Francisco Nixon: «El pecado del indie no es lo apolítico sino el rechazo de la propia tradición»

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Francisco Nixon: «El pecado del indie no es lo apolítico sino el rechazo de la propia tradición»

francisco-nixonFrancisco Nixon, antes conocido por su paso por Australian Blonde y La Costa Brava, ha publicado uno de los mejores discos de su carrera, ‘Lo malo que nos pasa‘. Icónico personaje de la música nacional desde hace dos décadas, aficionado a la historia y a la filosofía, además de editor de Deezer y por tanto atento a todo lo que pasa en el mundo musical, vuelve a mostrarse con nosotros tan buen conversador como en otras ocasiones, hablando sobre la historia del indie, sobre la música nacional perdida (su disco está influido por el sonido de la Costa Fleming) y dos segundos después sobre otra cosa completamente diferente.

Hoy viernes 5 de junio presenta el disco en Barcelona. Entradas, aquí.

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Estás comentando en las entrevistas que una de las inspiraciones de este disco es ‘Aplauso’, donde lo mismo podían salir los Ramones que Rocío Jurado. Ahora es una obviedad que cosas diferentes convivan en webs, pero antes no. ¿Has tenido etapas más integristas?
Yo nunca he sido integrista. En los 90 había talibanismo indie, estaba muy marcado lo que estaba aceptado y lo que no, por Radio 3 y sobre todo por Rockdelux: Sonic Youth, My Bloody Valentine, en Gijón Nick Cave… A mí me gustaba más la música pop. Australian Blonde son canciones pop de 3 minutos, aunque con la guitarra un poco distorsionada. Una vez Subterfuge me pidió una playlist. La gente siempre metía grupos oscuros y yo metí Madonna y Prince. Recuerdo que Gema de Subterfuge me comentó que la playlist había sido muy criticada.

¿De qué año hablamos?
Podía ser el 93 o el 94, con ‘Pizza Pop’. El eclecticismo se produce desde que la gente tiene acceso a internet, las escenas se atomizan, todo el mundo escucha de todo. La escucha es solitaria y el talibanismo ha perdido fuerza. Internet ha hecho que saber de música no tenga mérito. Puedes ser un esnob de la ropa o de la cocina pero la música ya no es exclusiva. Antes, si sabías de música era porque tenías un hermano mayor o podías ir a Londres.

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Lo de Aplauso lo decía porque recuerdo ver a Parálisis permanente en La Bola de Cristal y alucinar. Entre los 12 y los 18 años es cuando te enganchas a algo. Hoy en día las chavales se enganchan a los videojuegos, a Minecraft… la música es una cosa más, pero antes era lo principal.

¿Recuerdas algún punto de inflexión en tu vida en la huida del integrismo?
Conocer a Sergio Algora. Con los amigos del colegio íbamos a beber a bares de viejos de alcohol barato y a última hora a bares de rock’n roll. Cuando llego a Zaragoza, al Fantasma de los Ojos Azules, ponen Gorky’s Zygotic Mynci o ‘La vida es una tómbola’. Era un bar de diversión, totalmente distinto. Sergio me introduce los 60, la música francesa, la psicodelia, Los Ángeles. Uno de los problemas que teníamos los grupos que cantábamos en inglés era la falta de referencias de aquí, a mí me gustaba la Movida, Radio Futura era el grupo favorito -aunque no se mencione, pero se daba por hecho que era el mejor-; o El último de la fila, pero no se iba más allá. Los grupos americanos siempre están hablando de su tradición, pero en los grupos españoles era raro que alguien referenciara un grupo español. Cuando Sergio me enseñó sus primeras maquetas, enseguida pillé por dónde iba.

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¿Qué le habría parecido a Sergio Algora tu nuevo disco?
Le hubiera gustado, de hecho en el último disco de La Costa Brava cantó un tema parecido, ‘El hombre que perdió los papeles’. Ese universo lo vampiricé de él.

