El Disco de la Semana previa al día de Navidad ha sido ‘cerodenero‘, el nuevo trabajo de IZARO. Tiene mucho sentido que ‘cerodenero’ haya salido en invierno. Por un lado, las fotos promocionales muestran a Izaro Andrés abrigada como si estuviera en el mismísimo Himalaya. El blanco de la nieve es cegador. Por otro, la primera canción -después de la intro- ya mira «al norte».
‘Iparraldera’, «al norte» en vasco (y una de las palabras más bonitas de este idioma), abre ‘cerodenero’ -después de la intro- en clave de balada. La influencia del dream-pop de los 90 se evidencia en una instrumentación que parece inspirada en los Sundays. La melodía vocal, por otro lado, captura esta melancolía propia de los Cranberries de ‘Linger’.
IZARO, una voz absolutamente propia, fuerte como un soldado cuando quiere, como en la también balada ‘aguacero’, incluida en el mismo disco, muestra en ‘Iparraldera’ su lado más vulnerable y ensoñador. En la letra pasa de la desorientación («los años pasan, y no sé si quiero seguir yendo en la misma dirección») a la búsqueda definitiva de un lugar «donde se enderezan todas las almas». Y que, sí, se encuentra al norte, donde IZARO guarda «una casa», un refugio como el de otra canción de su disco.
Decidida a «no perder el norte», IZARO parece aceptar su condición de nómada en el mundo, propia de su oficio, cuando canta que «yo sería de cualquier otro lugar, si allí hubiera nacido, y quiero ver todos los lugares, para sentir miles de versiones de mí». La melodía de ‘Iparraldera’ viene cargada con toda esa melancolía y añoranza que, quizá, IZARO ha sentido encontrándose lejos del hogar. Una añoranza muy navideña, por otro lado, aunque la canción haya salido antes.