Tras el estupendo ‘Kaleidoscope Dream’, Miguel amplificó su propuesta con ‘Wildheart’, una cima absoluta no solo para la carrera particular de Miguel, sino también en el R&B y el funk contemporáneos –diría que el uso de guitarras de aquel disco tuvo mucho que ver en el de ‘Blonde’ de Frank Ocean–. Producido casi íntegramente por él mismo, en ese disco se aproximó como nunca a un lenguaje no tan alejado del rock, el pop o la psicodelia, en un modo similar al que empleó el Prince más revolucionario. Aquel magnífico álbum es por tanto la vara de medir a la hora de analizar este ‘War & Leisure’ y, la verdad, no se puede decir que salga indemne de la comparación.
En su nuevo disco, el californiano ha regresado a la alternativa de trabajar en sus canciones con distintos productores (de David Sitek a Salaam Remi, pasando por Steve Mostyn –Alicia Keys, Nicki Minaj– y sobre todo Happy Perez –Kanye West, Halsey, Frank Ocean–). El resultado no es tan brillante como cabía esperar sobre todo porque se percibe cierta dispersión –su discutible secuencia de canciones no ayuda en nada, como tampoco lo hacen unos featuring que no aportan gran cosa– que, en ciertos momentos, diluye la personalidad de Miguel como creador.
‘War & Leisure’ carece de la solidez estructural de su predecesor. Pretende emplear una paleta sonora más variada y eso acaba pesando en la consistencia de la obra en su conjunto. Además, las guitarras son de nuevo protagonistas, pero más bien a modo de mero arreglo, un accesorio, despojado del carisma y la frescura de su anterior obra, llevándole a sonar incluso algo impersonal. Y no me refiero tanto a los momentos menos guitarreros y más pop del álbum –la adictiva ‘Sky Walker’ y la Timbaland-esca ‘Caramelo duro’ (colaboración con Kali Uchis repleta de simbolismo sexual y (confusas) frases en español)– como a las oscuras, bluesies y algo anodinas, ‘Anointed’ y ‘Wolf’. Eso sí: cuando no brilla la inspiración melódica, al menos destacan sus siempre interesantes producciones.
Así que el disco “amoroso-político” de Miguel se presenta tan disperso y poco asible como ese concepto que teóricamente albergan sus letras: aunque el mensaje en favor de los inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos –parece que el propio padre de Miguel, mexicano, fue uno de ellos– que lanza en la preciosa ‘Now’ que cierra el álbum es intachable, no parece tan centrado ni coherente en ‘Come Through and Chill’ (algo así como un “con la que está cayendo ahí fuera político-socialmente, vamos a encamarnos hasta que arrecie”).
Sin embargo, aunque ‘War & Leisure’ tenga ciertos defectillos, no deja de ser un gran disco gracias, sobre todo, a algo tan obvio como que contiene muy buenas canciones. Ya sea cuando Miguel deja emerger su estilo más personal (‘City of Angels’, ‘Banana Clip’), como cuando se aproxima al sonido de Tame Impala (‘Criminal’ y ‘Harem’ evocan aquel remix que Kevin Parker hizo para ‘Waves’), homenajea al Prince de los primeros 80 (‘Told You So’) o se “inspira” de forma explícita en ‘Sexual Healing’ (‘Pineapple Skies’ –Gaye y su equipo figuran como co-autores, ya sabemos cómo las gastan sus herederos–), ‘War & Leisure’ es un disco sensual y exuberante, luminoso y cálido, que nos invita a crear nuestra propia secuencia para sacarle el máximo partido.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Told You So’, ‘Now’, ‘Sky Walker’, ‘Pineapple Skies’, ‘City of Angels’
Te gustará si te gustan: Prince y Tame Impala
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