Pocas personas más risueñas que Valeria Castro he topado en la industria musical. Entusiasmada con su trabajo, meticulosa con lo que dice y humilde, tiene poco que ver con la persona doliente que a veces encontramos en sus canciones. Valeria Castro no es ni remotamente la cantautora más de «abrirse las venas» que me puede venir a la cabeza, pero es verdad que su segundo álbum, ‘el cuerpo después de todo‘, nuestro Disco de la Semana, habla de desamor, para empezar con una misma, y de alguna que otra relación tóxica. Ella misma nos lo explica.
¿Cómo presentarías este disco?
Es una radiografía de vivencias personales, de cómo afectan al cuerpo. El cuerpo está en el centro de prácticamente todas las canciones, refiriéndose a lo físico, lo que ves, con lo que luchas, lo que somatiza por dentro… Me pareció que podría ser terapéutico plasmar todo lo que me ha ocurrido, que ha sido muy bonito, pero también me ha abrumado y me ha generado toda esta ansiedad. Cómo me miro a mí misma frente al espejo es un tema que llevaba tiempo queriendo sacar, esa enemistad propia creo que le ocupa a muchísima gente. Me he sentido valiente al ponerla en palabras de una manera tierna o más melodiosa. Me estoy sintiendo como que estoy en terapia en cada entrevista que hago, te lo juro (risas)
Esa mirada al «cuerpo», en ‘Tiene que ser más fácil’ es al cuerpo físico de verdad, no es una metáfora como otras veces. Hablas de no estar a gusto con tu cuerpo, ¿cierto?
Totalmente, sí. Al final, yo soy mujer, de repente me he visto más expuesta públicamente, y eso afila ese sentimiento de la mirada ajena. Desde pequeña lo he sentido. El bombardeo de imágenes, del algoritmo y todas estas redes sociales llevan a que te compares mucho y me he visto muchas veces buscando en el espejo un cariño propio que no he encontrado. Este single era: «Voy a reconocer frente a la gente que hay veces que no me siento a gusto con mi cuerpo». De cara a «si lo asumo, quizás ahí empiezo a ganarlo», porque es algo que yo creo que también tenemos muy aprendido. Yo hablo desde el prisma femenino. Hay mucha lucha, lo veo con mis amigas, mis familiares: siempre hay algo de enemistad con el cuerpo físico. Muchas veces intentamos taparlo para no asumir esa lucha que traemos, pero de repente tienes que sacarte fotos, tienes que poner tu imagen en un escenario y no siempre has sido muy amable contigo misma.
«Me he visto muchas veces buscando en el espejo un cariño propio que no he encontrado»
Yo entiendo perfectamente tu discurso como mujer. Aunque también pasa a los hombres. A mí en Instagram solo me salen hombres que tienen 10 años menos, mucho más guapos, todos de gimnasio. Esto genera una frustración, de la que llevamos hablando como 5 años. De cuerpos no normativos, de quererse uno mismo, pero parece como que no avanzamos, ¿qué podemos hacer? ¿Qué tiene que pasar para que nos dejemos de sentir mal con nuestro cuerpo?
No tengo ni la menor idea y creo que esta canción también parte de ahí, ese mantra: «tiene que ser más fácil el quererse, no puede el cuerpo ser tan cruel al verse». Tiene que ser más fácil, pero no tengo ni idea de cómo se hace. Tenemos que ser conscientes de que es así. Yo lo enuncio, pero no sé la solución. Quizás enunciando el problema y no pidiendo la solución siempre a gritos, se pueda a lo mejor, asumir esa vulnerabilidad. Pero yo no tengo la solución. Quizás quien tenga el control del bombardeo de imágenes… o yo qué sé, quién sabe.
¿Tú crees que puede haber una estampida de las redes sociales, gente marchándose masivamente? Yo sueño un poco con ese momento. Estando yo enganchado. Pero me fascinaría.
Creo que sería muy bonito, la verdad. Y probablemente la solución a todo esto que decíamos podría pasar por ahí, porque yo reconozco que mucha de esta información mental que te va ocupando la cabeza viene de lo que estás viendo todo el rato en el móvil. Además, nos dedicamos a un trabajo que es publicar en redes sociales todo el rato. Creo que va a ser muy complicado, pero yo también sueño con esa otra realidad. Ojalá ocurra en algún momento.
