Entre todos los 7 pulgadas del último par de años que podéis encontrar en vuestra tienda de vinilos más cercana, el editado por El Palacio de Linares para Elefant es uno de mis favoritos. Cuatro canciones en menos de diez minutos en los que cabían canciones tan frescas e inmediatas como ‘Himalaya’ y ‘Las tres gargantas’ junto a cortes con influencias muy bien entendidas de los Fleetwood Mac más afectados (‘Rojo hígado’) y expresas de Phil Spector en la adaptación libre de ‘Be My Baby’ ‘Franco belga’, probablemente el mayor hallazgo del grupo. La banda posteriormente publicaba otro single de cuatro temas llamado ‘La casa es negra’, correcto pero menos impactante, y recuperaba gracejo y espontaneidad con este 10 pulgadas que finalmente salía esta primavera.
Lo lograban con un gran single, ‘Hoochie-coo‘, que mezclaba referencias a ‘Gilda’, ‘El príncipe de Bel-Air’ y ‘Ponyo en el acantilado’, todo ello sobre un ritmo abiertamente pro-‘Faith’ de George Michael… para contar una historia sobre meter mano en el cine. Un tema que aparece en el vinilo como corte 2 después de otro metamusical lleno de humor en el que se encuentran la Velvet y Vainica Doble con el deseo de agradar a «Luisimón», que no son otros que los dueños de Elefant, sello que ya no les edita. En estos dos primeros temas encontramos la esencia pura de El Palacio de Linares: costumbrismo, referencias más o menos alternativas pero sobre todo muy pop, sentido del humor y autoparodia.
El grupo renueva su estilo a continuación, incorporando como fin de la cara A dos sorprendentes composiciones, consecuencia de un día que se les ocurrió hacer «canciones de cuatro palos folclóricos distintos y meterlas en una cassette de gasolinera». En primer lugar, en la jota llamada ‘Ana la plañidera’ es imposible no pensar en La Bien Querida, mientras en la segunda, contrasta su ritmo flamenco (citan a Lole y Manuel) con una letra que usa indistintamente el castellano, el catalán y el inglés.
Lo bien resueltas que están estas dos pistas dificultan que la cara B sea tan impresionante, con una ‘Prometo no reír’ adaptada de Barna Howard a cuyas guitarras eléctricas y acústicas no se ha sacado todo el brillo, o una ‘Simbabbad de Batbad’ que suena algo anodina. En este lado sin duda la ganadora es la tristona ‘Mayor’ («me asusta el final de otro día / me tiembla un poco el suelo / y tiembla mi edificio entero»), que nos recuerda el bien que ha hecho al grupo el contraste de voces entre chico y chica. Tristemente justo antes de la edición de este LP el cantante Ángel Román abandonaba la banda, siendo sustituido por una chica (Clara de Autonautas y La Ruleta China), en un grupo en el que la masculinidad de las letras cumplía una función primordial. Tocado pero no hundido (el batería Gonzalo Marcos manda bastante), El Palacio de Linares tienen ahora que reinventarse y seguro que, manteniendo la personalidad que les otorgan textos y melodías, siempre tan agridulces, lo consiguen.
Clasificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Hoochie-coo’, ‘Luisimón’, ‘Mayor’, ‘Ana la plañidera’, ‘El periódico al revés’
Te gustará si te gusta: Sr Chinarro, La Bien Querida, Un pingüino en mi ascensor
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