Nadadora: al final de la brazada

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Nadadora: al final de la brazada

Vivimos una época musical en la que muchas bandas que pensábamos que jamás volveríamos a ver en un escenario se reúnen y además con resultados bastante positivos, ya sea en forma de giras triunfales o con discos que pueden estar a la altura de lo mejor que habían hecho en su momento de mayor esplendor. Es un verdadero placer haber podido ver a Stephen Malkmus volver a liderar a sus Pavement, a J Mascis, Lou Barlow y Murph de Dinosaur Jr. descargar toneladas de distorsión y sacar álbumes tremendos o comprobar que Soundgarden tenían un as guardado en la manga con ‘King Animal‘. Como siempre, descubrir grupos nuevos y excitantes que tienen debuts que te enganchan a la primera, como podría ser el caso de Alt-J, es la sal de la vida, pero al igual que hay trayectorias que comienzan o son retomadas, hay otras que llegan a su fin. En algunos casos es lo mejor, porque si a una banda no le queda más que decir, es aconsejable no intentar seguir activos y acabar dando pena. Si las ideas se acaban o las relaciones entre los miembros se estropean, se va cada uno por su lado y punto. Por desgracia, también hay historias que acaban antes de tiempo y uno de los casos más flagrantes de final inconcluso es el de la separación de Nadadora.

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Diez años a veces son el suficiente tiempo para que un grupo vuelque todo su contenido creativo en diversos discos, pero es algo más propio del pasado. En la actualidad parece raro que un grupo requiera ese tiempo para llegar a la fama, evolucionar, desgastar las relaciones personales y llegar a separarse, pero sin ir más lejos es precisamente lo que hicieron los Beatles en los años 60. Para el negocio de la música (especialmente en este país) el tiempo pasa lentamente, porque también hace diez años que la banda de Gonzalo Abalo y Sara Atán comenzó su andadura y da la sensación de que les quedaba muchísimo por decir, habiendo alcanzado una primera cima hace sólo dos años con el brillante ‘Luz, Oscuridad, Luz’. Como buenos escaladores, les quedaban muchos más cincomiles que conquistar y así nos lo hizo saber Gonzalo en la entrevista que nos concedió cuando terminaba 2010, afirmando que lo mejor de Nadadora estaba por llegar aún y así lo ha afirmado cuando anunciaba el fin de su banda, con canciones escritas que no sabemos si acabarán saliendo de la oscuridad. Da mucha rabia aceptar que, en principio, esto es todo y no habrá un cuarto disco de los de O Grove y encima no porque no se soporten, sino por razones puramente logísticas. Es lo que tiene cuando la música no da para comer y tienes que vivir de un trabajo que te sirva de colchón económico.

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Ahora que hemos de comprender que no habrá más largos en su piscina, que lo que queda son unos pocos conciertos que sirvan de últimas brazadas para llegar a la otra orilla, quedémonos con su obra, que aunque se antoja breve, sí es intensa y de una calidad consistente y envidiable. Hemos hablado mucho y muy bien de su último largo, pero no hemos de olvidar dos LPs y dos EPs muy jugosos y que en absoluto hay que menospreciar. Se dieron a conocer cuando quedaron finalistas del Proyecto Demo en 2004 y cuesta creer que no ganaran, pero el premio ya se lo darían público y crítica, tras grabar dos maquetas (‘Outubro’ y ‘El Cielo de Antenas’), con un primer y prometedor EP, ‘Aventuras Dentro De Cajas’ (2004), y por fin con su primer largo, ‘Todo El Frío Del Mundo’ (2005). En ese punto fue cuando los conocí, al aparecer uno de sus temas más célebres, ‘Incendio#3’, en un recopilatorio de Rockdelux, y quedé prendado de su pop de guitarras ensoñador, de la delicada voz de Sara y de una atmósfera que me envolvía suavemente.

Esa candidez inicial se tornó oscura con ‘Hablaremos Del Miedo’ (2007) y canciones como ‘El Bosque’, ‘Después de todo’ o ‘Frágil’, donde daban un giro no sólo a sus letras sino también a su sonido, ornamentándolo con elementos como cuerdas y en definitiva yendo más allá de las fronteras del dream pop. La genial ‘Septiembre no está tan lejos’ pertenece a esta época, pero acabó en un EP donde se dejaban remezclar con aires electrónicos y titulado ‘La química que nos une’ (2008), dejando una incógnita sobre el siguiente paso a dar en términos estilísticos. La respuesta llegó con el citado ‘Luz, Oscuridad, Luz’, en el que dando un paso atrás con la intención de volver al sonido de sus inicios, dieron dos hacia delante al abrazar más abiertamente la distorsión shoegaze con un conjunto de temas sobresaliente, entre los que cabría destacar ‘Una Nueva Vida’, ‘Sólo Sombra’, ‘Siempre’, ‘El Sueño Ardiendo’ o ‘Me Llamaréis Asesino’. Ni un solo corte de relleno para un álbum que sigue y seguirá sonando fresco.

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Había ideas de sacar EPs antes de un cuarto LP. Había proyectos y ganas de superación. Si lo mejor estaba por llegar, es una injusticia que nos quedemos de brazos cruzados. A veces la vida da los suficientes bandazos que necesita un problema para ser encauzado y si no es el año que viene ni el siguiente, tal vez sea dentro de cinco cuando el quinteto supere sus problemas y vuelva a enfrentarse a la grabación de un disco. Si no es así, lo menos que se podría pedir es que esas nuevas canciones se editen como sea, aunque sea en formato de EP o LP póstumo, como hicieron los Screaming Trees de Mark Lanegan con ‘Last Words: Final Recordings’ (2011), pero que no tarden quince años en hacerlo, como los de Ellensburg. Quedará intentar asistir a uno de sus conciertos de despedida para decirles adiós como se merecen e intentar que las sucesivas novedades discográficas no entierren su recuerdo.

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