«Llegué a los Latin Grammys y me sentí, evidentemente, pez fuerísima del agua»
Antes has hecho referencia a lo abrumada que te has sentido a veces estos dos años. ¿Cuál ha sido el momento en el que has estado peor, que te has visto más superada.
Lo tengo clarísimo y no lo he contado mucho, pero hubo un momento que me vi muy superada: fue en los primeros Latin Grammy a los que fui, que estuve nominada. Llegué allí y me sentí, evidentemente, pez fuerísima del agua. Digo: «¿qué hago yo aquí? No tengo ni idea». A los dos días me iba a hacer mi primera gira por Latinoamérica y se me fue completamente la voz. Fue una afonía completamente psicológica que venía de «no puedo con todo, tengo una cultura de cosas más pequeñas y estas cosas me están superando». Luego fui capaz de salir de ahí y de tirar para adelante, y fue una gira maravillosa, pero es verdad que fue una evidencia muy clara de cómo la presión laboral que yo misma me estaba poniendo se me somatizaba en el cuerpo de una manera que no había sentido nunca.
¿Cómo te curaste?
Una foniatra me ayudó. Yo uso mucho como el ácido hialurónico como limpiador nasal, si quieres entrar en temas médicos (risas) Ahora estoy con una profesora de canto que me ayuda mucho en ese sentido porque analiza mucho cómo a los artistas nos afecta a la garganta lo psicológico.
Adivino que el tema que te agobiaba en los Latin Grammys no era ganar…
Lo tenía claro… Era tener que estar en todos los sitios todo el rato, tener que estar a la altura. A mí eso me ha agobiado siempre mucho, tener que estar a la altura de unas circunstancias que normalmente te pones tú misma, porque luego no vas a un sitio y la vida no se para: todo el mundo sigue viviendo y no se acaba tu carrera tampoco. Pero es verdad que te pones unas presiones de querer conseguirlo todo. No tenía nada que ver con el premio porque eso ya es otra movida. Yo ya sé que los premios no dependen de ti. No aspiro a nada más que a disfrutar siempre.
Has tenido muchas colaboraciones y nominaciones a premios. ¿Qué te ha hecho crecer más? ¿Cuál es el punto de inflexión en estos dos años?
No me gusta pensar que hay clics que activen algo en tu carrera o tu vida. Hay demasiado esfuerzo, demasiados equipos que te apoyan, que ponen mucho de su parte para que las cosas sucedan, como para poner la justificación en un sitio solo. Pero si hablamos de lo personal, yo creo que una de las cosas que más me cambió el chip estos dos años, sobre todo a la hora de colocar prioridades, fue la gira de Latinoamérica. Como empecé tan abajo, con una afonía… Ver el público al otro lado del charco me cambió mucho. Me di cuenta de que algo podía ocurrir, tan lejos de mi tierra y de mi familia. Eso me cambió para asumir todo lo que viniese desde otro prisma, más que las colaboraciones con compañeros. Han sido siempre momentos preciosos de compartir, pero intento no ver en ellos el clic de mi carrera.
¿Alguna de las personas con las que has colaborado te ha dado algún consejo que te haya servido para mantener los pies en la tierra?
Los pies a la tierra me los ata mi madre (risas) Sí recuerdo que fue bonito compartir algo con Julieta Venegas. Yo creo que ya hay poco consejo que te pueda dar la gente, pero precisamente Julieta tiene una hermana gemela como yo. Cuando coincidí, le dije: «Julieta, necesito preguntarte cómo llevas tú el tener una hermana gemela y ser una artista». Porque es algo que a mí personalmente sí me ha preocupado siempre, porque no quiero que mi hermana se sienta mal. Hablé con ella y compartimos esa experiencia de tener una hermana que no se dedica a esto exactamente, que es igual a ti y que a lo mejor le puede generar algún problema en el futuro. Fue muy bonito que alguien me aconsejara cómo abordar esa situación tan personal que nos unía a las dos.
Volviendo al disco, hay algo de amor tóxico también, de dejar un amor tóxico atrás, en ‘Devota’, por ejemplo.
