Otra edición del Primavera Sound llega a su fin. Una pena, pero, como dijo Mitski antes de irse, “sé que no queréis que este concierto termine, pero las cosas tienen que terminar para que otras cosas puedan empezar”. Y esas cosas en su mayoría suelen venir por sorpresa.
Así, tras la gran noche de Lana, Troye y Arca, entre otros, despertábamos a la mañana siguiente (bueno, es un decir, realmente a las tres horas) con un correo de la organización del Primavera Sound avisando de que Charli XCX iba a dar a la hora del almuerzo un mini-concierto sorpresa en la Barceloneta para promocionar ‘brat’ (su inminente sexto disco), después de recorrer la Vía Laietana en un coche con la música a todo volumen. Nos perdimos la fantasía que tuvo que ser eso, pero no nos quisimos perder el bolo oficial que daría Charli en el escenario Amazon Music esa misma noche.
Con una lona verde enorme con el título de su disco, igual que su desganada/maravillosa (elige tu propia aventura) portada, Carlota salió a un escenario que procedería a devorar. Con la energía de “niñata” (“brat”) a tope, la autora de ‘Crash’ (¡¿ni una canción, Charli?!) no paró de ronear a la cámara, ni de pedirle al público que hiciera el favor de entregarse tanto como ella, “conmigo no se jode, Primavera, ¡¡¡gritad!!!”.
Tampoco es que hiciera falta esa petición: por supuesto sus fans (con ropa de clubbing para la ocasión) estaban entregadísimos, pero la inglesa hizo saltar incluso a quienes parecían estar allí acompañando a sus novias. Ayudó un setlist súper equilibrado en el que, vale, se centraba en presentar ‘brat’ (estrenó ‘Everything Is Romantic’), pero para ir al pasado rescató fan favourites (‘Unlock It’, ‘Track 10’, ‘Vroom Vroom’, ‘Party 4U’) y también megahits dejando claro que ella sabía que estaba en un festival: ‘Boys’, ‘Speed Drive’, ‘1999’ o el final con ‘I Love It’. Por un momento parecía tan abierta que incluso podía arrancarse con ‘Boom Clap’.
Y ojo porque, con una energía muy distinta, Romy también montó una fiesta en ese mismo escenario un par de horas antes. La autora de uno de los mejores discos de 2023 se caracteriza por una electrónica bastante más elegante, pero que no teme acercarse a lo petardo para explotar. ¿Un ejemplo? En la primera mitad del concierto estuve dentro del mogollón, pero hacia el final fui saliendo, y la verdad es que desde fuera era impresionante ver a la gente reaccionando al final de ‘Strong’ como hemos visto reaccionar en situaciones similares a hits de Guetta o del Calvin Harris de ‘Motion’.
Romy mezclaba la intimidad y el romanticismo de momentos como ‘Loveher’ o ‘The Sea’ con la efusividad y la celebración de ‘Enjoy Your Life’ o ‘Did I’, además de la reciente ‘Always Forever’. Incluso, en un momento dado se fue a la mesa de mezclas con su compi, y ambas nos regalaron un remix de esa pop perfection que es ‘Into You’ de Ariana Grande. Había bastante gente pese a la coincidencia con una popstar mundial (SZA ya lo es), así que auguramos un buen futuro para Romy en solitario.
Alcalá Norte, sin duda el grupo revelación de la temporada, se estrenaban en el escenario Steve Albini, que, nombre aparte, es uno de los pequeños. No cuesta pensar que la próxima vez que vengan se mudarán a otro más grande: pese a la localización y a la coincidencia con Roísín, el final de SZA y la preparación de Charli, había bastantes curiosos (entre ellos uno con el cartel “quiero un pisito en la Calle Elfo”) atentos a un bolo que empezó con ‘Los Chavales’ y Rivas encaramándose a la cruz de su portada, y en el que la banda fue repasando su excelente debut.
Antes de Romy y de los madrileños tuvimos también el pop electrónico malrollero futurista mediometal (inserte más adjetivos) de Dorian Electra, que se ayudó de distintos elementos del set y colaboradores, desde candelabros y un círculo que parecía un portal, a un payaso que repartía camisetas con “heterosexual adjacent”, “homosexual adjacent” o “proud metrosexual”. Esto mientras sonaba ópera. Que todos los cambios de vestuario sean así.
Yendo ya al escenario principal (sí, Charli no actuó allí), pudimos disfrutar de dos buenos conciertos en distintas condiciones. El de 070 Shake fue con el tiempo empezando a anunciar que se torcería pero aún sin incidencias, con la rapera interpretando temas de su último disco ‘You Can’t Kill Me’, pero también recuperando viejas conocidas como ‘Honey’ o ‘Guilty Conscience’. No, no hubo cover de ‘Frozen’. Pero con PJ Harvey y Mitski llegó la lluvia. No impidió que me acercara a ver algo de PJ Harvey (gracias a mi compañera Mireia por insistir en que no me la perdiese… yo solo diré “vaya pasada”, para leer algo realmente interesante, leedla a ella), y desde luego no nos impidió aguantar estoicamente mientras se veían incluso relámpagos por encima de Mitski. Hay que decir, eso sí, que no hubiese estado de más algún sitio cubierto cerca de los escenarios principales; las carpas de la entrada obviamente no eran un lugar donde se pudiese ver (ni oír) a los artistas, y cerca solo había un pequeño techo que encima estaba vallado. Por suerte, yo llevaba chubasquero, pero los trabajadores de las barras tuvieron iniciativa dándoles bolsas de basura a la gente para cubrirse, hasta que les comunicaron desde arriba que de eso nada.
Volviendo a Mitski, aquello fue grandioso. Pese a la intensidad de sus letras, por su hermetismo en entrevistas puedes imaginarte algo sobrio, e incluso no me hubiese extrañado verla cantar de espaldas a lo Sia. Pero fue todo lo contrario: una chica cerca dijo “ahora entiendo por qué a los japoneses les gusta tanto el flamenco”, y desde luego a mí también se me vino a la cabeza el flamenco viéndola interpretar sus canciones, en todo lo amplio de “interpretar”.
Mitski expresaba constantemente con el cuerpo sus sentimientos, haciendo acrobacias, bailando con una luz, golpeando paredes imaginarias y haciendo mímica, etc. La teatralidad con la que acompañaba su repertorio (centrado en su excelente último disco, pero no faltó ‘Nobody’ hacia el final, aunque se echó de menos ‘The Only Heartbreaker’) era tal que no le hacía falta absolutamente nadie más para captar tu atención, y casi que tampoco ninguna cosa: se las apañaba jugando con una silla, o arrastrándose por el suelo rogando a una persona imaginaria que no se fuese, y removiéndote a ti por dentro en el proceso. Fue toda una experiencia en la que Mitski parecía un ser etéreo que no interactuaba con el público… hasta el tramo final. Allí, pidió educamente en español si nos importaba que hablase en inglés y, tras agradecer que nos mojásemos para verla, dijo “os quiero, sé que no vais a creerme, que diréis “anda ya, si no sabe mi nombre”, ¡pero eso da igual! La mayoría de los que estamos aquí ni siquiera hablamos el mismo idioma, pero estamos aquí compartiendo una conexión, ¿no lo sentís?”. La música, supongo.