‘El pasado’: laberinto de pasiones

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‘El pasado’: laberinto de pasiones

elpasadoPocos directores actuales son capaces de profundizar en las complejidades de las relaciones humanas como lo hace Asghar Farhadi. Después de ‘A propósito de Elly’ (2009) y, sobre todo, ‘Nader y Simin, una separación’ (2011) (con la que coleccionó premios en todo el mundo, incluido el Oscar y el Oso de Oro de la Berlinale), el director iraní “menos iraní” vuelve con otro drama familiar de estilo transparente y exquisita arquitectura narrativa.

‘El pasado’ es la primera película que Farhadi rueda fuera de Irán. Una producción francesa, con guión del propio director, que en un principio iba a protagonizar Marion Cotillard pero que al final fue sustituida por Bérénice Bejo (‘The Artist’). La película se puede leer como una variante de su anterior película. Un nuevo triángulo pasional, quizá demasiado calculado y alargado, desde donde construir un complejo entramado dramático donde cada situación, diálogo o elipsis modifica la dirección del relato.

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‘El pasado’ es como un thriller sentimental, una película de misterio(s). El director juega constantemente con la percepción y las expectativas del espectador: convierte sus certezas en dudas, y esas dudas en nuevas certezas que luego se convertirán en nuevas dudas. Como dice el propio Farhadi: “Así es la vida real: voluble y parcial. No puedes estar seguro de nada. Nunca puedes olvidar que lo que percibes es lo que te lleva desde tu ángulo, desde tu punto de vista”.

Pero ¿qué pasa si te mueves? Ese cambio posicional, que acaba siendo también moral, es lo que explota tan brillantemente el director iraní en ‘El pasado’. La realidad no es algo estático. Es como el hogar de ‘La casa de hojas’: cambia, muta. Cada mentira, cada secreto, cada revelación, la transforma, la modifica. El pasado, “recoloca” el presente. 8,5.

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