Para su segundo álbum, Halls no ha querido repetirse y ‘Love To Give’ no continúa por las vías de la electrónica intimista de ‘Ark’ sino que se interesa más bien por los instrumentos reales como pianos, guitarras, metales, órganos o incluso marimbas, además de apostar por desarrollos progresivos muy propios del post-rock. Howard de hecho grabó la mayor parte del disco en el salón de un teatro de Londres con la intención de que sonara lo más natural posible y lo hizo dejando que el ruido exterior formara finalmente parte de sus canciones. ‘Love to Give’ pues es el sonido de un Sam Howard queriendo “ser más un ser humano” y abriéndole así las puertas al mundo tras el sombrío hermetismo de su debut.
Eso no significa por supuesto que ‘Love to Give’ abra de par en par sus puertas al mundo, solo las entreabre para que se hagan paso unos pocos rayos de luz: el sonido de Halls sigue siendo muy oscuro. Los tonos de ‘Body Eraser / Avalanche’ de hecho son prácticamente abisales y entre los coros fantasmagóricos de ‘You Must Learn To Live Again’, la espeluznante distorsión de las cuerdas en ‘Forelsket’ (amor en noruego) y su desoladora atmósfera o la épica intensidad post-rock de ‘Sanctus’ o ‘Aria’, entre muchas otras, se puede decir que Howard ha creado una obra evocadora de paisajes de nuevo más bien tenebrosos, sensación que se incrementa al 200% dado su gusto por la reverberación o las melodías tipo himno religioso como la del corte que titula el álbum.
Hay momentos ligeramente luminosos como la animada ‘Waves’, que no obstante introduce el contemplativo interludio de 50 segundos ‘Harmony In Blue’, o los coqueteos country-blues y jazz de ‘Aside’, que incorpora un saxofón muy bien resuelto. La instrumentación del disco es desde luego más variada que nunca y a lo largo de su recorrido es posible identificar cierta fascinación de su autor por el órgano, cuyo sonido Howard explora en temas ya mencionados como ‘Love to Give’, ‘Waves’, ‘Aria’ o ‘Forelsket’ y con resultados notables, si bien no impresionantes.
La evolución hacia el post-rock de Halls en ‘Love to Give’ es también otro elemento sorprendente y no para bien. Esa querencia por el sonido de Explosions In The Sky o Sigur Rós le permite a Howard expresar sus sentimientos de manera más directa que nunca pero también mucho menos sutil. No hace falta ir a lo épico para desnudar tu alma al mundo y lo peor es que las canciones de este disco que van en esa dirección (‘Love to Give’, ‘Sanctus’, ‘Aria’, ‘Avalanche’…) ya las han hecho miles de grupos a lo largo de los años con resultados más memorables.
Si algo nos dice este cambio brusco de sonido, junto con la evidente sensibilidad musical del británico y su gusto por experimentar, es que aunque ahora apenas haya sitio para la electrónica, en ‘Love to Give’ reducida, como apunta la nota de prensa, a la búsqueda de la textura (‘Sanctus’, ‘Aria), Halls continúa buscándose a sí mismo y dejando caer discos en cuya brumosa atmósfera es fácil sumergirse. Será cuando Howards logre escribir mejores canciones que podremos dejar de hablar de promesa para empezar a utilizar otros términos. De momento ‘Love to Give’, desde su misma portada, es más bien una obra menor y solo un paso más hacia el disco definitivo de Halls.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Sanctus’, ‘Aria’, ‘Forelsket’, ‘Body Eraser / Avalanche’
Te gustará si te gusta: tanto el post-rock como el pop de cámara
Escúchalo: Deezer