Austra resisten el sofoco veraniego en el Nasti

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Austra resisten el sofoco veraniego en el Nasti

En su primera visita a Madrid, Austra superaron con creces un complicado test que consistió en diferentes pruebas: la primera, comprobar si siguen en la cresta de la ola con la presentación de ‘Olympia‘ tras debutar a lo grande con el excelente ‘Feel It Break‘ (2011). La segunda, tomar contacto con el público madrileño (quien había agotado las entradas con antelación) y la tercera y más importante, salir victoriosos de un recinto que despierta tanto amor como odio como es el próximamente difunto Nasti (hoy abre por última vez). Habrá quien eche de menos la mítica sala por razones más que obvias, pero desde luego el Nasti nunca ha destacado por su calidad de sonido, a lo cual hubo que añadir en la noche del jueves el hecho de que el aire acondicionado pareciera estropeado o funcionara tan flojo que era imperceptible. Eso en un concierto en recinto cerrado y en pleno verano es casi un acto suicida.

Todo parecía en contra de los canadienses y cuando Katie Stelmanis y su banda salieron a escena y, por problemas de sonido, no podían comenzar su show, el desastre se empezaba a confirmar. A saber cómo lo lograron, pero finalmente sonó ‘What We Done?’, el también primer corte de su nuevo álbum y de ahí en adelante todo, sorprendentemente, fue sobre ruedas. Abanico en mano, los asistentes hicieron lo posible para soportar el sofoco provocado por la sauna en la que se había convertido el lugar y Katie & cía recibieron esa energía, devolviéndola con creces y convirtiendo la aparente adversidad en una fiesta en la que todos bailaron. Con ‘Sleep’, ‘Annie (Oh Muse, You)’, ‘Forgive Me’ o ‘Painful Like’, ‘Olympia’ estuvo bien presente en el set y Katie agradeció que el público se supiera las letras de las canciones nuevas, siendo el primer concierto de la gira en la que eso estaba sucediendo. No se quisieron olvidar de sus primeros hits y desgranaron algunos como ‘Beat and The Pulse’, ‘The Choke’ o ‘Lose It’, con el cual la euforia llegó a su máximo exponente.

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Tal era la energía desprendida que tanto parte del público como la banda al completo (Katie dudó al principio, pero sucumbió finalmente) acabaron sin camiseta, prueba definitiva de que todo el mundo lo había dado todo. Para aquellos que no lograron una entrada o se quedaron con ganas de más, tranquilidad, que vuelven en noviembre. Con lo sucedido este jueves, hay que quedarse evidentemente con lo mejor, pero no deja de dar rabia la deficiente calidad de sonido del show, pudiéndose escuchar a veces más al público que a la banda, lo cual, sumado a la pobre ventilación, hace desear que si el Nasti reabre sus puertas, que sea en otro lugar o mejores condiciones. Aún con todo, gran noche.

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