Tu tema del disco anterior ‘Mereces toda mi atención’ también me recuerda algo. ¿Pudo ser un puente para este álbum?
Sí. Durante mucho tiempo he hecho un tipo de canción con una variedad de ritmos muy pequeña. Me apetecía hacer canciones que se pudieran bailar. Lo intenté con Australian Blonde y La Costa Brava, pero no en serio. De vez en cuando alguien me menciona ‘Mereces toda mi atención’, y nunca he podido tocarla en directo, porque suelo buscar el formato acústico, y tocarla sin ritmo…. La quería montar para el repertorio de ahora pero por tiempo no ha podido ser. La mitad de la banda está en Zaragoza y la mitad en Madrid.

«Lo de que el disco trata de la Costa Fleming es un Macguffin. El disco va de hacerse mayor, hay un poso de amargura, de la pérdida de ilusión por las cosas. Incluso por tocar. Desde que murió Sergio (Algora) tocar ya no es tan divertido»

Estás comentando que querías hacer un disco alegre, pero no te quitas ese poso de melancolía y hay canciones muy tristonas…
Es mi carácter. Lo de que el disco trata de la Costa Fleming es un Macguffin. El disco va de hacerse mayor, hay un poso de amargura, de la pérdida de ilusión por las cosas. Incluso por tocar. Ahora no tengo montada la gira, y principalmente es por motivos económicos, porque ir a tocar por ahí con grupo es caro y este disco es para tocar con banda. Pero otra razón que no digo nunca es que tocar en directo, desde que Sergio (Algora) murió, ya no es tan divertido. Es un disco pensado en la grabación, no para tocar en directo.

La canción de Sergio, ‘Capitán negrito’, es la única en la que te abres. En el resto parece que creas personajes, sobre todo un hombre a la caza de una mujer que no está…
No lo había pensado así pero es verdad. La mayoría de canciones son historias con personajes. Muchas son reales. También mi vida ha cambiado, es más tranquila. ‘Chicos bajos, chicas altas’ y ‘Vacaciones en Grecia’ son historias que me han contado. «Cumpleaños» es sobre una persona hogareña que se quiere quedar en casa con su pareja. Y ‘Capitán negrito’ fue de las primeras de estas canciones que escribí, cuando la muerte de Sergio estaba más cercana. Creo que le oí decir a Nacho Canut que cuando oía una canción que le gustaba le apetecía llamar a Carlos Berlanga. Esa letra está inspirada en esa frase.

¿Entonces no pensaste quitar las canciones más tristes para hacer ese disco alegre que querías?
He descartado canciones, pero sobre todo las más parecidas a lo que yo hacía, a ‘El perro es mío’. ‘Vacaciones en Grecia’ entró por los pelos. Quería que fueran 12. Estaba pensando en un disco de vinilo, busqué la duración correcta para que el disco sonara bien. Eliminé 4, 5 o 6 y compuse nuevas para hacer algo más alegre: «Cumpleaños», ‘Animador de Crucero’…

Parece que huyes del concepto «Costa Fleming». Ahora que tenías un disco conceptual y Rockdelux te da dos páginas…
(sonríe) Lo que me ha dado un poco de miedo es que la gente piense que es un ejercicio de estilo y yo no me voy a comparar con Waldo de los Ríos o Augusto Algueró… Coincidió que estaba muy metido en dos o tres blogs, Estudio del Sonido Esnob, Javi Bayo… Ximo de Estudio del Sonido Esnob hizo una playlist sobre la música que sonaba en Madrid justo antes de la música disco. Me gustó el concepto. Los coleccionistas de discos están haciendo el trabajo que deberían hacer los críticos musicales: estudiar la música española y categorizarla. Él se basa en un artículo de Mondo Brutto hablando de la Costa Fleming, pero desde el rollo sociológico, dónde iba Valerio Lazarov a ligar con tías que luego terminaban de presentadoras de continuidad en TVE… Aunque existe también un artículo en El País, un libro de la Costa Fleming, una película, el edificio Costa Fleming, que es un edificio de apartamentos que se cierra y se abre otro en Clara del Rey que es donde yo vivo ahora… Hubo una conexión por debajo que hizo que me sintiera identificado.

