Los programadores odian la televisión

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Los programadores odian la televisión

Un súbito zapping entre cadenas nos trae unas malísimas noticias: Cuatro está emitiendo seguidos los tres capítulos que componen la imprescindible miniserie ‘Black Mirror’, de la que en principio no íbamos a hablar esta vez porque ya la comentamos poco después de su estreno en diciembre del año pasado (aprovechamos para anunciar que parece que la segunda temporada comenzará a emitirse a finales de enero de 2013, si es que los mayas no estaban equivocados).

La cosa está en que, ya por si fuera poco que Cuatro se quite de un plumazo y en una misma noche los tres capítulos seguidos, de aproximadamente una hora cada uno, engendrando una especie de maratón imposible de cuadrar con los horarios de una persona que se tenga que levantar para trabajar al día siguiente; los programadores han decidido incluso pervertir el orden original de la serie, que fue emitida en tres capítulos diferentes, con un orden determinado (el primero fue ‘The National Anthem’, el segundo ’15 Million Merits’ y el tercero y último ‘The Entire History Of You’). En España, el segundo se ha emitido el último, y el tercero, en segundo lugar.

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Si bien los tres capítulos cuentan historias diferentes, los tres tienen algo en común: hablan de la presión en distintos ámbitos de nuestra vida. El primero de la que es capaz de ejercer la sociedad sobre los medios de comunicación y, a la postre, sobre el sujeto. El segundo, la capacidad de los propios medios de comunicación de manejar al sujeto y gracias a sus élites, influir sobre él con la promesa de cambiar su vida; al tiempo que el gobierno lo subyuga a través del trabajo y lo somete a la tiranía del dinero. El tercero y último habla sobre una presión mucho más sibilina pero infinitamente más peligrosa: la de la sociedad sobre el individuo. Y por supuesto, en todas hay un fuerte componente de adicción y dependencia a la tecnología.

Los tres pueden entenderse, perfectamente, por separado. Incluso, uno puede entenderse de forma aislada. Pero, ¿por qué Cuatro decide, además de cometer la atrocidad de programar los tres capítulos en una sola noche, intercambiar su orden? Probablemente esto no se deba a otra cosa más que a la debilidad de los propios programadores, incapaces de defender una apuesta con franqueza y firmeza.

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¿Y a qué viene esta afirmación? A que gran parte de los que ya han visto y / o hablado de esta serie, sostienen que el segundo capítulo es más flojo (no es ni mucho menos la percepción que yo tengo, pero eso es algo que va en gustos, obviamente) y por eso han decidido relegarlo. El segundo, ’15 Million Merits’ puede presentar una ficción más común, en tanto en cuanto hemos visto historias semejantes en la pequeña y gran pantalla en multitud de ocasiones (y en la literatura), pero la realidad es que metafóricamente es uno de los más cercanos a la realidad: un grupo de personas que trabaja prácticamente sin descanso y sin sentido, acumulando puntos a modo de salario con la ilusión de vivir una vida mejor, de ascender y que, después de apostarlo todo a una ficha, se quedan sin nada, prácticamente enloquecen y… ¿se pervierten? ¿Mantienen sus creencias, pero se integran en el sistema de forma que pasen desapercibidos para no llamar la atención?

El debate sobre si un episodio de la serie es mejor o no, es prácticamente estéril, porque la realidad es que los creadores de la serie decidieron un orden, muy probablemente, por algún motivo. Ahora los programadores de Cuatro han jugado a ser más listos que nadie, menospreciando una de las historias y cediendo al sentir popular, por el simple hecho de ventilarse por la vía rápida algo que podría ser una obra maestra… pero que la mayor parte de la gente se habrá cansado de ver porque el maratón es demasiado largo para cualquier persona normal. Y de eso se deducirá que, en el fondo, las series extranjeras no son para tanto, y no merece la pena invertir en ellas cuando nosotros tenemos ‘La que se avecina’ emitiéndose en la competencia-que-no-es-competencia. ¿Se imagina alguien que Spotify decidiese el orden de las canciones de los discos sin que los usuarios pudiésemos hacer nada por evitarlo?

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Y luego se preguntan por qué la gente ya no ve televisión y prefiere descargarse series a porrillo.

(Agradecemos a DiPorDior que nos haya prestado el titular de uno de sus tuits)

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