Olvidado ya el el semi-fracaso del año pasado, con un programación orientada a un público rockero muy determinado, el BBK Live ha vuelto a lo que mejor sabe hacer: programar un festival para todo tipo de audiencias con grupos capaces de congregar a gente que jamás ha comprado un disco y bandas cuyos seguidores vivieron la revolución del cd con desgana.
El jueves, a pesar de la excelente organización de los autobuses que suben al recinto desde Bilbao, se notó ya desde un principio que la afluencia iba a ser masiva gracias a Coldplay, que atrajo a un público que de otra forma jamas habría pisado el festival, y al resto del cartel que, dado su eclecticismo – Russian Red Vs. Crystal Castles -, consiguió reunir una cantidad de público más que aceptable.
Ken Zazpi: Después de llegar justo a tiempo para el ‘Animal’ de Neon Trees, el único «hit» del grupo, y de alucinar en colores con el estilismo del cantante, Ken Zazpi ofreció desde el escenario pequeño un concierto con un volumen atronador en el que tocaron sus canciones para adolescentes fusiladas de los Coldplay y los U2 más casposos. Con la sensación de que en cualquier momento se iban a poner a cantar ‘Where The Streets Have No Name’, el grupo de Gernika fue metiéndose poco a poco a la audiencia, bastante numerosa, en el bolsillo y consiguió que a pesar de su propuesta manida y trillada el concierto no fuese un auténtico aburrimiento para un no fan.
Russian Red: Cierto sector del público vasco podría haber aguado la fiesta a Lourdes Hernández en su debut en un escenario tan grande y con tanta gente viéndola, pero al final la sangre no llegó al río y lo que más se oyó fueron comentarios acerca de lo bien que cantaba, de lo elegantes que iban todos los miembros de la banda, trajeados aun a pesar del sol, y de lo bien que sonaron los temas de ‘Fuerteventura’, que formaron el grueso del repertorio. Un poco necesitada de llenar un escenario tan grande, Lourdes hizo lo que pudo bailando y jugando con su banda y, en mi opinión, no sólo consiguió salvar la papeleta sino que se marcó uno de los conciertos más bonitos del festival. Seamos sinceros, su último disco es uno de los más bonitos del año y ya va siendo hora de reivindicar lo bonito. ¿Qué tiene de malo vestir bien, cantar bien, tocar bien y hacer canciones chulas?
Beady Eye y The Twilight Singers tuvieron que tocar ante un público que estaba ahí esperando a Coldplay y que no tenía ningún interés en lo que estaba sucediendo en el escenario. Aun así, si Liam Gallagher y los suyos hubiesen puesto un poco más de ganas y hubiesen recuperado algún que otro tema de Oasis quizás habrían evitado ser el grupo más coñazo del festival y habrían dejado que ese honor recayera en The Twilight Singers, que sólo consiguieron interesar un poco con una versión de ‘Everlasting Love’ bastante macarra.
Blondie: Desde primera fila, la sensación de que Blondie eran los auténticos cabezas de cartel del jueves era bastante evidente. Quizás por eso, cuando la protagonista de ‘Videodrome’ saltó al escenario con ‘Union City Blue’ se metió a todos en el bolsillo con dos poses y no necesitó de nada más para triunfar. Con un volumen de sonido bastante menor que el que Ken Zazpi había tenido en el mismo escenario, pero más que suficiente, Blondie fue desgranando sus grandes éxitos y algún que otro tema de su nuevo disco delante de un Mario Vaquerizo que entró como una exhalación desde la zona VIP a la primera fila del concierto al grito de «¡¡quiero que vea que alguien se sabe las canciones de su nuevo disco!!». El concierto fue transcurriendo y a ‘Atomic’ le siguió un «hi… Bilbao? this is Blondie calling» que sirvió de intro para ‘Hanging On The Telephone’, uno de los temas más coreados.
Con los miembros de Beady Eye y Crystal Castles – Alice bailaba como una niña buena de 12 años – en el backstage y con Mario Vaquerizo haciendo como que se sabía las canciones abriendo mucho la boca al cantar, Blondie tuvo el valor de interpretar ‘Wipe Off My Sweat’ – «ayyy, la de Papito» gritó el otro – y el público se lo perdonó porque lo que vino después fue un auténtico éxtasis colectivo con ‘Rapture’ mezclada con el ‘(You Gotta) Fight for your Right (To Party)’ de los Beastie Boys, que hizo que hasta el señor cincuentón que tenía a mi lado se pusiera a repartir codazos, seguida de «Heart of Glass» y «One Way or Another». Y así, con dos cojones y un tambor, Debbie Harry demostró que a sus 66 años es la única que puede salir a actuar disfrazada de M.I.A Vagabunda, dar una clase de estilo, actitud y clase en el escenario y reventar un festival. Respect.
Coldplay: El plato fuerte del festival para algunos empezó con fuegos artificiales, problemas de sonido y una actitud muy distinta a la vista en el otro escenario. Donde Blondie atacaba basándose en un repertorio efectivo y apropiado para un festival, Coldplay intentaba llenar de filigranas el escenario dejando en evidencia que es un grupo de dos «hits», que su directo carece de ritmo, que muchas de sus canciones son tremendamente aburridas y pretenciosas y que gran parte del público que abarrotaba el recinto estaba ahí para corear ‘Viva la Vida’ y ‘Clocks’. Punto pelota. Cada vez que los de Chris Martin interpretaban una canción conocida o alguno de sus hits el público se venía arriba pero eso no fue suficiente. Cuando ya en los bises tocaron ‘Fix You’, la gente se pensaba que era una canción nueva y deslució bastante todo el asunto.
Crystal Castles: Mientras mucha gente corría para evitar las colas en los autobuses, los fans de los Crystal Castles y de Coldplay, en un principio incompatibles, se dieron cita pacíficamente en el escenario pequeño para ver a Alice en acción. Definitivamente, los Crystal Castles van a piñón fijo y en su concierto no hubo cabida para sorpresas. Con los problemas de sonido habituales, el público vasco, todavía con txapela, se preguntaba si a Alice se le había estropeado el micrófono o si realmente eso era así. El concierto resultó bastante flojo, ‘Baptism’ se quedo en agua de borrajas y con el apagón de las pantallas laterales todo el mundo tuvo la sensación de que el chiste se estaba alargando demasiado. Está muy bien que te tires al público por hacer el chiste pero si lo haces 16 veces seguidas es muy probable que a la que hace 17 la gente empiece a aburrirse. Y más cuando canciones como ‘Not In Love’, o ‘Celestica’, que deberían haber supuesto una experiencia casi mística, se convierten en un bluff en toda regla. No es que estuviese mal pero fue una decepción dadas las expectativas que todos teníamos en este concierto.
Fotos: Iñaki Espejo-Saavedra. Surfer Rosa en Flickr. ¡Gracias!