Y luego hay un componente de recomponer la propia historia. El pecado del indie no es lo apolítico sino el rechazo de la propia tradición. Quitando El Niño gusano, Los Planetas… que cantaban en castellano, los demás copiábamos a los extranjeros. «Australian Blonde son los Lemonheads españoles», «nosequién son los Sonic youth españoles». Como España acababa de entrar en la Unión Europea, se buscaron equivalentes y se apoyó eso. Fue injusto.

«Cuando se habla de que el indie fue un fracaso o fue una cosa estética… Se montaron festivales, se montaron sellos, se montó una estructura que no existía y eso no es estético, eso es marxismo puro»

Dices lo que la crítica musical debería hacer, pero se contradice con lo que has dicho antes de que internet ha hecho que saber de música no tenga mérito…
Sí creo que los prescriptores son importantes. El modelo de producción musical no ha sido sustituido por nada nuevo. Las funciones de los sellos, descubrir talento y financiarlo, siguen vigentes. Categorizar todo y dibujar el mapa sigue teniendo que hacerlo alguien. Un usuario haciendo playlist puede hacerlo, pero…

… es lo que tú haces trabajando en Deezer.
Pero lo haces en plan lúdico, no es un ensayo, no tienes responsabilidad. Un crítico sí y sigue siendo necesario, sea desde Spotify, El País o un blog, pero la función tiene que haber alguien que la haga. Igual que la de un sello, o una promotora de conciertos. Es un reproche no para la crítica musical, sino a todo el mundo y sobre todo para mí mismo. Es lo que habla Simon Reynolds en el libro sobre el año cero: «a partir de aquí es lo bueno, y de aquí para atrás no vale nada». Mi generación hace un poco de tapón porque cuando hablas del indie hablas de los 90, y cuando hablas de la renovación del indie sigue siendo Víctor Lenore y Nacho Vegas.

Cuando se habla de que el indie fue un fracaso o fue una cosa estética… Se montaron festivales, se montaron sellos, se montó una estructura que no existía y eso no es estético, eso es marxismo puro. La gente se dio cuenta de que en Los 40 no tenía nada que rascar y se inventó otra cosa. Sí que es verdad que apoyando cosas que venían desde fuera. Y eso lo hace también Pilar Miró en el cine al cargarse el cine de Ozores, Esteso y Pajares. Ella decía que quería ganar en Berlín y en Cannes y se inventa un sistema de subvenciones al cine para demostrar a Europa que España era un país como los demás.

Después de tu disco, los pasodobles de Single y Klaus & Kinski, el tipo de canción de La Bien Querida… ¿es más fácil lograr identidad propia musicalmente mirando la tradición española?
Yo crecí con la idea de que la modernidad nació en los 80 y mucha gente la mantiene. Pero todo suma, la música balinesa…, tú tienes que coger esas influencias, hacer la digestión y devolverlas. La originalidad es difícil porque las ideas son limitadas… pero tener tu propio punto de vista es importante. Lo que yo hago es inscribirme en una tradición. Yo no soy un genio pero tengo mi público. Hacer canciones de amor después de 40 años, ¿qué sentido tiene? No eres el primero que se ha enamorado. Pero intento aportar mi granito. Las canciones de amor de Francisco Nixon no valen nada. Pero por ejemplo se acusa a los grupos de no hacer canción política. A veces me han preguntado si tiene sentido hacer una canción sobre que te ha dejado la novia cuando estamos en crisis. Y yo digo, ojo, la historia de las canciones de amor no es despreciable. Es despreciar a mucha gente que es muy importante, mucho más que tú, yo o cualquiera que esté por aquí. De algún modo, la tradición es lo que te justifica como creador, con muchos muertos detrás. Y bueno, no vas a hablar del amor como en el siglo XVI. Puedes aportar tu visión.

