La nota de prensa de ‘El Poeta Halley’ contiene textos de Guillermo Galván de Vetusta Morla, Iván Ferreiro, Pancho Varona o Marti Perarnau de Mucho. Este último se pregunta si existe el «pop progresivo» y asegura que lo nuevo de Love of Lesbian es «como un disco de Pink Floyd pero con canciones pop». Dice el grupo catalán en las entrevistas que «a Bowie le hubieran machacado si hubiese creado su ‘Ziggy Stardust‘ aquí». Todo nos indica que el octavo disco de Love of Lesbian apunta alto, incluso su duración. Ellos son de disco largo, pero es que esta vez sus 13 canciones están enmarcadas en un entorno conceptual, desplegadas a lo largo de 72 minutos, durando un par de ellas en torno a 7 minutos y otra casi 10.
Tenemos una buena noticia y una mala para los de Santi Balmes. La buena es que tienen razón: en España igual habríamos lanzado tomates sobre Bowie de haber sido español. En nuestro país el reconocimiento unánime de la crítica (de Veneno a ‘Omega’) no suele ir unido al éxito comercial masivo. Hay notables excepciones (‘Deseo carnal’) y este álbum, que podría ser número 1 en ventas, aspira ambiciosamente a ello. ¿Lo consigue? En gran medida, sí, pero es discutible y esa es la mala noticia: no todas las composiciones de ‘El poeta Halley’ caben en su concepto y, a su vez, su acabado no siempre resiste las comparaciones con los artistas internacionales a los que a menudo parece acercarse.
Dejando claras sus intenciones, el álbum comienza con un tema llamado ‘Planeador’, seguido del primer single, ‘Bajo el volcán’, que también abre utilizando la metáfora de «planear». Su interés por crear una línea argumental en torno a Halley es evidente desde la primera frase del disco «¿Qué os puedo contar de la leyenda del aire / del indomable e inolvidable Halley Star? / Fue mi gran invención / pero no ha vuelto más a buscarme / adivinando antes que yo mi deserción». Desde aquí, Balmes, que ha publicado varios libros, utiliza la metáfora del poeta Halley para hablar de su niñez (‘Planeador’), de la muerte (‘En busca del mago’), de la necesidad de la contradicción en la vida («Sin bruma no hay lugar donde usar nuestra intuición / Ni electricidad si no hay fricción / Y en esta ambigüedad nace esta canción», dice ‘Canción de bruma’), de su propia carrera (‘Maniobras de escapismo’ es mencionado en ‘Contraespionaje’), de sus musas y de la creación artística (casi todo el largo).
Y lo hace con un fondo complejo de pop sintético y progresivo que se acerca al estribillo con curvas y baches como of Montreal, al frustrado ‘Bankrupt!‘ de Phoenix o incluso al «cheesy» pero contundente ‘Random Access Memories‘ de Daft Punk. Y es que aparte de ofrecer dos piezas bailables y disco, como ‘El yin y el yen‘, tan llena de violencia y odio (¿hacia uno mismo?) que aunque mole no pega mucho por aquí, y la fantástica ‘El ciclo lunar de Halley Star’, cuyos sintes a lo Moroder topan con una guitarra llena de energía; donde Daft Punk llamaron a Giorgio para recitar su vida en ‘Giorgio by Moroder’, Love of Lesbian han contado con Joan Manuel Serrat para la lectura de un texto sobre la creación literaria en la titular ‘El Poeta Halley’, que usando metáforas lingüísticas, trata de encontrar las palabras adecuadas para expresar sentimientos y «brillar». Y después de ‘Déjà-vu‘, no me atrevo a afirmar que llamar a Moroder sea muchísimo mejor idea que llamar a Serrat.
