Jack Antonoff, miembro de los exitosos fun. y co-autor, entre otras canciones, de algunos de los más recientes hits de Taylor Swift o de buena parte del excelente ‘Melodrama’ de Lorde, emplea su proyecto Bleachers como una vía de escape que le permite publicar sus canciones más personales, esas que no tendrían sentido (como le ocurre a su colega Julia Michaels) escuchar cómo las cantan otras personas. Incluso aunque su segunda referencia, ‘Terrible Thrills, Vol. 2′, fuera una regrabación de su debut ‘Strange Desire’ con las voces de artistas tan destacadas como Sia, Sara Bareilles, Charli XCX, Carly Rae Jepsen, Mø o Susanna Hoffs (The Bangles).
Si las canciones de aquel eran una especie de sucesión de páginas de un diario personal, este nuevo álbum pretende mirar cara a cara sus peores traumas personales, con el saludable fin de dejarlos atrás y continuar con su vida junto a su pareja, la directora y actriz Lena Dunham. Cuando tenía unos 18 años, Antonoff vivía en Manhattan cuando ocurrió el 11S, poco antes de que falleciera su hermana pequeña a causa de un cáncer cerebral y de que un primo suyo muriera en la guerra de Irak. Esos acontecimientos sucesivos evidentemente le cambiaron de manera drástica en lo personal. Especialmente la muerte de su hermana, cuya ausencia es un tema recurrente en las canciones de Bleachers. ¿Estamos ante el Mark Oliver Everett de su generación?
Sí, ‘Gone Now’ es un disco con mucha miga psicoanalítica y con un halo de expiación personal. Pero no por ello es menos pop. De hecho, buena parte del mismo es un disco muy bailable y divertido, con toda la apariencia de banda sonora de John Hughes (‘Dream of Mickey Mantle’, co-escrita con How To Dress Well), soul blanco a lo Duran Duran o Fine Young Cannibals, y cierta querencia por el Springsteen de ‘Glory Days’ o ‘Streets of Philadelphia’ (‘Let’s Get Married’, ‘All My Heroes’). Podría parecer una postura estética como otra cualquiera, pero no parece estar tomada a la ligera cuando uno averigua que Jack se propone en estas canciones aligerar el peso del pasado, una especie de mercadillo de trastos viejos espiritual (no en vano ha reproducido fielmente la habitación que ocupó en casa de sus padres hasta hace solo 5 años en el interior de una caravana que lleva en su gira a modo de instalación artística) que, manteniendo el recuerdo de aquellos días de gloria (‘I Miss Those Days’, con sus aires spectorianos), le permita seguir adelante.
Esa evocación de ‘La chica de rosa’ o ‘El Club de los Cinco’ ofrece momentos magníficos. A la cabeza, sin duda, esa sobresaliente colaboración con Lorde, Greg Kurstin y, atención, Vince Clarke (Erasure, Depeche Mode) llamada ‘Don’t Take The Money’, que es el epítome de las intenciones de Jack en este disco: la mitad de los oyentes bailarán, y la otra mitad se echarán a llorar sobre la almohada, en sus propias palabras. Una canción sobre lo asfixiante y complicado que puede ser una relación estable (un tabú no abordado con frecuencia en el pop) que no es, además, la única del lote: igualmente bailable y con coros de Carly Rae Jepsen, ‘Hate That You Know Me’ también pone en tela de juicio las relaciones monógamas duraderas. Pese a las apariencias, las cosas con la creadora de ‘Girls’ van bien: ‘Let’s Get Married’ no parece albergar un ápice de ironía.
El carácter expiatorio de buena parte del disco no es solo una intuición. Las referencias a dejar atrás el pasado, personificado en sus vecinos, los pósters de su habitación e incluso a sus amigos son constantes. De hecho, son repetitivos: ‘Goodmorning’ y ‘Goodbye’ parecen distintas aproximaciones –la primera en un registro muy Ben Folds, la segunda en uno más propio de Chance The Rapper– de un mismo tema que vuelve a emerger en una ‘I’m Ready To Move On/Mickey Mantle’, que remite a los Wings de Paul McCartney, y en ‘Foreign Girls’, que cierra el álbum con tintes de Bon Iver y Kanye West. La reiteración temática y, sobre todo, la ausencia de canciones más sólidas en su segunda mitad hacen que ‘Gone Now’ acabe torciéndose como obra, pese a sus estupendas intenciones y, sobre todo, media docena de canciones fantásticas. Lo cual no le quita el mérito de ser uno de los mejores compendios de pop comercial con enjundia artística que hemos escuchado esta temporada. Al menos si realmente le ha servido para aligerar su equipaje emocional como se intuye en la estupenda ‘Everybody Lost Somebody’, donde parece relativizar su pérdida y se dice a sí mismo “¡vamos, cabronazo, sobrevive!”.
Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘Don’t Take The Money’, ‘Hate That You Know Me’, ‘Everybody Lost Somebody’, ‘Let’s Get Married’
Te gustará si te gustan: los Killers más ochenteros, las bandas sonoras de John Hughes, las obras de exhibicionismo emocional.
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