Sí que trae la identificación de la toxicidad de una relación pasada. Identificas lo tóxico cuando ya ha pasado, pero también es bonito plasmarlo en una canción y dejarlo como aprendizaje. Hay una frase que a mí me gusta mucho, y me gusta repetírmela: «son las mías, no tus manos las que necesito». Repetirme a mí misma que soy dueña del cuerpo que habito, también es algo que me importa de cara al futuro, de cara a otras vivencias que pueda tener, que eso no se me olvide, porque en algún momento puede que no me haya sentido tan dueña de las circunstancias. Todo son vivencias, pero también una exagera en las canciones…
Hay una canción que me ha parecido súper triste, ‘Honestamente’, que de repente te pasas media canción diciendo «Que te vaya bonito, yo esta historia no la repito»…
‘Honestamente’ trae también un poco de ironía, no viene con el espíritu de Paquita la del Barrio. Viene de verdad como una cosa casi de indiferencia y hasta cierto cariño.
Te quería preguntar sobre todo por la frase al final de «al verte quizá piense diferente», porque es una derrota. Al final es como que no has dejado la relación atrás. «Al verte, a lo mejor, vuelvo a caer». ¡Eso es muy triste!
¡No me digas eso, Sebas! ¡No, no, ya no caigo, no te preocupes! ¡No voy a caer!
Eso, eso… Queda grabado aquí.
Este disco está un poquito lleno de pequeñas contradicciones, permisos que uno se tiene que dar al vivir. Esto no justifica volver a caer en una relación, sino un permiso a sentir algo por esa persona o lo que fuera. Pero justo ‘Honestamente’ está hecha desde un punto como muy naif, de paz mental. Cuando la escribí no tenía ni rabia ni tristeza ni dolor, simplemente quería dejar escrita una realidad que ocurrió, pero que no veo que me vaya a hacer más infeliz a mí.
¿Y ahora qué tal estás?
Estoy muy bien, Sebas, muchas gracias por preguntarlo. La verdad es que está siendo muy bonito todo este proceso de hablar del disco. Así voy desgranando yo misma mis propios pensamientos y eso a mi psicóloga le viene muy bien: no se lo cuento a ella, se lo cuento a periodistas, así nos ahorramos alguna sesión (risas)
Tengo la teoría de que le aburro a mi psicólogo, pero me da igual, para eso le pago.
Imagínate, yo digo: “o le aburro o está divertidísima conmigo”, no lo sé. Una vez me dijo que era graciosa, eso me gustó, dije: “Qué bien, oye…” Sacar un disco siempre te coloca en un punto muy ilusionante. Pero es verdad que este disco es muy intimista y de un proceso vital que he vivido y siento que es posible que todavía esté en proceso de muchas cosas. Esta visión de mí misma distorsionada todavía la tengo que seguir cuidando. Estos círculos que tengo que crear para que cuando yo no pueda soportarme, haya gente que lo soporte. Y al amor romántico le he puesto unos límites, espero poder cumplirlos. Pero bueno, estoy contenta de situarme en un punto psicológicamente estable, que ya es suficiente y bastante loable, la verdad.
«Al amor romántico le he puesto unos límites, espero poder cumplirlos»
En ‘Devota’, ya hablando de la música estrictamente, me gusta mucho la producción que tiene, cómo empieza el disco, primero de una manera, luego de otra… tiene un viajecito, unas percusiones que no te esperas.
Estoy muy orgullosa de todo, la verdad, porque ha sido un proceso muy interesante y muy bonito junto a Campi Campón, productor del disco. Me propuso hacer las canciones primero tocándolas en directo con un grupo de gente y luego ya viendo qué sacábamos de ahí para la producción. No empezar frente al ordenador y luego ir llamando músicos a que añadieran capas. Queríamos ver cómo se vivían en directo las canciones. Y justo ‘Devota’ transitó por muchos espacios porque esta canción nació del ritmo gallego de panaderas. Que no quedó así, porque la grabamos así y dijimos: “Igual esto queda muy bien para el visual, pero en el disco no tanto”. Pero sí que había un arraigo folclórico que me hace mucha ilusión que haya nacido desde ahí.
El productor tenía claro que tenía que abrir el disco, por esa frase de “no sé por qué empezar primero” y ya te cuenta todo lo que va a venir: un viaje de 11 canciones. Fue muy bonito ver cómo pudo transitar muchos espacios esta canción.
¿Es la producción de que estás más orgullosa?
