La nota de prensa de ‘One Breath’ define el segundo disco de Anna Calvi como una obra que navega entre “el optimismo y la desesperación” y entre “la belleza y la fealdad”. No es novedad que a la británica le gusten los contrastes, pero ‘One Breath’, excelentemente producido por John Congleton (Marilyn Manson, Bill Callahan, St. Vincent) los lleva casi hasta el extremo. El tema que titula el disco, de hecho, se pasa tres minutos exactos acumulando tensión y cuando crees que va a descargarse al fin en un mar de guitarras furiosas, Calvi decide arrugarlas y dar paso, en su lugar, a una orquesta de cuerdas.
Hay más momentos como ese en ‘One Breath’. El gran single ‘Suddenly’, de pegadizos tarareos, incluye hacia la mitad una sección robusta como venida de la nada, mientras los cambios en la intensidad del tema que le sigue, ‘Eliza’, son directamente esquizofrénicos. Por su parte, ‘Cry’ experimenta con la suciedad de las guitarras pero incorpora también un hermoso organillo de fondo, que da lugar después a una explosión de ruido tan enérgica como breve. Esta mezcla de intensidad contenida y épica casi mesiánica alcanza su clímax en ‘Tristan’, con bien de coros heroicos y distorsión.
El tema con espíritu punk por excelencia del disco es ‘Love of My Life’. Se trata de la robustez rock de la mejor St. Vincent (que ya parece una influencia en la pegadiza y cacofónica ‘Piece by Piece’) llevada casi al máximo. Por lo general, sin embargo, ‘One Breath’ es la bipolaridad hecha rock. Y esto dicho en el mejor de los sentidos. Solo así puede definirse un tema como ‘Carry Me Over’, que en su “break” instrumental cruza la dulzura de la percusión con la aparición esporádica de una guitarra eléctrica y unos afilados violines, para más tarde alcanzar el cielo gracias a la orquesta y a una melodía con calidad de himno atemporal.
No es el instante más bello del álbum. Ese premio se lo lleva ‘Sing to Me’, una pieza de melodía sublime fantasmagórica solo propia de los últimos Goldfrapp. Presenta además voces de ultratumba, rasgueos de guitarra y una voz tan versátil como la de Calvi quien, a medias entre la fiereza de Karen O, la sensualidad de Lana del Rey y la elegancia de PJ Harvey se confirma en ‘One Breath’ como una absoluta diva capaz tanto de susurrarte al oído (‘One Breath’) como de elaborar una actuación tan delicada, pero más tarde tan potente, como la de ‘Bleed Into Me’.
Solo al final del álbum, con la íntima ‘The Bridge’, Anna Calvi se calma, y más o menos. Es un tema tranquilo, protagonizado por un coro eclesiástico y poco rico instrumentalmente, aunque no carente de profundidad. Dice Calvi, en diciembre en España, que este disco lo ha inspirado “la muerte de un ser querido” y tanto la oscuridad de las letras como los dramáticos cambios de estado de ánimo a los que la británica somete a sus canciones son una buena representación de ello. Con ella Calvi cierra un gran trabajo valiente pero delicado, épico pero frágil que la revalida como una de las artistas y vocalistas con más talento de la actualidad.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Eliza’, ‘Piece by Piece’, ‘Sing to Me’, ‘Carry Me Over’
Te gustará si te gusta: Tom Waits, PJ Harvey, St. Vincent
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