a la costumbre del vocalista de desconcertar al público ralentizando o acelerando la cadencia de los versos, también hubo de eso, pero en general Turner respetó bastante la forma original de los temas. En ese sentido, para quien lo busque, el concierto fue bastante «sing along friendly».

El espectáculo fue una demostración de elegancia y reinvención. Una de las grandes bandas de nuestro tiempo en su punto más alto, sin miedo a volver a los temas más antiguos de su carrera y con la certeza de que esas mismas canciones nunca han sonado mejor. Las partes cañeras son más cañeras y las lentas más sofisticadas. ‘Brianstorm’, ‘Crying Lightning’, ‘The View From The Afternoon’, ‘Pretty Visitors’, ‘Do Me A Favour’, ‘505’ y ‘I Bet You Look Good On The Dancefloor’ protagonizaron los momentos de mayor euforia colectiva. Una de las cosas que más gracia me hace es cómo todo el mundo es capaz de ponerse de acuerdo para corear a pleno pulmón todos los riffs, breaks y sutilezas de estos temas. Muy británico por nuestra parte.

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Por otro lado, las versiones actualizadas de ‘Fluorescent Adolescent’, ‘Cornerstone’ y ‘Mardy Bum’, incluida recientemente en sus actuaciones, fueron las que convirtieron el set en un emocionante viaje nostálgico que osciló constantemente entre el pasado y el presente. “Fantastic, terrific, excellent!”, exclamó Turner al escuchar al público volcarse totalmente con ‘Mardy Bum’. Momentazo también cuando Alex cambió el “Yes” del clímax de ‘Cornerstone’ por un inesperado “Sí, señor!”.

Este hizo de sí mismo durante todo el recital. En todos mis años siguiendo a Arctic Monkeys he visto infinidad de vídeos con los “mejores momentos” de Alex Turner, y anoche presencié exactamente lo que esperaba. Se movió como nos tiene acostumbrados y derrochó ese carisma especial que amamos. Pasan los años y no pierde ese magnetismo que hace que no puedas parar de mirar. Aunque no estuvo especialmente elocuente, no diciendo mucho más que “thank you” o “muchas gracias, Madrid”. Siempre a su manera, claro.

Musicalmente, tanto él como la banda entera siguen siendo un portento. En este aspecto, los momentos más destacados se dieron con dos de sus creaciones más complejas: ‘Body Paint’ y ‘There’d Better Be A Mirrorball’. En esta última, Turner hizo de director de orquesta, marcando los golpes de la intro mientras daba la espalda a las 17.000 personas del WiZink Center. Al terminar la canción, la bola de espejos que tanto ansía Turner en la letra acabó iluminando todo el recinto y dando paso al último tercio del show, que culminaría de forma apoteósica con ‘Body Paint’.

Este fue el final real del concierto, sin contar el encore. Así se sintió. De la nueva tanda de tracks, este último seguramente sea el que más conectó con el público, y parte del mérito se lo lleva de nuevo el propio Turner. Este regaló a los asistentes un salvaje solo adicional de dos minutos (sin exagerar) en el que se recorrió todo el escenario, llegando incluso a donde no se le veía. Todo sin parar de tocar. En ‘Body Paint’, Arctic Monkeys evidenciaron que todavía tienen la energía cruda que les catapultó en un principio. Lo único, que ahora saben cómo domarla.

En resumen, toda una experiencia digna de repetir. De hecho, así será. Esta noche, los británicos volverán a sacudir el WiZink, y todavía quedan entradas. Si te gusta Arctic Monkeys, pero no te convencen los últimos discos, no te preocupes. Los Monos tienen lo que quieres.

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