De un tiempo a esta parte, son muchas las voces que se alzan en contra de la serie que, el año pasado, se ganó el favor de la crítica y el público. ‘Glee’ parece que ha perdido su conexión con sus fans, y no son pocos los que han abandonado la serie por considerarla blandita, muy floja en sus tramas o, simplemente, un soberano coñazo.
Sorprende que, de repente, este producto televisivo haya caído en la desidia más absoluta. Y aunque los datos de audiencia siguen siendo igual de buenos que al principio (no parece que esta percepción esté afectando lo más mínimo a los norteamericanos), sí que es cierto que ‘Glee’ se ve abocada a perder una parte del público más adulto, convirtiéndose cada vez más en una serie para todos los públicos y olvidando lo que era en un principio: una serie válida para niños, pero con gran parte del contenido dirigido a los adultos.
Esto no tendría que haber sido un problema si la serie hubiese mantenido los estándares de calidad a los que nos tenía (mal)acostumbrados. Si bien ‘Glee’ no podía verla cualquiera -hay muchos detractores del género musical-, sí era una serie recomendada para todos aquellos que disfrutan viendo musicales allá donde van.
Y ahí es precisamente donde (parece) que ha empezado a residir el problema del coro protagonista de este simpático dramedy. Está claro que cada vez cuentan con más recursos y que los números son cada vez más impresionantes o -lo que es prácticamente lo mismo- más pintones. Las canciones no han perdido ni un ápice de su calidad:
…y tampoco lo han hecho los mash-up:
Entonces, ¿qué es lo que pasa? Obviamente, que ‘Glee’ se ha olvidado de continuar ofreciendo, en la medida de lo posible, una estructura lo más cercana al musical teatral posible. Las canciones y actuaciones se han convertido en un fin en la historia, en lugar de ser un medio. Mientras en la primera temporada disfrutábamos de canciones capaces de ayudarnos a comprender la historia, en esta segunda los temas escogidos poco tienen que ver con el resto de la trama. Y si esta ya era floja en la primera temporada, obviamente es aun peor sin canciones de fondo que la apoyen, o que lo hagan mínimamente.
Por otro lado, sorprende la necesidad de los responsables de la serie por hacer episodios temáticos, o dedicados a un personaje o evento de la canción. Mientras que ‘The Rocky Horror Glee Show’ (obviamente dedicado a la película de culto ‘The Rocky Horror Picture Show’ durante la semana de Halloween) fue un capítulo muy decente y digno seguidor de ‘The Power of Madonna’, aquel episodio de la primera temporada que rendía culto a la ambición rubia; el segundo episodio de la segunda temporada, dedicado a Britney Spears, fue un flop en toda regla. Canciones que prácticamente no tenían nada que ver, un argumento digno de preescolar (la anestesia, el dentista, los sueños…) y una aparición de Britney Spears totalmente descafeinada. Para eso, nos quedamos con su intervención en ‘How I Met Your Mother’, infinitamente más divertida y sorprendente. Ryan Murphy, ¿no será que los nuevos seis guionistas que contrataste en enero de 2010 te están destrozando el producto?