En ’28 días después’ vimos cómo un extraño virus convertía en zombis a los ingleses. Y en su segunda parte, ’28 semanas después’, volvemos a lo mismo. Las Spice Girls, los Oasis, los redactores del NME, los Editors, los Arctic Monkeys e incluso la residente en Londres Madonna han muerto y unos escasos miles de supervivientes británicos se refugian en una pequeña isla vigilada por la OTAN. Esta secuela ya no ha sido dirigida por Danny Boyle (‘Trainspotting’, ‘La Playa’) sino por el canario Juan Carlos Fresnadillo (‘Intacto’).
Las diferencias con las películas habituales de zombis (excluyendo la gran ‘Zombies party’, por supuesto) son las mismas que en la película anterior: el dramatismo ante el posible fin de la humanidad, lo criticable de la metodología asumida por el ejército para afrontar la epidemia, cierta reflexión social, etcétera. Los planos que muestran Londres devastado, que tocan la fibra sensible de todos los que amamos la ciudad y, sobre todo, las emociones post-rock sumadas por la música de John Murphy también ayudan.
Por el contrario, el guión flojea hacia el final cuando uno de los zombis aparece sin venir a cuento hasta en la sopa, o cuando la trama prefiere un cutre-drama familiar a la tensión, el terror o la recreación estética. Lo mejor, sin duda, llega a la salida del cine: todo el mundo te parecerá un zombi. 6.