A toro pasado es fácil sacar conclusiones de los resultados de Eurovisión, pero Carlos Marcos atina en su columna de El País recordando lo que pensamos muchos desde enero, que ‘Esa diva‘ es una canción poco actual. 2 comentarios en la crónica de la final de Benidorm Fest de JENESAISPOP clavaron el 24º puesto en el que ha acabado quedando. Tampoco había que estrujarse demasiado los sesos para adivinar tal cosa. Como señala el forero Caine utilizando una expresión también muy española: «Con esos bueyes había que arar y pasó lo que tenía que pasar».
Melody ha sido una total y absoluta pro encima y fuera del escenario y ha defendido ‘Esa diva’ a capa y espada. Carismas como el suyo se ven muy pocas veces. Además, ha dejado una de las promos eurovisivas más divertidas y memorables que se recuerdan. También es cierto que ha jugado mucho con el humor tópico español de no saber inglés. Que si «mi Lady», que si «mi prima Katy». Muchos la han comparado con Carmen Sevilla y Lola Flores. Como ‘Esa diva’ no sonaba suficientemente anticuadilla, resulta que su intérprete es leída como una folclórica de otra época. Más o menos, de la época en que España ganó Eurovisión por última vez.
Es fácil también caer en el señalamiento y evitar la autocrítica. Melody ha expresado que en Eurovisión «prevalecen otras cosas», como si Chanel no hubiera quedado en tercera posición en su año. Es verdad que, en 2022, el conflicto de Israel y Gaza no había salpicado a Eurovisión porque faltaba un año para el fatídico 7 de octubre. Pero, en épocas de relativa paz, pues Azerbaiyán y Armenia son también países enfrentados, como ha recordado El Orden Mundial, la tendencia reciente de España ha sido quedar en puestos bajísimos. En la última década, de 2015 a 2025, salvo Chanel, España no ha subido del 20º puesto. Atribuir la pobre posición de Melody al conflicto comunicativo entre la UER y RTVE por sus palabras sobre Gaza, no parece acertado. Realmente, parece la respuesta fácil a un problema complejo.
La autocrítica ha de pasar por que Benidorm Fest analice qué está haciendo bien y qué está haciendo mal para ser capaz de llevar a Eurovisión canciones que se vuelven (relativamente) icónicas en España (a excepción de Blanca Paloma, pero su año tuvo ‘Nochentera’), pero que no tienen ningún impacto en el escenario eurovisivo. A menos que seas Chanel. Hay que recordar que venimos de Manel Navarro, Miki Núñez y la balada de Amaia y Alfred. Algo hemos avanzado pero, si no salimos de la tendencia de acabar en el «bottom», toca analizar qué está funcionando y qué no, en España y en otros países.
La victoria de Austria no ha sido una sorpresa: la canción es un despropósito, pero Austria ha hecho los deberes entregando una puesta en escena muy original que recreaba un videoclip, dando la vuelta al concepto de actuación eurovisiva. Así, en un año, Austria ha pasado de quedar penúltimo, a ganar. La ironía es que la victoria sea parte española, ya que el director artístico de Austria es el ilicitano Sergio Jaén. Suya también ha sido la loca escenografía de Finlandia, que ha quedado en 11º lugar; y suyas fueron también las aplaudidas direcciones artísticas de Chipre e Irlanda del año pasado. Que alguien me explique por qué esta persona no está trabajando con España, cuando además dice que hacerlo sería «un sueño».
Muchos, por otro lado, no daban un duro por Estonia, pero Tommy Cash ha sabido equilibrar «troll move» y performance bien pensada y ejecutada, convenciendo al voto que valora la diversión por encima de la lágrima fácil y, además, apelando al público tiktokero. También ha llamado especial la atención la propuesta de Noruega: ¿este reggaeton a lo J Balvin no se parece un poco a lo que debería llevar España en 2025? ¿Nos ha comido la tostada un país nórdico? El montaje teatral de Suecia y la sencillez de Italia también merecen sus excelentes posiciones. El top 10 es difícil de discutir se mire por dónde se mire… con la salvedad de la posición siguiente.
La polémica participación de Israel en Eurovisión no tiene pinta de acabar en un futuro cercano. Su segundo puesto certifica que una mayoría significativa del televoto -influenciada por la campaña promocional que Israel admitió llevar a cabo para movilizar a sus partidarios en el extranjero; no, no eres el único o la única que ha visto un anuncio de Yuval Raphael en Youtube- no está dispuesta a castigar a Israel en Eurovisión, sino a auparlo. Israel fue el país más votado por el público: 297 votos por encima de los 170 de Austria. Es evidente que, a pesar de los supuestos esfuerzos de la UER por proteger la neutralidad de Eurovisión, el público sigue votando políticamente, lo cual también afecta a Ucrania. RTVE solicitará a la UER debatir el sistema de televoto porque lo considera «afectado por los conflictos bélicos». España dando 12 puntos a Israel es un claro ejemplo. De momento, el único boicot útil parece pasar por que RTVE retire España de la competición y, por tanto, también, acabar con el Benidorm Fest, pero dudo que eso ocurra.
Se han leído críticas al bajo nivel de Eurovisión de esta edición, centradas principalmente en la calidad de las canciones. No es ninguna sorpresa que las canciones eurovisivas triunfan apelando a una sensibilidad general. Por eso, la bonita canción de Suiza, genérica a priori, ha quedado décima. Y la de Francia, séptima. Y la de Grecia, sexta. Parecen penalizadas las propuestas cañeras de Dinamarca (0 puntos del público) o Finlandia (que no ha llegado al top 10), mientras han salido favorecida la balada y la elegancia. Personalmente, he visto una edición digna gracias también a las contundentes propuestas étnicas de Letonia (preciosa canción), y Albania -que sonaban al dabke sirio de Omar Souleyman- y a los llamativos shows de Suecia y Finlandia. Sin olvidar la originalidad de Estonia y Polonia.
Las medianías de Malta, Países Bajos (que ha vuelto a Eurovisión tras la descalificación del año pasado) o Armenia no han convencido unánimemente a jurado y público, pero han quedado mejor que España, lo cual da que pensar. Podríamos hablar de falta de riesgo, pero ‘Zorra‘ era más grower que generalista. Diría que se pasaba de sofisticada. Podríamos decir que nos falta elegancia, pero a Blanca Paloma le sobraba. Podríamos opinar que nos pasamos de cliché, pero Chanel arrasó. Podríamos decir que estamos acomplejados, pero Melody, complejos, ninguno. Seguro que en algún lugar de todas estas propuestas se encuentra una ganadora de Eurovisión. Apuesto por dejar a Benidorm Fest que acierte y erre a su ritmo. Solo espero que la canción representante de 2026 se parezca un poco a lo que suene en España, pues en 2026. Ah, por cierto, un saludo a Sophie Ellis-Bextor.
