Tormenta Tropical, horas de sabrosura

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Tormenta Tropical, horas de sabrosura

Tan traicionero como una piña colada, que empalaga y emborracha a la vez. Igual de pegajoso que esa canción de verbena que odias pero que no puedes evitar tararear. Así es el electro latino, el acid reggaeton, la cumbia electrónica. El nombre no importa. Todo se traduce en horas de sudor, baile y sabrosura. Solo hay que dejar los prejuicios en la puerta y mostrar tu mejor tumbao en plena pista.

Para los amantes de la música latina, en el sentido más amplio, la fiesta «Tormenta Tropical» del pasado lunes de la Red Bull Music Academy fue un regalo, empezando por la aparición de Señor Coconut: una banda compuesta por nueve músicos que a sus cincuenta años de media prefirieron animar al personal que jugar a la petanca en su Frankfurt natal, algo de agradecer. Sonaron todos sus éxitos, que en realidad son éxitos ajenos pasados por la licuadora. No se escapó nadie. Kraftwerk, Eurythmics o Prince acabaron versionados e interpretados como piezas de orquesta. Después de tal espectáculo se entiende que The New York Post eligiese su versión de ‘Showroom Dummies’ como el quinto mejor cover de la historia.

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Justo a continuación salió al escenario Tom Zé, histórico de la música brasileña y hermano provocador de Caetano Veloso y Gilberto Gil. A sus setenta y tantos, no dudó en disfrazarse y animar las pausas entre canciones con todo tipo de gritos contra la política y la economía actual. Con temas como ‘Augusta, angélica e consolação’ hizo participar a todo el público y demostró que si existe algo como el punk de la favela, él es su máximo representante.

Luego llegó la pequeña decepción de la noche. Le reservaron la mejor hora, pero El Guincho no supo ejercer de anfitrión. Desde la primera nota el sonido fue muy flojo. No se distinguía la voz y los bajos retumbaban en la sala. En vez de tratar de solucionarlo con un poco de tacto, eligió el camino fácil y se dedicó a lanzar una canción tras otra. Sin pausas ni para dar las gracias, los temas se sucedieron con poco garbo hasta bien entrado el set, cuando sonaba ‘Palmitos Park’. Entonces soltó una medio sonrisa y supimos que era el momento inspirado de la noche. Se marchó sin ofrecer un bis. Una pena que no supiese aprovechar las circunstancias, porque para entonces el público tenía ganas de algo un poco más potente.

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Quién sí supo leer entre líneas fue Meneo, al que no paramos de ver en concierto por Madrid últimamente. Únicamente armado con su gameboy, decidió que era hora de sudar. Mezclando ritmos latinos con el encanto del 8 bit, consiguió que quien no lo conociese para entonces sepa ya de su nombre. Aderezó el espectáculo con un striptease integral y consiguió poner a la sala gritando “Tiger Woods is Gay!”. O lo que hiciese falta. La cosa degeneró un poco cuando dejó subir al escenario a todo el que quisiese. Se lo perdonamos porque consiguió que recordásemos que tenemos caderas incluso a esas horas de la noche.

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