Justin Timberlake no está sobrevalorado

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Justin Timberlake no está sobrevalorado

mtvvma13_show_justintimberlake¿Qué sería de una ceremonia de MTV sin un claro ganador para los titulares? Aunque anoche nadie arrasó recibiendo varias estatuillas como Peter Gabriel el año de ‘Sledgehammer’ (hasta diez se llevó aquel 1987), el claro ganador fue Justin Timberlake. Lo fue porque recibió el premio a mejor vídeo por ‘Mirrors’, dedicado a su esposa Jessica Biel y a sus abuelos, además del correspondiente a mejor montaje por este mismo corto y el de la mejor dirección por ‘Suit & Tie’; y porque la organización decidió otorgarle el premio especial a una carrera «innovando», que recibe el nombre de Michael Jackson Vanguard Award desde 1991, es decir, casi 20 años antes de que falleciera el Rey del Pop, dándole la oportunidad a Justin de realizar una actuación de 15 minutazos.

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Este premio honorífico se entrega algunos años sí y otros no. A lo largo de las diferentes ediciones concedido a gente como David Bowie, The Beatles, Madonna, David Byrne o George Michael, en el siglo XXI sólo se ha entregado a U2 (2001), Duran Duran (2003), Hype Williams (2006) y Britney Spears (2011). ¿Por qué se ha decidido MTV a recuperarlo para entregárselo a Timberlake? En primer lugar, por estilo. Constantemente influido por los ritmos funkys más sensuales de Jackson 5, pocos como él serían merecedores teniendo en cuenta el nombre del galardón. En segundo, no cabe duda de que su ya larga carrera es más digna de un reconocimiento que la de, por poner un ejemplo, Bruno Mars. Y en tercero, el buen estado de forma en que se encuentra Justin, quien tras grabar ‘The 20/20 Experience‘ en secreto, cuando mucha gente le consideraba retirado, ha logrado que la primera parte de ese disco se sitúe de momento como el álbum más vendido en el mundo en 2013 con más de 3 millones de copias, según las estimaciones de Mediatraffic. La enorme cantidad de discos que se despachan en Navidad y futuros lanzamientos como los de Eminem, Katy Perry o Lady Gaga podrían hacerle perder tan preciada posición, pero nada podría enturbiar otro año excelente para el artista.

Cuando la actuación de anoche de Justin no terminaba de acabar, eran muchos los que cuestionaban en nuestros foros o en las redes sociales que el artista mereciera tanta atención. Soy de los que opina que al menos esa primera parte de ‘The 20/20 Experience’ (la segunda llegará a finales de septiembre) está sobrevalorada por algunos medios o incluso por algunos de mis compañeros de redacción. No termino de ver en ‘Mirrors’ más que una enésima parte de la fabulosa ‘Cry Me A River’ que además ya intentó recrear en ‘Devil Wouldn’t Recognize You’ junto a Madonna; dudo que a esta o a Jennifer Lopez se les perdonara el momento latino de ‘Let The Groove Get In’; y casi todas las canciones parecen demasiado extendidas, como intentando recuperar las enormes cumbres del disco anterior, el infravalorado (por nosotros mismos) ‘FutureSex / LoveSounds’, que contenía una excelente serie de canciones dobles como ‘Lovestoned / I Think She Knows’ o ‘What Goes Around… / …Comes Around’.

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Aún caben dudas sobre algunas cosas de Justin Timberlake, pero hay que estar muy ciego para no ver que sus temas menores, que están ahí desde que ‘Justified’ se cerraba con algo tan blandito como ‘Never Again’, nunca rozan lo bochornoso, por lo que jamás enturbian la grandeza de sus excelentes ideas (lo mismo que sucedía en ‘Thriller’ o ‘Bad’). Los más nostálgicos se llevarán las manos a la cabeza porque la comparación quepa siquiera, pero incluso en el insoportable formato batiburrillo-popurrí en el que es imposible disfrutar de una buena canción, anoche quedó claro mientras Justin repasaba su discografía, que con la llegada a los 30 se le han acumulado los temazos. Eché de menos el góspel de ‘Losing My Way’, pero sí sonaron ‘Sexyback’, ‘Like I Love You’, ‘My Love’, ‘Señorita’, ‘Cry My A River’, mi nueva favorita ‘Suit & Tie’, algunas de sus -más prescindibles- canciones junto a ‘N Sync o el nuevo single ‘Take Back The Night’, que de manera extraña de momento no ha logrado ningún éxito comercial, quizá debido a cierta saturación de varios sencillos suyos en el mercado: ‘Mirrors’ sigue en el top 20 del Billboard Hot 100 nada menos que 27 semanas -medio año- después; y su colaboración con Jay-Z ‘Holy Grail’ es un sólido top 10 en UK y USA.

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Una de las cosas que hacen grande a Justin es su aparente humildad, que impiden que caiga mal a nadie como otras estrellas del pop. Este año concedía una entrevista a dos estudiantes de instituto desconocidas que eventualmente terminaba publicada en Rolling Stone. Lo hacía, a pesar de que no concede tantas, porque le hacía ilusión hablar con algún periodista joven que aún tuviera ilusión por la música. En ella habla sobre cómo su trabajo como actor -bastante bien considerado en películas como ‘La red social‘- le ha ayudado a progresar como artista y a crear un personaje como el de este último disco; de manera significativa se refiere a Timbaland como a un «hermano» debido a la excelente química entre ambos (también habla muy bien de su antiguo colaborador Pharrell); y en el momento más emocionante del texto recuerda dos consejos vitales de su madre, que le pidió que trabajara siempre dando el 115% de lo que pudiera dar y que aprovechara su don y lo trabajara sin olvidar nunca que no era más que un don como otro cualquiera que tenía que ser cultivado.

Esas palabras han hecho mella probablemente en el joven que el mundo conoció, como a Britney o a Ryan Gosling, en el Club de Micky Mouse, y que después le han llevado a fundar restaurantes en Nueva York y California, intentar reavivar MySpace, crear su propio sello, presentar unos premios MTV y Saturday Night Live, trabajar con Ciara o Leona Lewis, colaborar con McDonald’s y elaborar su propia marca de tequila, entre muchas otras cosas. Un hombre apañado que lo mismo reconoce que apareció fumado en el programa de bromas Punk’d, que tiene los huevos de disculparse por el incidente de la teta junto a Janet Jackson en la Super Bowl, y que no sólo planea un nuevo álbum sino una gira mundial al margen de la desarrollada este verano junto a Jay-Z en la que ninguno era telonero sino que actuaban juntos; además de una nueva película que estrena junto a Ben Affleck este otoño (‘Runner Runner’).

Puede que ‘The 20/20 Experience’ no sea ese disco perfecto que aún esperamos de un hombre perfecto. Es completamente loable su consecución de atmósferas y ritmos, pero no tanto la de 10 canciones que funcionen de manera individual (el propio mánager Johnny Wright reconocía que esto último no era el objetivo). Así, mientras medios como Pitchfork se han deshecho en elogios hacia él, otros como AllMusic lo ha castigado. Pero independientemente de que estemos más o menos satisfechos con los resultados de su dirección artística, lo indudable es que esta existe y no puede estar mejor definida. Como tercer disco llamado a consolidar una carrera, es claro que es un lanzamiento lo suficientemente diferente a los anteriores y medido al milímetro como para resultar interesante. Ambicioso y con distintos ganchos, es difícil creer que pudiera ser mejor para una superestrella del pop en busca de la madurez. Nos vemos en los Grammy, ¿verdad?

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