‘La mula’, una carga que pesa demasiado

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‘La mula’, una carga que pesa demasiado

MulaFue precisamente otro título con nombre de animal el que nos enseñó hace casi 30 años que asuntos tan serios como la Guerra Civil podían convertirse en comedia sin que la crítica se perdiera por el camino. Claro que ‘La vaquilla’ tenía a Luis García Berlanga al mando, mientras que esta mula, lastrada por el sobrepeso de cuatro años de problemas acumulados, se vanagloria de ser la primera película anónima de la historia. La primera que se firma así al menos. Y eso se palpa en todos los planos del filme.

Es verdad que ‘Manolete’ se llevó, y con razón que para eso las estrellas eran Penélope y Adrien Brody, toda la prensa sobre los recientes rodajes desastrosos en nuestro país. Pero este filme que ahora por fin llega a los cines no se queda atrás en lo que a problemas se refiere para poder ver la luz del día. Para empezar, su director original, el británico Michael Radford, abandonó en 2009 el rodaje a cuatro días de la claqueta final por sus diferencias con los productores, algo que obligó a buscarle un sustituto que no ha querido firmar la película y cuya identidad nadie revela. Después, una lucha en los tribunales entre los productores españoles y británicos impidió que se estrenara hasta que se decidiera quién se quedaba con los derechos de la película. Y por si fuera poco el Ministerio de Cultura la mantuvo secuestrada durante dos años incapaz de concederle una Calificación por considerarla “lesiva”. ¿Alguien da más?

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La verdad es que ante tanta dificultad acumulada cabe preguntarse si no hubiera sido mejor que alguien hubiera interpretado las señales y hubiera dejado la cinta en un sótano alimentando su leyenda de maldita. Sobre todo porque qué necesidad hay de ver otra peli sobre la Guerra, dirán esos pesados que injustamente opinan que el cine español se divide en dos géneros: la Guerra Civil y los travestis. Pero no sería justo este destino.

Sobre todo porque es evidente que gran parte del equipo hizo lo que pudo para salir ileso del naufragio, y ese esfuerzo debe ser visto aunque la crítica no sea favorable. Mario Casas, al menos, puede estar tranquilo, ya que su interpretación con acento andaluz resulta no solo creíble, sino entrañable y sincera, además de aguantar sin caerse la presión de mantener sobre sus hombros el peso de todo el proyecto sin necesidad de quitarse la camiseta. Vamos, que no hay razón para seguir diciendo aquello de «qué sorpresa que el chaval actúa bien», sobre todo sabiendo que esta película se rodó varios años antes de que le cogieran para participar en ‘Grupo 7’, su mejor papel hasta la fecha. Normal que María Valverde, su compañera de reparto y actual pareja, se enamorara de él.

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De hecho puede que ese romance sea lo único bueno que podemos sacar de la experiencia. Y es que esta historia basada en el libro de Juan Eslava Galán tenía mucho a su favor para convertirse en algo digno de ser recordado (aquí no hay buenos ni malos, al menos entre los soldados rasos). Pero un guión fallido, un montaje incoherente, una música que molesta y una textura con mucho grano lo ensucian todo tanto que nada puede brillar demasiado. 3,5

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