La gira de salas y teatros de Antònia Font ha llegado a su fin. Y, a falta de una última fecha en el Mallorca Live Festival, el grupo volverá a hibernar. Por eso, por no saber cuándo los volveremos a ver, por tocar en un sitio tan especial para ellos como es el Liceu, el ambiente en el auditorio era de feliz expectación. Todos conocíamos el guion, pero queremos volverlo a vivir.
La escenografía de parabólicas se mantiene; los audiovisuales sí que hubo más y mejores respecto a su anterior visita en el Palau de la Música. Lo que también se mantiene es el reparto de tareas: Pau Debon acaparando todísima la atención, con sus alardes de voz (una vez más: ¡qué bien canta!), haciendo suya toda la sala, no solo el escenario, con su entusiasmo contagioso. Mientras, sus cuatro compañeros se quedaban ahí en el escenario impertérritos (¡qué bien tocan!). El repertorio tampoco cambió mucho, aunque hubo hermosas incorporaciones.
Que el público está entregadísimo se ve desde el primer minuto: las iniciales ‘Cançó de llum’ y ‘Un minut estroboscòpica’ ya se llevan toneladas de palmas. El inicio no da tregua, van cayendo hits como ‘Darrera una revista’, ‘Armando rampas’, ‘Robot’, ‘Dins aquest iglú’, todas conducidas por el carisma de Debon. Pero, tal como nos explicó recientemente, el concierto está pensado como un viaje. Y hay una parte más reconcentrada y melancólica, donde recuperan pequeñas gemas del ‘Vostè és aquí’: ‘Per què vaig venir’ suena especialmente apoteósica.
Aun así, también hay momentos para el delirio, como el tour de force ‘Astronauta rimador’, con Pau Debon paseándose por el patio de butacas, o la emocionante interpretación, a pelo y sin micro (la acústica del Liceu ayuda) de ’Cartes de Ramiro’. Pero todo este momento más reflexivo estalla por los aires cuando se arrancan con ‘Tots es motors’, en que todo el público hace el ritmo a base de palmas mientras Pau vuelve a dejarse querer entre butacas. ‘Venc amb tu’ marca una pequeña pausa, en que el público no para de hacer “lololo” a ritmo de ‘Wah Yeah’.
Para la vuelta, abren una favorita mía que no suelen tocar, ‘Es far de ses salines’, con unos punteos preciosos de Joan Miquel Oliver. Y cuando Debon canta lo de “Per falta de lluna, Venus se reflexa a la mar”, ay, algo se me rompe por dentro. Todo el tercio final es puro gozo, apoteosis y comunión colectiva. Pau dedica ‘Bambú’ a los hijos de todos los del grupo, y se rompe y no puede cantar la segunda estrofa. ‘Batiscafo Katiuscas’ es tan emocionante como siempre. Para ‘Clint Eastwood’ Pau se sube al tercer piso y todos lo miramos, claro, a él, mientras el resto de la banda se queda ahí un poco olvidada. En ‘Vitamina sol’ la platea se convierte en una improvisada sala de baile, donde todos nos dedicamos a intentar bailar valses mientras Pau nos dirige. El despiporre es máximo para ‘Wah Yeah’: alegría desatada, más lololos, mientras la banda hace otra pausa.
En el último bis Pau nos da “la chapa” (según sus palabras) para agradecer a todo el personal que les ha acompañado en la gira. Remata con ‘Islas Baleares’, vuelve a bajarse a platea y a darse un baño de masas en ‘Calgary 88’, y ya no la abandona porque, claro, toda ‘Viure sense tu’, el fin de fiesta perfecto de Antònia Font. Se despiden con todo el personal subido al escenario. No los queremos dejar marchar. Lógico. A saber cuándo los volvemos a ver…