Para Anthony Gonzalez, el cerebro detrás de M83, todo cambió (para bien y para mal) en 2011. El sorprendente éxito de ‘Midnight City’ aquel año desquebrajó no sólo las expectativas del francés, sino también su idiosincrasia creativa. De ser una banda minoritaria, con su sexto largo, ‘Hurry Up, We’re Dreaming‘, pasó a encabezar repentinamente la letra grande de los principales festivales musicales del mundo y sus canciones empezaron a ser escuchadas por un heterogéneo grueso de público que, hasta la fecha, había vivido ajeno a todo lo que había firmado desde que debutara en 2001 con su homónimo álbum. El éxito interplanetario, sin pretenderlo, le había llegado. Aunque no todo ha sido tan de color de rosa para nuestro protagonista.
Todo artista siempre anhela vivir en sus carnes, al menos una vez en la vida, lo que es realmente el éxito y el aplauso del público mayoritario. Pero lejos de dejarse llevar por la emoción del momento, Gonzalez se ha sentido presionado, aturdido por una atención mediática que no ha sabido gestionar y le ha llevado a comerse la cabeza más de la cuenta en su residencia de Los Ángeles. Siendo consciente de que de aquí en adelante todos compararían lo que hiciese con ‘Midnight City’, Gonzalez ha reaccionado de la forma más insospechada posible componiendo un álbum que es radicalmente distinto a lo que la mayoría esperaba de él. Tensando las cuerdas como nunca, ‘Junk’ es una reacción a la fama y, sobre todo, un despreocupado largo que hasta su propio autor sabe que va a dividir a los oyentes.
En una interesante entrevista concedida recientemente a Mondosonoro, Gonzalez afirmaba que para este disco ha echado la vista atrás y se ha inspirado en toda aquella música que de pequeño escuchaba en casa de sus padres. Recreándose en un ejercicio de nostalgia (al igual que paisanos suyos como Daft Punk hicieran con ‘Random Access Memories’ o los propios Justice en ‘Audio, Video, Disco’), Gonzalez ha querido desvincularse de cualquier atisbo de modernidad y se ha abrazado a sus guilty pleasures personales, a esa playlist que probablemente escucha en «sesión privada» en Spotify, para rememorar una época pretérita que forma parte de su ADN. A primeras podría tildarse de hortera que componga una imaginaria sintonía televisiva para un hipotético remake de ‘Vacaciones en el Mar’ en ‘Moon Crystal’ o que reivindique a George Michael en ‘Walkway Blues’. Pero, ¿quiénes somos nosotros en realidad para poner en tela de juicio sus gustos, sus recuerdos de infancia?
Lo mejor para disfrutar de ‘Junk’ es no tener ninguna expectativa previa. El primer adelanto, ese ‘Do It, Try It‘ con ese piano housero y esa extraña progresión melódica que recuerda a los ABBA menos comerciales (pasados por la batidora del autotune, eso sí), ya nos puso en aviso hace semanas de que este iba a ser un LP atípico. Y la premisa no hizo más que reafirmarse cuando escuchamos por vez primera esa explosiva ‘Go!‘ que acaba estallando en un loquísimo riff de guitarra ochentero gentileza de Steve Vai, uno de los héroes de infancia de Gonzalez. De eso va precisamente ‘Junk’, de aglutinar en quince temas un refrito de referencias y fetiches personales que, por muy poco cool que puedan parecer a primeras, son una viva imagen de la radiofórmula que escuchaba cuando apenas alcanzaba un palmo del suelo. En definitiva, este es su disco más personal porque, como nunca, se ha reconciliado con sus raíces.
Tanto es así que ha incluido dos temas en francés porque desde que reside en Estados Unidos añora a su familia y la tierra que le vio nacer. Por un lado tenemos esa ‘Bibi the Dog’ que mama de la tradición más naíf y pop de la chanson, y por otro esa preciosa ‘Atlantique Sud’ junto a Mai Lan que recuerda a los duetos chico-chica que tanto le pirraban a Serge Gainsbourg. Aunque por haber hay hasta un baladón con armónica a lo Stevie Wonder titulado ‘Sunday Night 1987’ (dedicada a la fallecida ingeniera de sonido Julia Brightly, la misma que añora Caribou) como cierre, y hasta un homenaje al ‘Maneater‘ de Daryl Hall y John Oates en esa ‘Road Blaster’ que deambula por la new wave y el bubblegum pop.
La segunda parte del álbum puede hacerse algo tediosa por los interludios que incluye (a destacar esa ambient ‘Ludivine’ que sí podría haber formado parte de los primeros trabajos de M83), pero por encima de ello hay tres momentos que brillan con una fuerza arrolladora: la muy Fleetwood Mac ‘For the Kids’, una balada soft rock setentera con la participación de Susanne Sundfør (con quien ya trabajó en la banda sonora de ‘Oblivion’); esa sensual ‘Laser Gun’ que pide a gritos ser single algún día y, por encima de todas, ‘Solitude‘, un medio tiempo épico sostenido sobre unos arreglos de cuerda que se antoja como una de las mejores canciones que Gonzalez jamás ha firmado.
Extraño, ajeno a las modas y muy arriesgado para alguien que hace apenas un lustro probaba como nunca las mieles del éxito, ‘Junk’ es una rara avis en la discografía de M83 que el tiempo acabará poniendo en su sitio. Puede llegar a desconcertar en un primer momento, sí, pero aunque cada canción sea de su madre y su padre, indudablemente, en él puede encontrarse el alma de un artista que renuncia a encasillarse.
Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘Do It, Try It’, ‘Go!’, ‘Solitude’, ‘Laser Gun’, ‘Atlantique Sud’
Te gustará si te gusta: el pop ajeno a las modas
Escúchalo: Spotify
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