Dice St. Vincent en una entrevista reciente que la razón por la que ha decidido titular su nuevo disco sencillamente ‘St. Vincent’ se debe a que ha encontrado al fin su sonido propio. El hallazgo de la de Oklahoma, concentrándonos en este álbum, es uno con el que no obstante ya la identificábamos en discos anteriores, es decir, esa peculiar yuxtaposición de melodías bellas y riffs de guitarra retorcidos y ensordecidos hasta el límite que Clark practicaba en temas tan antiguos como ‘Marrows’ o incluso más ampliamente en su disco anterior, ‘Strange Mercy‘. Entonces, ¿por qué es ‘St. Vincent’ diferente?
Se ha escrito mucho sobre la cantidad de influencias que esconden las canciones de Annie Clark, pero no cabe duda de que por el camino St. Vincent ha ido definiendo un sonido propio que hoy cuesta imaginar más distintivo. En ese sentido ‘St. Vincent’ es, básicamente, un disco único, porque sirve como la representación por excelencia del sonido de su autora y lo hace, además, a través de la mejor colección de canciones de su carrera. Mención especial merece la cubierta, como la música de su protagonista, feísta e inquietante (esos colores, esa mirada) pero siempre increíblemente atractiva.
Lo que propone ‘St. Vincent’ es un estilo más minimalista a la par que sucio. Lejos quedan ya los barroquismos de ‘Marry Me‘, las cuerdecitas Disney de ‘Actor’ o la pulcritud estética de ‘Strange Mercy’. En su paso de 4AD a Loma Vista, subsello de Republic, Annie Clark y su productor John Congleton prescinden de ornamentos para elaborar un repertorio cómodo en programaciones funk lo-fi estilo Prince (‘Huey Newton’), teclados disonantes como sacados de una horror-movie (‘Regret’, ‘Bring Me Your Loves’), grandes y melancólicas melodías (‘Prince Johnny’, ‘I Prefer Your Love’) y, sobre todo, descargas eléctricas tan ruidosas como pegadizas. Menos recursos, mejores canciones.
St. Vincent sigue siendo una gran compositora de medios tiempos; ahí está el himno pro-igualdad ‘Prince Johnny’ –fascinante personaje real–, que esconde tras su pausada base rítmica unos deliciosos rugidos de guitarra y unos fantasmales coros góspel; o el baladón ‘I Prefer Your Love’, un elegante, conmovedor y personal cruce de Sinéad O’Connor, Kate Bush (esos “little baby on your knees”) y Madonna que Clark dedica a su madre. Y la bowiesca ‘Severed Crossed Fingers’, por su parte, cierra el álbum en modo catarsis, pues se trata de la primera y única toma que Clark grabó del tema antes de romper a llorar en el estudio e inspira esa esperanza que se siente tras la angustia.
Pero los momentos más memorables de ‘St. Vincent’ los entrega su mitad más adrenalínica. Durante su estancia en el rancho de un amigo en las afueras de Texas, Clark decidió una oscura noche contemplar desnuda el paisaje desértico que la envolvía, hasta que, de repente, oyó el dulce tilín de una serpiente cascabel. Aterrada, Clark corrió hacia la caseta y escribió ‘Rattlesnake’, canción que captura con maestría esa sensación de paranoica incertidumbre –Clark jamás vio la serpiente– en la creciente tensión de su desarrollo y el momento de mayor terror en la excitante descarga de su riff final. Los retorcidos riffs de ‘Birth In Reverse’ también aportan nervio al discurso de la artista y traducen con acierto el mensaje de hastío de su letra, presente también, aunque esta vez enfocado a las miserias de la era de la información, en el único tema del álbum que rescata los vientos metal de la pasada colaboración de Clark con David Byrne, ‘Digital Witness’ (la cantante no ha dejado de expresar su opinión sobre este mismo asunto en Twitter o en un interesante artículo para The Guardian). Por si fuera poco, Annie está a punto de infartar en ‘Psycopath’ y de satisfacer sus instintos más primarios en la pegajosísima ‘Bring Me Your Loves’.
A rasgos generales, ‘St. Vincent’ es, pues, un carrusel de emociones que Clark tensa y libera a su gusto y que otorga al álbum un dinamismo y una vida al que apetece volver una y otra vez. Sus afilados y ásperos riffs y líneas de teclado vuelven a aportar ganchos formidables y la calidad melódica de estas canciones las convierten en grandes himnos pop que a su vez se alejan de convencionalismos con su peculiar estética feísta. La sublimación del «sonido St. Vincent» llegó, en mi opinión, tan pronto como en ‘Surgeon’, pero este es sin duda el repertorio con el que definitivamente St. Vincent se ha encontrado a sí misma. Qué hará después es ahora el gran misterio.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Rattlesnake’, ‘Birth In Reverse’, ‘Prince Johnny’, ‘Digital Witness’, ‘I Prefer Your Love’, ‘Regret’
Te gustará si te gusta: T Rex, David Bowie, Kate Bush, Talking Heads, Prince
Escúchalo: NPR