¿Crees que Australian Blonde, saliendo en Historias del Kronen y el anuncio de Pepsi, habéis podido ser precursores de grupos que han triunfado hoy tipo Vetusta Morla?
Vetusta siempre han tenido un control total sobre su carrera y nosotros ese control lo perdimos. Yo no veía nada malo en el anuncio, pero mucha gente se sintió traicionada. Si lo sé, sí hubiera hecho la película, que nos ha dado mucho, pero el anuncio de Pepsi no lo hubiera hecho.

«No estoy de acuerdo con la tesis de fondo de que el indie fracasó por ser apolítico. Es anacrónico, todo el mundo era apolítico. Y con 20 años tampoco eres una persona formada, los habrá que sí, pero es como acusar de machista a la Antigua Grecia. Estás aplicando criterios de valoración actuales al pasado»

¿Has leído el libro de Nando Cruz? ¿Qué te ha parecido?
En su mayor parte sí. Tiene mucho mérito. Es un gran trabajo periodístico. Me gusta mucho el género de historia oral, que a veces está denostado, cuando está el libro de la historia oral de la II Guerra mundial, que ganó el Pulitzer y es un clásico. Está ‘Por favor mátame’, de la historia del punk, la del apocalipsis zombi, aunque sea ficticia… Nando ha hecho un gran trabajo, pero no estoy de acuerdo con la tesis de fondo de que el indie fracasó por ser apolítico. Es anacrónico, todo el mundo era apolítico. Y con 20 años tampoco eres una persona formada, los habrá que sí, pero es como acusar de machista a la Antigua Grecia. Estás aplicando criterios de valoración actuales al pasado. Tiene razón en que el potencial de esa escena, con redes de solidaridad, se deshizo por rencillas, las envidias… pero es un mal que pervive en el tejido musical español. El tejido musical español es tan débil que no atrae talento, falta formación, sitios donde formarse, somos autodidactas. Si el libro tiene una virtud es que toda la gente de hoy lo pueda consultar y no cometer los mismos errores.

«Echo de menos los sistemas de división. Hacer un disco antes era como hacer una película: estaba el arreglista, el productor, un ingeniero, un intérprete, la banda… y ahora es una actividad solitaria con el ordenador. Y es un empobrecimiento del sistema»

Has hablado también de la calidad de las grabaciones de antes. ¿Has tenido ocasión de estar en uno de los grandes estudios que han desaparecido?
Sólo una vez. Nosotros siempre grabamos con Paco Loco, le vimos crecer desde un altillo de Gijón hasta Cádiz. Se preocupa de tener buenos equipos a pesar de las modas. Cuando aparece la tecnología digital, la gente se deshace de teclados y todo tipo de equipos analógicos porque ocupan mucho sitio y el sonido cambia totalmente. Ahora son objetos de coleccionismo y tienen mucho valor. La gente que quiere sonar como los discos antiguos paga mucho por ellos.

Se hacen cosas muy buenas con los medios de hoy, pero lo que sí echo de menos son los sistemas de división. Hacer un disco antes era como hacer una película: estaba el arreglista, el productor, un ingeniero, un intérprete, la banda… y ahora es una actividad solitaria con el ordenador. Y es un empobrecimiento del sistema. Esto cambia cuando aparece Bob Dylan, es un tío con una guitarra, el coste se abarata y los estudios vieron un filón. A mí me encanta Bob Dylan, pero grabar un disco con medios de repente parece mal visto. Se ve como hortera. Tú lees la historia de la Motown y yo eso no sé si se va a poder replicar nunca, la cantidad de talento que había ahí grabando…

Ana Naranjo (Linda Mirada) es una influencia en el disco, ¿verdad?
Sí, su colección de discos.

¿La que más ‘La vidente’, las más electrónica?
Sí, Ana y yo cuando nos conocimos conectamos porque yo era fan de Prefab Sprout y Style Council, aunque ella es más de Visage, el italodisco…

En el playlist que nos pasaste de influencias en tu disco había un par de temas que decían «Linda Mirada» por todos lados: ‘Forget Me Nots’, el de Kindness, que es un artista que ella ha llevado en su sello…
Sí. Tiene mucho radar para saber qué es lo que va a estar de moda el año que viene. Tiene mucho ojo, me fío mucho de su gusto.