La canción de la que más orgullosa me siento en producción, probablemente sea ‘el cuerpo después de todo’, que es la que da nombre al disco, porque también ha salido de esa sesión de músicos, todos tocando en directo a ver qué salía. De repente, vino Amaia Miranda, guitarrista maravillosa. Tiene un proyecto precioso, y de repente cogió la guitarra eléctrica. Yo no había visto nunca en una canción mía una guitarra eléctrica (risas). Y de repente vi cómo cabía esa sonoridad porque le aportaba el color que estábamos buscando, a una letra que ya venía con ese paisaje crudo y oscuro de por sí. Me siento muy orgullosa también porque en esa sesión, en la última tocata, yo me eché a llorar y dije: «Vale, tiene que ser por aquí, ¿no? Si yo me acabo de echar a llorar con lo que acaba de pasar en esta sala, es que es por aquí el camino”.
Luego yo soy tan cateta que, en cuanto oigo un oboe o un clarinete siempre pienso en banda sonora. ¿Te han influido las bandas sonoras que has hecho para este álbum?
Es verdad que en este disco se ven esos vientos que nunca había incluido, salvo en ‘La corriente’ un pequeño clarinete. En las reuniones que hacíamos Campi y yo para ponernos músicas y saber por dónde queríamos que fuera el disco, me di cuenta de que quería innovar un poquito poniendo eso, lo que no había puesto nunca, vientos. Puede tener algo de bandas sonoras, porque trabajamos en Ciudad de México y el saxofonista y el clarinetista, Dan Zlotnik, ha trabajado con Iñárritu y Cuarón, y puede tener ese tinte. Pero si tenemos que elegir una inspiración en vientos, venía también por Sufjan Stevens, que me lo enseñó Campi y dije: “Bueno, yo quiero hacer esto, por favor, en mi vida”.
Por esto decías que el disco era como muy mexicano, ¿no? ‘Sentimentalmente’ es como muy latina, aunque no sé si de México…
El ADN mexicano venía de que se grabó entre Ciudad de México y Madrid y en la Ciudad de México estuve con músicos mexicanos que le dieron esos tintes, no tanto a lo mejor el sonido mexicano, pero sí cierta presencia. En ‘debe ser’, con Silvia Pérez Cruz, sí que hay un aire mariachi al final que me trajeron ellos y yo orgullosísima de que lo hayan traído. ‘sentimentalmente’ es verdad que no era tanto mexicana, también teníamos algún venezolano en la sala, y es una cumbia.
«Me parece bonito poner en valor la escritura e interpretación de una sola persona»
Te quiero preguntar por la palabra cantautor y cantautora, como que ya nadie la usa…
Parece que la etiqueta de cantautor se quedó como en el 2010 o así.
Por lo menos hay chicas, tipo María Yfeu, que me recuerda a ti.
Maravillosa…
¿Pero hay chicos cantautores ahora mismo?
Le quitamos el hueco las cantautoras ahora (risas) Yo estoy bastante en paz con la palabra cantautora, la verdad, porque también por ejemplo, el género… Dime tú qué es indie ahora…
Eso ni lo pregunto.
De repente se expandió por el mundo y nadie supo que era el indie. Pero bueno, una cantautora es aquella que escribe y compone sus canciones. Entonces, yo me siento orgullosamente cantautora. Estas canciones están escritas por mí misma, salvo una que está coescrita con unos detalles de otros compañeros. Me parece bonito poner en valor la escritura e interpretación de una sola persona. Tampoco nos debemos a los géneros: que se deban los géneros a las canciones.
Una de las conclusiones del disco es cuando, casi al final, dices: «Aprendí que sí hay quien me valore». Esto es como el desenlace feliz antes de afrontar la campaña, ¿no?
Totalmente. Aprender que el amor no solo puede ser romántico, sino lo que tienes alrededor, las redes que te soportan: familia, amigos o lo que tú creas.
¿Te da un poco de vértigo este par de años que vienen ahora presentando el disco o tienes ganas?
Tengo muchas ganas, porque además traemos un formato de banda que me parece alucinante y me emociona mucho cómo está sonando todo. Solo tengo ganas de poder presentarlo y ver qué ocurre con este disco. En el directo es donde las canciones cogen más peso, más vida y eso me emociona muchísimo, la verdad.