Nacho Vegas, más desnudo todavía

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Nacho Vegas, más desnudo todavía

Alguna vez he oído decir a Nacho Vegas algo así como que no sabía para qué concedía entrevistas, cuando con lo explícitas que son algunas de sus canciones, muchas veces no quedaba nada que preguntar ni contestar. Es el caso de muchas de sus letras, que han hablado de la muerte de su padre, indirectamente de la situación política en Asturias y España, del desamor y, sobre todo, de las drogas. Así se refleja en el libro que ha editado Lengua de Trapo bajo su colección Cara B, aquella que el año pasado debutaba con un libro sobre ‘Omega’ y otro sobre ‘Una semana en el motor de un autobús’ de Los Planetas, y trama ahora la edición de un cuarto sobre el único disco de estudio de Alaska y los Pegamoides.

¿Para qué queremos, pues, un libro sobre un artista que dice todo tan claro? Partiendo de la base de que Nacho Vegas ha concedido muchísimas entrevistas a lo largo de estos años, tanto a medios generalistas como a pequeños fanzines, pasando por casi todo tipo de formatos, quizá era necesario un aliciente más. Carlos Prieto (Público, Ladinamo) ha rescatado algunos de sus textos más interesantes (fragmentos de escritos semi-autobiográficos o declaraciones) y ha vuelto a hablar con Nacho largo y tendido, logrando profundizar en el álbum analizado, el doble ‘Cajas de música difíciles de parar’ (2003), situándolo en un contexto muy concreto.

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De un lado, ha sobredimensionado su valor político y social, que Nacho Vegas ha desarrollado más bien en sus últimos trabajos, especialmente en ‘Cómo hacer crac‘ para Fundación Robo. Pero incluso aunque muchos percibieran a Vegas en principio más como un «cantautor de historias» que como un autor combativo, el análisis sobre lo apolítico del indie en España durante los 90 es uno de los grandes valores del libro. En contraposición a los mensajes claros de artistas como Housemartins o el siempre arriesgado para bien o para mal Morrissey, toda una generación en España miró hacia otro lado mientras se formaba la burbuja inmobiliaria porque en democracia «ya estaba todo conseguido».

Por otro, Prieto profundiza como no tanta gente se ha atrevido en la vida personal de Nacho Vegas: su relación y ruptura con Bea de Nosoträsh, su bisexualidad y su enfado con Genís de Hidrogenesse por su definición de ella, sus historias en Las Barranquillas, en los baños de la Fnac, etcétera. ¿Un ejercicio de exhibicionismo de aquel hombre que sostenía tímidamente una revista Cuore en uno de sus vídeos? Quizá, aunque también hay una respuesta para el que así lo crea. Uno de los puntos sobre los que vuelve una y otra vez el libro es el juego en torno al «Nacho Vegas personaje», que estuvo a punto de devorar al «Nacho Vegas real», resuelto siempre con cierto sentido del humor (y diría que también cierta impasibilidad) por parte del artista.

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Aunque algo corto y con algún error insignificante (¿de verdad estaba Nacho Vegas en 1992 en 8º de EGB, con 18 años?), ‘El desencanto de Nacho Vegas’ plantea un análisis de todas estas cuestiones, que aquellos que vieran en Nacho al «típico cantautor maldito y ya», devorarán con los ojos abiertos como platos, si no es por todo lo que puede concluirse sobre este y otros discos del artista (no puede faltar una nueva vuelta sobre ‘El ángel Simón’), al menos porque deja por el camino anécdotas tan impagables como las que se cuentan sobre un concierto conjunto con Cat Power (nunca volverás a verla con los mismos ojos), un epílogo de Fernando Alfaro y una relación de influencias literarias que van desde lo obvio (Dennis Cooper, Michel Houellebecq) a lo no tan obvio (Buero Vallejo, cierta indiferencia por Ray Loriga). 8.

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