En una primera versión del playlist estaban Hombres G, pero luego los quitaste. Por favor, dime que no los sacaste por cosas del integrismo indie.
Metí ‘Indiana’, justo la habíamos escuchado Ana y yo y estábamos de acuerdo en que era una gran canción. Pero no quería que nadie pensara que era ironía.

Qué complicado es todo…
Ellos me caen muy bien, tenían el rollo de las pelis de los Beatles. No hay tantos grupos así. Me recuerdan a El Niño Gusano, en plan gamberro simpático. La historia ha sido injusta con ellos, con los dos primeros discos por lo menos.

Tu versión de ‘Juventud’ es lo más escuchado en Spotify triplicando a la siguiente. ¿Era una canción imprescindible para el disco o no te diste cuenta de que iba a ser clave?
En Deezer pasa lo mismo. No pensé que fuera a pasar esto. De hecho, es la única canción del disco en la que no hemos vuelto a grabar nada. Con Nahúm García (productor) grababa todas en casa y luego las volvía a grabar, pero esa no. Ajustamos afinación, se masterizó y ya: la batería es la que viene por defecto en GarageBand. Demuestra que la canción original era muy buena, fue el único hit de Terry Winter, un tío interesante, un escocés que vivió en Brasil, y la versión de Tiza la conozco por Wild Honey, del recopilatorio Papagayo.

¿Te da rabia que la canción más oída sea una versión?
Sí que me da un poco de rabia que la que mejor funcione no sea mía, no te voy a mentir, pero me alegro muchísimo, claro. Ana y yo llevamos mucho tiempo como pareja pero no artística, era lo primero que hacíamos. Y como la voz era de mujer, pensé en ella. Creí que me iba a decir que no, por el pudor de exponernos públicamente.

Bueno, ya salisteis en lo de Hipsters from Spain
Eso fue un favor a Susana López, la chica que me ha hecho la portada, que nos presentó la web cuando César y Vicente empezaban. Nos hacía gracia el rollo de Hola, que normalmente es que alquilas un chalet donde sea y te hacen ahí el reportaje. Me hacía ilusión apoyar a alguien que empieza con un proyecto. Se nos echaron encima pero lo hicimos por las razones correctas. Sobre la versión, me alegro sobre todo por el que no conociera el recopilatorio.

La idea del single ‘Siempre es el cumpleaños de alguien’, ¿de dónde viene? Me hace gracia porque si tocas en El Sol es para 400 personas y hay casi 400 días al año: casi seguro que va a ser el cumpleaños de alguien.
Es la típica broma privada con Ana. En Madrid hay mucha vida social y cuando trabajas toda la semana, estás pensando en que llegue el fin de semana y de repente te frustran los planes, «tenemos que ir al cumpleaños de alguien porque es un compromiso irrenunciable». Berlanga decía que las pelis eran «gente que quiere hacer algo y la sociedad se lo impedía». Como ‘El cochecito’. Es muy Kafka, también.

Con estas referencias o las que hay en el disco, Kerouac, el dualismo cartesiano… creo que te ha sentado como una patada en el culo que en nuestra crítica del disco se hablara de «ripios». Creo que has dicho en Mondo sonoro que eran aposta.
Por ejemplo en ‘Lo malo que nos pasa’ me inspiro en ‘Up the Junction‘ de Squeeze, que a su vez se basa en una obra de teatro. La canción de Squeeze son pareados. Cuando hablamos de hacer un disco de música de baile, quería quitarme presión como letrista. Al hacer una canción de baile lo más importante es el ritmo, y el castellano no tiene tantos monosílabos ni tantas palabras agudas. Son polisílabas y llanas: tiene su propia manera de trabajar. Por eso cuento historias y uso frases coloquiales, para que fluya de manera natural. También me interesa mucho que se sepa lo que estoy contando desde la primera escucha.