La conexión entre algunas letras, la peculiar voz de Balmes y el gusto por pasar de un estilo a otro incluso dentro de la misma canción ejercen de hilo conductor en un álbum que vuelve a mezclar géneros en un principio bastante desconectados. La synthpopera ‘Cuando no me ves‘ tiene un punto cósmico en la estela de Kraftwerk y Goldfrapp, y da paso enseguida a un tema de arranque buenavidesco llamado ‘Los males pasajeros’ que al final trota para dejar un mensaje optimista tras un «naufragio». Y lo siguiente es ‘IMT – Incapacidad moral transitoria’, un tema rockero que ni Los Ronaldos, que luego incorpora un puntito petardo al estilo del exitoso ‘AM’ de Arctic Monkeys.
Esta última canción sirve como ejemplo de lo que han trabajado Love of Lesbian las estructuras, pues cuando crees que el grupo ha hallado su cénit con la frase «voy a lamer tu sangre, ya sabes que el sabor nunca ocupa lugar», llega el pegajoso estribillo «tú subes el nivel» y finalmente otro estribillo más contagioso aún («es esa mezcla extraña al entrar en ti…»). Más torporra parece la que se plantea como canción central del álbum, una ‘Psiconáuticos’ de casi 10 minutazos que aprovechando que versa sobre el consumo de drogas, se despega de letra y estructuras para hacer un viaje pseudo-kraut y medio lounge que, en este caso, no emula la perfección de los mejores Horrors, los Portishead de ‘We Carry On’ o Tame Impala.
Es un mal menor en un disco que, con la producción de Ricky Falkner y Santos&Fluren (¿quién si no?), vuelve a cuidar arreglos de guitarra, cuerda, piano y elementos sintéticos, todos ellos más relacionados y mejor entrelazados de lo que puede parecer en estas líneas, con temas ganando enteros y sentido con cada escucha. Cuando llevas unas cuantas, te das cuenta, por ejemplo, de que la coda loca de ‘Bajo el volcán’ e incluso su melodía es uno de los mejores ganchos, haciendo de este tema un single adecuado para presentar el álbum en contra de lo que parecía. A duras penas cabe plantear ‘En busca del mago’, ‘Océanos de sed’ o ‘Contraespionaje’ como canciones menores e innecesarias en un tracklist tan largo, pero al menos todas ellas sirven para que los tres temas finales de ‘El poeta Halley’ resulten mejores aún. ¿No es un detalle medidísimo que la última frase que Santi pronuncie, antes del recitado de Serrat, sea la resultona «qué bien funcionas cómo recuerdo»?
Puede que la lírica de Balmes esté un pelín por debajo de lo que él cree (y no me refiero a ese «poner los puntos sobre las is», que, por otro lado, telita) y puede que después de todos los esfuerzos Love of Lesbian no conquisten nuevos fans con este álbum. No imagino al público casual pegándole la cantidad de escuchas que merece, y en cierta medida el álbum está preparado para la crítica, cargando contra cínicos, cerrados, «esnobs» y «sátiros»: «Barcelona se disfrazará de poblado de modernidad / los nativos intentaremos ser más amables», dice ‘Contraespionaje’. Pero tiene muchísimo mérito que, una vez más, no se lo hayan puesto fácil a su fidelísimo público… y que incluso cuando se ponen serios y conceptuales, sigan defendiendo el uso del humor. Esta vez han querido contener el componente payaso (ellos lo llaman «Monty Python»), pero no hay más que ver la portada y las ilustraciones de Sergio Mora o escuchar ‘El ciclo lunar de Halley Star’ y ‘El yin y el yen’ para darse cuenta de que no lo terminan de dejar de lado. Es lo que les diferencia de muchísimos contemporáneos: «Para el público indie más radical el humor no es un ingrediente válido porque piensan que siempre hay que estar planteándose el porqué de la existencia, aunque lo cierto es que la vida es en realidad una tragicomedia», han dicho en GQ. Que la suya dure.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘El ciclo lunar de Halley Star’, ‘Bajo el volcán’, ‘El yin y el yen’, ‘IMT’, ‘Cuando no me ves’
Te gustará si te gustan: Mecano, el último de Phoenix, los anteriores
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