El Low es uno de esos festivales con jornada de domingo, y a esas alturas de la semana, los conciertos ya son solo aptos para valientes, pero un par de decenas de miles de personas resisten. El festival sito en Benidorm es uno de esos eventos raros capaces de trascender carteles y cabezas, en aras de la diversión y el buen rollo, desde que se pone el sol hasta los afters del pueblo mucho más allá del amanecer. Hay que felicitar a una organización que solo ha sabido mejorar año a año las infraestructuras, la gastronomía y la experiencia en sí, este verano ampliando baños y la zona de baile, esta última hasta el punto de saturarse en ciertos momentos de la noche, de manera directamente proporcional a los hits desplegados.
Tampoco me canso de reivindicar la piscina de la zona VIP: es otra experiencia indisociable del Low en concreto y de Benidorm en general. A media tarde decenas de asistentes se bañan, a última hora vuelan las cervezas de la barra libre mientras pinchan diversos dj’s, muchos de ellos queer, en contraste con el cartel de Interpols, Loris y derivados. La VIP Pool es todo un refugio en ese sentido en el que no dejan de sonar cosas como Robyn, Gala, ABBA, Mónica Naranjo, LOVG. Padam, padam.
Los reyes de la noche fueron como es obvio Vetusta Morla. Hubo un momento en el que el recinto parecía vacío, dando la idea de que había ido ya poca gente, pero en absoluto: es que estaba todo el mundo viendo a Vetusta Morla. Escenario Vibra Mahou hasta los topes, gradas llenas y lowers emergiendo de debajo de las piedras.
Los de Pucho siguen siendo el colmo de la profesionalidad. La gente se emociona de verdad con canciones como ‘Copenhague’, y atruenan interpretaciones como ‘Te lo digo a ti’. Es especialmente emocionante ese momento en que todo el mundo canta ‘La cuadratura del círculo’, también el grito de Pucho contra «el fascismo» («el fascismo tendrá que esperar», dijo), o el modo en que se dirigió a la audiencia repetidas veces en género neutro. «Bienvenides», propuso, haciendo de su show un lugar seguro. Sonó una versión de ‘Nothing Compares 2 U’ de Sinéad O’Connor. Lástima que les agobiara interpretarla entera, pero teniendo en cuenta su cualidad llenaestadios, ellos sabrán lo que hacen.
El concierto más bonito de viernes, sábado o domingo lo dieron Cupido a las 20.30 en el Escenario Mini. Las canciones de Pimp Flaco son todo corazón, y es imposible no emocionarse hasta las lágrimas con temas como ‘La Pared’. Pura poesía. El grupo continúa haciendo de lo orgánico su absoluta virtud y rugen las guitarras eléctricas en temas como ‘Wallapop’ o ‘Un cabrón con suerte’. En un momento dado los visuales -geométricos, en general en blanco y negro- decidieron fallar, pero a todo el mundo le dio lo mismo mientras brillaban gemas como ‘Autoestima’ o ‘Milhouse’. Bailó el público con una versión extendida de ‘No sabes mentir’ que ojalá no hubiera terminado nunca. Nos vemos en el WiZink Center. El Día de los Enamorados, por supuesto.
En el ya comentado furor por la música nacional, que también dejó un exitoso concierto de Cariño en el mismo Escenario Mini, sobrevivieron Bombay Bicycle Club. El grupo pudo presentar ya su nuevo disco a través del single ‘Bad Day’, pero ellos no tuvieron un «día malo» en absoluto. En formato sexteto, y con su corista femenina, entretuvieron a la audiencia. Sobre todo a la que no estaba haciéndose selfies con un ventilador de vapor gigante que alguien tuvo a bien colocar en un lateral de dicho escenario. No habría querido nunca tener que competir con tal cosa.
Miss Caffeina tocaron en la madrugada del domingo al lunes, entre las 2 y las 3. Su repertorio de hits continúa siendo infalible, su sonido excelente, y el público no se cansa de esperar a que llegue el momento final de ‘Mira cómo vuelo’, que sirve como colofón del finde festivalero. Empiezan a integrarse muy bien en su setlist canciones de su nuevo EP como ‘Shangai Baby’ y ‘Para toda la vida’, aunque el público continúa prefiriendo hits como ‘Merlí’, ‘Prende’ o ‘Dancetería’, que se interpreta con Óscar de Varry Brava, quienes actúan inmediatamente después. Especialmente emocionante es el momento en que Alberto dedica ‘Reina’ a las personas que se molestaron en votar el pasado 23-J. Su mensaje fue que ojalá canciones como esta no sean necesarias en un futuro próximo, aunque con la derecha en el poder municipal y autonómico, retirando bancos LGTB+ en lugares como Galapagar, parece difícil. Nos veremos en las calles.