Mariah Carey publicó ayer ‘Infinity’, el tema que presenta su nueva recopilación de números 1 de cara a su inminente residencia en Las Vegas, ‘#1 to Infinity’ (muy redundante todo). El tema difícilmente devolverá a Carey la gloria de éxitos pasados por sonido y concepto («¿no ha sacado esta canción ya como cincuenta veces?», se preguntarán algunos y algunas, con razón) pero sí ocupará un lugar más o menos digno en el repertorio de una intérprete que, como vuelve a demostrar en su letra y, sobre todo, en ese dramático silbido final que parece que se acaba el mundo cuando viene, se toma menos en serio a sí misma de lo que nos la tomamos el resto de los mortales. No recuerdo quién dijo una vez que el problema de Mariah es que está obsesionada con ser Barbra Streisand y Pamela Anderson al mismo tiempo y es verdad, ¿pero y qué?
Y es que a Carey nunca le ha faltado sentido del humor. Aunque aquella frase sobre los mendigos, África y las moscas era un bulo que todos hemos disfrutado, la cantante sí parece consciente de la imagen que proyecta al mundo, decidiendo perpetuarla ella misma incluso en momentos de baja popularidad como el actual. «Tengo doce años siempre, cariño», afirmaba la cantante en Out Magazine en referencia a su imagen pública. Si ella misma lo dice, ¿quién somos nosotros para contradecirla? Seguro que Madonna la seguirá odiando pero apuesto a que sus fans la adoran cada vez más.
El inicio de siglo no trajo nada bueno a Mariah. Tras años de éxito continuado, tanto su película, ‘Glitter’, como su banda sonora y su posterior nuevo disco, ‘Chambracelet’, fueron rotundos fracasos. Antes de eso, Carey fue hospitalizada en un centro psiquiátrico por «agotamiento» y colapso emocional, entendiendo que se bebía hasta el agua de los floreros y siguiendo varias apariciones públicas totalmente erráticas como la de Total Request Live en 2001, donde se le fue tanto la pinza que aún la están buscando.
Después llegó ‘The Emancipation of Mimi’ y el renacer de Mariah Carey. ‘Mimi’ es uno de sus discos más vendidos y, por varios motivos, sencillamente el mejor disco de su carrera. Incluía, por supuesto, la excelente ‘We Belong Together’, que salvó su carrera del abismo y sublimó en sus breves tres minutos el sonido de un disco entregado a la elegancia del soul y R&B clásicos y al «groove» del hip-hop contemporáneo, convirtiéndose poco después en la canción más radiada de la historia de Estados Unidos; y temazos de primera clase como ‘Shake It Off’, ‘Get Your Number’, ‘Say Somethin’ o el glorioso número góspel ‘Fly Like A Bird’.
‘Mimi’ fue el origen de una Mariah que ya nunca sería entendida de la misma manera por el público de ‘Vision of Love’ pero que supondría no obstante el renacer de Carey para toda una nueva generación. Después llegarían vídeos con un alto grado de autoparodia como el de ‘Touch My Body’, letras hilarantes como la de ‘Up Out My Face’ («si fueramos dos bloques de Lego / ni siquiera el curso de graduación de 2010 de la Universidad de Harvard podría hacernos volver otra vez») o títulos de disco tan espantosos pero fascinantes como ‘Memoirs of an Imperfect Angel’ o ‘Me. I Am Mariah… the Elusive Chanteuse‘ (el de ‘Touch My Body’ se llamaba ‘E=MC²’).
Pero lo mejor de todo es que a Carey parecen darle lo mismo las ventas: ella sigue aferrada a su R&B sobreproducido (‘Triumphant’ saluda) y a la vez sutil, a menudo tan sofisticado que la voz termina siendo lo de menos, y lo demás es irrelevante. Hay que aplaudirla por mantenerse fiel a su línea artística en un clima, el de la industria musical, lleno de solistas y grupos que no tienen ni idea de qué hacer con sus carreras. Y, al contrario que muchos artistas veteranos, Carey continúa añadiendo grandes canciones a su repertorio, con números como el mencionado ‘Fly Like a Bird’, ‘I’m That Chick’, ‘Ribbon’, el espectacular ‘Almost Home’, ‘Cry.’ o ‘Dedicated’. Su último disco, de hecho, era tan bueno que hasta los rancios de Pitchfork por fin lo reseñaron y además para muy bien.
La última década ha sido un carrusel de éxitos y fracasos para Carey. A pesar de que no consigue un hit de verdad en nuestro país desde ‘Honey’ ni en el suyo desde ‘Obsessed’ (‘#Beautiful’, por excelente que fuera, fue más bien un hit moderado), la cantante sigue siendo uno de los iconos de la música popular más reconocibles de nuestro tiempo. «No cuento años», aseguraba en relación a su edad en una entrevista reciente; «aunque sin duda los reprendo. Celebro aniversarios, no cumpleaños, porque celebro la vida, cariño». Carey concluía con una hilarante sugerencia al redactor: «Por favor, pon un «LOL» después de esto porque la gente se quedará en plan, ¿qué coño?». Mariah es una risa constante y por este motivo, además de por su virtuosismo vocal y excelente catálogo de canciones, la necesitamos. Mariah, tía, no cambies nunca.