Hay un momento en el nuevo disco de Depeche Mode en el que el tema que lo cierra, ‘Goodbye’, parece que acaba… pero no. Alejándose de lo predecible, esta canción de influencias country con la que es imposible no acordarse de ‘Personal Jesus’ aunque sea ligeramente, hace explotar sus sintetizadores justo cuando parece que el disco ha terminado. Esta tontería resume más o menos la esencia de un álbum que probablemente nadie esperaba ya de Depeche Mode, un ‘Delta Machine’ que, como sus autores, no tiene necesidad de innovar, pero sí voluntad de sorprender.
Justo lo contrario logró ‘Heaven’, un improbable primer sencillo en plan “torch ballad”, de solemne melodía, que por razones obvias no caló demasiado hondo ni entre los fans de toda la vida ni entre los fans recientes. No es que sea mala (es buena), pero no es un single. En el álbum hay temas lentos substancialmente más convincentes como la preciosa ‘Slow’, muy efectiva en su uso de ambientaciones inquietantes y en lo simple de su riff de guitarra, pero sobre todo melódicamente estupenda, o por supuesto el clásico número a solas de Martin Gore, ‘The Child Inside’, tan distintivo de su sonido como siempre. La letra además es absolutamente perturbadora, con frases como “puedo oír ese horrible sonido desbordante / y ver a lo lejos un niño ahogándose / el niño en tu corazón”.
Lo que sorprende de ‘Delta Machine’ no obstante no es que una pionera banda que cuenta ya con más de treinta años de historia continúe componiendo buenas canciones (Gahan incluido) sino que su sonido presenta una vuelta de tuerca que le confiere una identificable personalidad propia, lo que quiere decir que, en su decimotercer trabajo, Depeche Mode aún siguen teniendo cosas interesantes que decir. La calidad gótica de temas como ‘Broken’ seguramente te recordará a algún clásico, pero todas estas canciones pertenecen a este disco. Los Depeche Mode de siempre haciendo las canciones que se espera de ellos al mismo tiempo que reoxigenan su dilatado catálogo: eso es ‘Delta Machine’.
Pero que no nos confunda el fanatismo. Este es un muy buen disco también (o quizás sobre todo) gracias a su excelente producción, a cargo de nuevo de Ben Hillier, que ya produjo los dos últimos álbumes de la banda de Essex, y de su mezcla cortesía de Flood (U2, New Order, Goldfrapp). El sonido es impresionantemente claro y nítido y el inteligente uso de los diferentes canales de audición hace que la escucha con cascos no sea solamente fascinante sino también obligada. En cuanto a su discurso, Depeche Mode lo han ensuciado, arrugado, retorcido y oscurecido a base de sintetizadores afilados como un cuchillo y entretenidos ruiditos y trucos de producción varios.
De este modo ‘Angel’ es sin duda el tema clave del álbum. El primero, ‘Welcome To My World’, es mejor porque su melodía quiere ser hermosa y no rara o inexistente como la de ‘My Little Universe’ (un no obstante fantástico acercamiento de Depeche Mode al IDM de Thom Yorke circa 2006) y porque presenta una progresión bastante excitante (con razón abre el disco); pero ‘Angel’, con sus guitarras procesadas del canal derecho y su chorro de sintetizadores del canal izquierdo, así como su inusual estructura sin un estribillo claro, pero con un dinamismo tipo tensión/relajación muy bien resulto, es el tema que mejor condensa el concepto sonoro de ‘Delta Machine’. Es fresco, memorable y puro Depeche Mode.
Nada de esto significa, sin embargo, que este disco contenga algún clásico a la altura de las inmensas ‘Wrong’ y ‘Peace’ del por otro lado regular ‘Sounds of The Universe’. A menos que el segundo sencillo, ‘Soothe My Soul’, de intrigantes estrofas y pegadizo aunque perezoso estribillo, y muy bien colocado en el álbum (hacia el final), dé inesperadamente la campanada -algo que no va a ocurrir-, ‘Delta Machine’ es un álbum de correctas, buenas y muy buenas canciones. Hay un puñado de singles perfectamente identificables aquí, como ‘Secret to the End’ o la industrial ‘Raw Nerve / Soft Touch’ y otras de las mencionadas que ridiculizan la elección de ‘Heaven’ como anticipo de ‘Delta Machine’, pero de haber sido alguna de estas canciones escogidas en su lugar, lo cierto es que su impacto no hubiera sido para tanto.
No obstante, hay que aplaudir la dirección que han tomado Depeche Mode para este disco. ‘Delta Machine’ sorprende sonando a lo de siempre pero a algo nuevo al mismo tiempo, a un lóbrego pop-rock de sintetizadores que incluso parece por momentos cómodo en los límites de lo audible. Flood está espléndido aquí, y la banda cierra con Hillier una trilogía de álbumes junto a él con su mejor disco en años, pero sobre todo brillan Depeche Mode, entregando un ‘Delta Machine’ asombrosamente consistente en su concepto que, sin embargo, no cesa de entretener hasta el final, cuando ‘Goodbye’, esta vez sí, acaba.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Welcome to My World’, ‘Angel’, ‘Slow’, ‘The Child Inside’
Te gustará si: no buscas obsesivamente varios hits
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