Llueven los festivales en Madrid, y antes de MadCool, de Dcode o de True Music Festival, se celebra este fin de semana un aparentemente consolidado Tomavistas, que se celebra en el Parque Enrique Tierno Galván -bastante cercano al centro, pero tampoco céntrico- después de unos cuantos bandazos. A falta de conocer datos oficiales de asistencia, unas 7.000 personas se congregaron el viernes por la noche en este lugar para asistir a los conciertos de Lori Meyers, Goldfrapp o Hercules & Love Affair. No vendría nada mal una mejora en cuanto a señalización de accesos, camareros más eficientes y baños en más puntos del recinto, pero por el contrario hay que elogiar la calidad de la comida, la organización de los taxis a la salida o el variado e inquieto cartel. Se vio… de todo un poco, de indie a trap pasando por dance, electropop, kraut y experiméntal.
El grupo que más ganas había de ver, de los populares el que más tiempo llevaba sin actuar en la ciudad, era Goldfrapp. En formato cuarteto y por supuesto sin Will Gregory, que no sale de gira con la banda desde el primer disco, el grupo optó por la parte de su repertorio más electro pop, tocando absolutamente nada ni de ‘Felt Mountain’ ni de ‘Seventh Tree’ ni de ‘Tales of Us’.
Comenzando con ‘Anymore’ -será un single decepcionante pero como «opener» está bastante bien- y siguiendo con la enorme ‘Train’ y la resultona ‘Ocean’, Alison se metió al público en el bolsillo en cuestión de segundos. Siempre ha sido todo actitud sobre las tablas y a ello contribuyen sus calculadas poses entre la niebla e indumentaria, ayer un traje galáctico en plata. Luego está el tema de su voz: desde el principio Goldfrapp han tenido que lidiar con los rumores de que hacían playback. Es verdad que llevan algún pregrabado y hay algún exceso de lata (¿por qué las teclistas no tocaban sintetizador alguno y se limitaban a bailar en la cumbre de ‘Ride a White Horse’?), pero lo que a Alison le ha gustado siempre de verdad ha sido adulterar voces en vivo. Y si en los primeros tiempos era habitual verla cantar por dos micrófonos distintos incluso dentro de la misma canción, parece que ahora la tecnología le permite hacer lo mismo con uno solo. O eso queremos creer.
Tengo ciertas reservas también sobre su repertorio: puedo entender que prefieran tocar canciones nuevas o que se reserven para sala ‘A&E’, ‘Annabel’ o ‘Utopia’, ¿pero de verdad es mejor tocar ‘Slide In’ y ‘Shiny and Warm’ que ‘Rocket’, ‘Caravan Girl’ o ‘Happiness’? Con todo, fue una gozada escuchar en vivo ‘You Never Know’, muy especialmente la celebrada ‘Number 1’ y, como colofón final, ‘Oh La La’ y una versión extendida de una de las canciones que mejor les han funcionado en directo desde siempre, ‘Strict Machine’.
Poco antes de Goldfrapp actuaban en el mismo anfiteatro principal Lori Meyers, con el mismo show que vimos hace 15 días en We Are Murcia. Por supuesto, arrasaron. Se sigue percibiendo cierta indiferencia ante canciones nuevas como ‘Vértigo I’ al principio o ‘Pierdo el control’ hacia el final, pero la entrega del público durante hits como ‘Emborracharme’, ‘Mi realidad’ o ‘Luces de neón’ es absoluta, y también la del grupo, con un sonido y una profesionalidad intachables. De nuevo, destacar lo bonitas que son canciones nuevas como ‘Todo lo que dicen de ti’ y ‘Océanos’. Su técnico y la disposición del recinto lograban que pudieran seguirse sus letras desde cualquier punto del parque.
