Si con ‘El Ritmo de los Acontecimientos‘ (2010) Joaquín Pascual buscaba reivindicar su figura dentro del pop español (no es para menos teniendo un currículum que incluye formaciones capitales como Surfin’ Bichos y Mercromina), con ‘La Frontera’ afronta directamente los puestos de cabeza. Despojado de la modestia y del espíritu de bagatela de su primer álbum en solitario, se muestra confiado de sus capacidades y de su experiencia para fabricar un disco de raíz conceptual y calculado al milímetro, pero que no pierde la frescura en ningún momento.
‘El Ritmo de los Acontecimientos’ era un álbum explosivo y ligero para el que el autor compuso las canciones del tirón y las grabó con urgencia pero con profesionalidad. De ahí surgieron diecinueve fogonazos vitales instantáneos que, cada uno en su propio estilo, recuerdan por su brevedad e inmediatez a los ‘Popemas‘ (2002) de Nosoträsh. ‘La Frontera’ se muestra como la otra cara de la moneda, mucho más pensado y reposado, donde cada canción, aun formando parte de un todo coherente y bien hilado, tiene una personalidad propia y mil recovecos por los que transitar, ya sea por la voz grave y áspera que sobrevuela cada tema, unas letras profundas, unos arreglos deliciosos o la brillante producción de Paco Loco, que también se encargó del anterior álbum. Por eso mismo el número de temas ha sido menor: el disco consta de diez cortes, de los cuales nueve son canciones propiamente dichas y una de ellas es un instrumental.
A pesar de la portada, creada por su paisano Joaquín Reyes, en tonos claros (verdes, azules), ‘La Frontera’ es un disco al que le pegan más los colores terrosos, saturados y apagados, con destellos de luminosidad inesperados (la mercrominiana ‘Hotel Romántico’, ‘Vivir por Vivir’), y un aire cinematográfico más allá de las poderosas imágenes que crean versos como «un ritmo caliente para acompañar nuestro paseo por la mina abandonada» (‘Ritmo Caliente’). Existe la tentación de calificarlo de fronterizo, cómo no, pero no a la manera de Grupo Salvaje o Clint, sino más bien a la del folk polvoriento del Nacho Vegas de ‘Actos Inexplicables‘ (2001). El espíritu del gijonés se manifiesta en una forma de cantar que es casi susurrada, limando las inflexiones melódicas y las explosiones de emotividad, cosa que el propio Joaquín Pascual afirmaba haberse esforzado en hacer. Pero es sobre todo cuando las letras se vuelven más oscuras cuando recuerda a Vegas: ‘La Reacción’ parece una canción de la que no se puede salir, tiene una atmósfera malsana que no se advierte en su guitarra acústica y que concuerda con una letra que se pregunta: «por qué no veo el humo si sé que hay un incendio».
‘La Frontera’ de la que habla Pascual no es una frontera física, ni siquiera una frontera emocional. Es la de los pensamientos que se quedan en la mente, agazapados, que al acercarse a ellos se descubren en formas vagas que dificultan su salida al mundo exterior, tan concreto. Por ello es adecuado el ambiente onírico de ‘Tres Vidas’ y ‘Los Protagonistas’, en las que las flautas recuerdan que el suelo que pisas son en realidad arenas movedizas. Si ‘El Ritmo de los Acontecimientos’ contenía -detrás de unas letras algo pesimistas pero que no olvidan el sentido del humor- un espíritu enérgico y extravertido, ‘La Frontera’ alberga una introspección hacia terrenos oscuros que deja marcado.
Puntuación: 8,5/10
Lo mejor: ‘Ritmo Caliente’, ‘Hotel Romántico’, ‘Cosas Bonitas’
Te gustará si te gustan: Mercromina, Nacho Vegas, Jeremy Jay, el folk polvoriento
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