«Para mí la política es la relación del individuo con el estado. Si no es eso, es sociología u otra cosa. Por tanto, no hago canción política, pero sí hago canciones como ‘Inditex’, sobre una dependienta puteada, o ‘Adoro a las pijas de mi ciudad’, que habla sobre mi complejo de clase. La mayoría de letras que me gustan juegan con dobles sentidos»

En El Sol bromeaste con que ‘Chicos bajos, chicas altas’ fuera «canción social», pero ‘Robando cobre’ me recuerda a cierto tipo de canción latina sobre gente trabajando en el campo, con tanto componente social como el de Víctor Jara. ¿Puede haber un lejanísimo fondo social?
Sí y no. Los textos literarios se diferencian de la guía de teléfonos y de los manuales de lavadora en que son ambiguos. Cuando hago una canción como esta o ‘La empresa’, es canción social y no lo es. Es una canción de amor, chorra, de baile, social… todo eso a la vez. Para mí la política es la relación del individuo con el estado. Si no es eso, es sociología u otra cosa. Por tanto, no es canción política, pero sí hago canciones como ‘Inditex’, sobre una dependienta puteada, o ‘Adoro a las pijas de mi ciudad’, que habla sobre mi complejo de clase. La mayoría de letras que me gustan juegan con dobles sentidos. Los estilos musicales, el jazz, el rock, los boleros, son sexuales. Con las letras se trata de tocar tabúes, es la función de la literatura, decir lo que no puede ser dicho, el amor con una chica de 15 años, o el amor entre los chicos. La copla siempre juega con eso, aparte de la iconografía, yo siempre pienso que es amor entre hombres. ‘Robando cobre’ es sobre unos gitanos que una vez nos quedamos mirando y nos dijeron: «¿qué? ¿Queréis que os dé trabajo?». Me hizo gracia y quise plasmarlo en una canción.

En ese concierto la gente gritaba a saco las letras de La Costa Brava, y en La Costa Brava la mayoría echaba de menos Australian Blonde. ¿Estás condenado a un bucle de nostalgia? ¿Cuánto ha de pasar para ir a un concierto a disfrutar de este disco nuevo?
Estaba muy reciente la fecha de salida del disco. Y para mucha gente las canciones de La Costa Brava tienen mucha carga emocional porque Sergio ha muerto. Hay cierta gente que se lo ha apropiado, porque salíamos a tocar y venían 40 o 60 personas. Al disolverse el grupo, con la gente que lo vivió, se crea un vínculo muy fuerte. Y a mí me gusta mucho que eso pase. No las escucho en casa pero que la gente cante canciones como ‘Treinta y tres’ me da subidón. Por otro lado, las canciones nuevas son muy pensadas para el disco, no para el directo. No es como ‘Inditex’, que está hecha para levantar a la gente. Si escuchas «Cumpleaños» o ‘Lo malo que nos pasa’ nadie se va a venir arriba.

¿Habrá vídeo?
Estamos haciendo uno con cuatro duros para ‘Lo malo que nos pasa’. Con los vídeos o tienes amigos con talento o dinero para comprar el talento. Me da rabia cuando hacía vídeos con Australian Blonde, yo decía: «¿cómo voy a hacer un vídeo y que luego salga tras el vídeo de U2 en la tele? Voy a quedar como una puta mierda». Yo no tengo una imagen muy fuerte, no domino el mundo audiovisual…

¿En Subterfuge no te buscaron una «imagen»?
En aquellas tampoco estaban en esas. Siempre escojo cosas basadas en ilustración, en este caso Susana López, la pobre, aparte de hacerme los dibujos de las maquetas, la portada, por cuatro duros le pedí un vídeo de animación. Estamos haciendo un documental con David Trueba, y hay una parte reservada para el vídeo. No está pensado para televisión, sólo para internet, para dejar testimonio del disco.

Finalmente, ¿la canción de la ‘Costa Fleming’ no tiene algo en común con ‘Yo no te pido la luna’?
No lo veo y tengo bastante esa canción en la cabeza. La de «Costa Fleming» está basada en la de ‘Missing You’ de John Waite. Ese tipo de canciones de los 80, rollo épico, AOR, Huey Lewis and the News, FM, película adolescente.

Foto: Silvia Varela.

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