Otras artistas que triunfaron, con bastante público pero obviamente algo menos, fueron The Big Moon, que fueron todo simpatía. Pese a no haber dormido apenas, como contaron, varias de sus componentes tuvieron energía para dirigirse a la gente entre canción y canción, indicando que nunca habían estado en Madrid, pero que el público les parecía muy guapo («handsome», en concreto, fue la palabra elegida, no «cute», ni «beautiful»). The Big Moon ofrecieron un buen show en el que alternaron momentos áridos, más Anna Calvi, con otros un poco más románticos, más Last Shadow Puppets. Entre los primeros, una versión de ‘Beautiful Stranger’ de Madonna que se deshace de casi todo su gancho para decantarse por unas estrofas languidísimas en contraste con el ruidazo en el estribillo; y entre los segundos, ‘Pull the Other One’, mejor en vivo que en estudio. Reservaron para el final la estupenda ‘Sucker’ (bravo por ese «I’m a sucker for you»), para la que además se guardaron los mejores visuales, sobre los que ellas mismas habían llamado la atención durante el show. Son los de su vídeo Western.
@madonna sonando en #tomavistas2017 vía #thebigmoon @commoonicate #beautifulstranger
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Entre los grandes triunfadores de la noche, C.Tangana, aunque le tocara en el escenario pequeño. A la postre, en verdad, un show de Agorazein, como decía el fondo del set o ellos mismos al grito de «A-GE-ZETA». Acudía un poco asustado porque se decía en los mentideros que Tangana abusaba de pregrabados, pero no es cierto. Se lo cantó todo o casi todo y se mostró como un frontman cada vez más carismático y solvente, logrando lo que solo consiguen las estrellas: que cada movimiento sobre las tablas sea seguido por un público que parece medio hipnotizado, y que responde a sus múltiples llamadas «¿Cómo estáis Madrid? ¿Qué necesitáis?». Necesitábamos a Rosalía, pero no salió. Eso sí, no faltaron temas como ‘Persiguiéndonos’, con su improbable estribillo «tienes que vender mucha más droga» y ‘Los chikos de Madriz’ aparece mejorada como si Tangana se hubiera empeñado en convertirla en himno pese a las malas críticas. Sticky M.A. apareció junto a otro miembro de AGZ para recuperar temas de estos y así, ‘Qué pasará’ y hacia el final ‘100k pasos’ contribuyen a que el setlist pase en un suspiro. Mención especial para el speech de C.Tangana en el que recordó la mierda que ha comido durante estos años, pero concluyendo con ‘Espabilao’ lo que es un secreto a voces: «Este año me llevo el sobre«. Seguiremos informando.
El punto experimental lo pusieron en ese mismo pequeño escenario grupos como Aquaserge y Schwarz. Los franceses actuaban hacia las ocho de la tarde con un show no tan Stereolab, muy acertado entre su equilibrio entre el kraut y los sonidos cósmicos, pero a su vez muy orgánico y folclórico, algo que se notaba en el vestuario de algunos de sus miembros. El uso de un saxofón alto en vivo a cargo de una de sus componentes, que llamaba la atención desde el otro lado del inmenso parque -quiero decir, fuera incluso del recinto-, jugó muy a su favor. Schwarz mostraron cuántos años de experiencia llevan a sus espaldas con un concierto que conseguía justo lo que buscaba: que el público se sumergiera en el ambientazo que sabían crear a partir de una doble percusión y unos brutales teclados. Hubo momentos para la fumada a lo ‘Vanishing Point’ de Primal Scream, pero supieron terminar en plan rítmico, con parte del público bailando. En el mismo escenario presentaban su nuevo disco Svper. Luciana Della Villa se quejó de algún problema de sonido, pero el dúo que forma con Sergio Pérez no ha perdido nada de chispa ni presencia escénica en estos años de parón (su sencillo set mola bastante) y parece que su segundo disco, del que estrenaron alguna canción («os estamos usando de conejillos de indias, de cobayas», bromearon) estará tan bien como el primero.
El fin de fiesta fue cosa de Hercules & Love Affair, una gozada de espectáculo de tintes queer, encabezado por dos vocalistas, que sería genial que cerrara cualquier festival. Andy Butler, en un discreto segundo plano junto a un cuarto componente, se mostró tan encantado de actuar y tan simpático como siempre, y su repertorio agradece profundamente la inclusión de canciones como ‘Do You Feel the Same?’, ‘My House’ o ‘You Belong’. La segunda, por cierto, fue interpretada en parte en castellano por… ¿Rouge Mary? («pon mi casa en orden»). En penúltimo lugar, como es habitual, la nueva versión de ‘Blind’, que 9 años después sigue siendo la mejor canción que salió en 2008.
Fotografías de Javier Rosa, cedidas por Tomavistas.