Mala Rodríguez / Dirty bailarina

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Mala Rodríguez / Dirty bailarina

mala-dirty«Deja que te coja, deja que te coja, deja que te coja, deja que te coja. Deja que te coja, deja que te coja, deja que te coja, deja que te coja. Deja que te coja, deja que te coja, deja que te coja, deja que te coja. Deja que te coja, deja que te coja, deja que te coja, deja que te coja» es uno de los mejores comienzos de disco del momento. El deje aflamencado de La Mala sobre bases hip-hop ha sido un hallazgo para la música a la altura del noise-flamenco de Los Planetas y ella sabe perfectamente cómo explotarlo en un disco desde el primer segundo, cerrando además mejor el concepto musical. No me voy a cansar de repetir que estamos ante un personaje único a la altura de las estrellas internacionales. Ya quisieran muchas, de muy diversos palos, tener su carisma y hacer una música que se pareciera a tan pocas cosas.


‘Dirty Bailarina’ viene presentado por un single, ‘No pidas perdón’, tan «urban», tan «urban» que, como sucedió con el ‘4 Minutes’ de Madonna o aquella ¿canción? que sacó Britney llamada ‘I’m A Slave 4 U’, tardarás años en decidir cuánto te gusta o no te gusta. También como en el caso de ‘Hard Candy‘, después del desconcierto del sencillo, se echan de menos en el disco ritmos igual de desafiantes, arriesgados y afilados. En gran medida el cuarto álbum de Mala Rodríguez tiene un considerable peso de canciones más bien suaves.

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Son varias las que utilizan medios tiempos R&B que podrían decepcionar a los que esperan otra ‘Niña’. Sin embargo, los que disfrutaron con ‘Tiempo pa pensá’ de ‘Malamarismo‘ se pondrán las botas con ‘Un corazón’, que cautiva tanto quizá porque la parte intensa de la canción, lo que parece el estribillo, sólo sale una vez, ‘Prima’ o ‘Ama’, con su sencilla pero bonita línea de piano.

Y tampoco estamos en absoluto ante un disco de baladas. ‘Galaxias cercanas’ («a mí me han parido FUERTE») y ‘Yo no mato el tiempo’, ambas de Griffi, co-productor del disco que será algo ahogado en las reseñas porque de la mayoría de los temas se ha encargado el norteamericano Focus, hijo de un Chic; son ya favoritas de los directos. Además es destacable que alguna de esas pistas que parecen un amable tema de Babyface se transformen en lo que se transforma ‘Por eso mato’, con sus referencias al racismo, a la homofobia o a la globalización, que pueden ser tildadas de demagógicas o contradictorias (como si no lo fuéramos todos), pero al menos dan que pensar a una nueva generación que parece venir idiotizada de las escuelas (¿se atreverán a canturrear sus fans hip-hoperos la frase del «maricón» y la «lesbiana»? ¿la customizarán a su gusto?).

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Sobran y mucho ‘Interferencias’ y ‘Flores, vitamina y mucho sexo’ y quizá la intervención de Estrella Morente en ‘Patito feo’, ya puestos, era algo mejorable, como el concepto lírico del disco (‘Dirty bailarina’ es un personaje que no deja de ser ella misma, la de siempre). Sin embargo, La Mala sigue sin nadie que le haga sombra en lo suyo y todo lo que hace termina siendo defendible de alguna manera. Cuando éramos pequeños y la Superpop traducía las canciones de pop, cambiando un «baby» por «nene» sin pestañear, nos chocaba esta palabra. Ahora ella puede hacer que suene celestial algo como «acuéstate conmigo esta noche, nene».

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘En la línea’, ‘Por eso mato’, ‘Nene’, ‘No pidas perdón’
Te gustará si te gustan: tanto el flamenco como Babyface
Escúchalo: Spotify

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