Mejores discos 2014

50
Eagulls

El eco del post-punk es mucho más que una moda, y permanece latente en el ideario de muchas bandas hasta que alguna emerge con personalidad y buenas ideas, como es el caso de de Eagulls. Los fantásticos singles ‘Nerve Endings’ y ‘Tough Luck’ ejercieron hace meses la primera embestida, entrando en las vidas de los que nos acercábamos a ellos como un elefante en una cacharrería, y para quedarse. Pero ‘Eagulls’ no se queda ahí, ni de lejos. Con los venerados Joy Division como punto de partida, pero permeables a sonidos tan diversos como My Bloody Valentine, Killing Joke, Wire y hasta The Smiths, Eagulls desgranan un álbum sin ningún tipo de desperdicio. Con un sonido brutal, de esos que invitan a subir el volumen a límites dañinos, Eagulls se erigen en otros de esos raros héroes que logran la difícil tarea de aunar ganchos magnéticos con un estilo rudo y desafiante.

49
Calvin Harris

Calvin ha logrado conectar con la nueva juventud interesada en la EDM, también con la generación de nostálgicos de los 90 más cañeros y eventualmente con los seguidores de cantantes ajenos a la música dance con los que colabora, como Florence + The Machine en aquella máquina de hits llamada ‘18 Months‘, de la que llegamos a contar 10 singles; o ahora Haim o Gwen Stefani en este nuevo ‘Motion’, que parece otro “greatest hits” exactamente igual que el álbum anterior. El disco incluye temas más sutiles como ‘Love Now’ y otros más brutos y deliberadamente macarras, como ‘Overdrive’ y ‘Burnin”. Cuando los escuchen, si lo hacen, muchos de sus fans de los tiempos de ‘Acceptable in the 80’s’ o ‘Flashback’ (aún una de sus mejores canciones) se echarán las manos a la cabeza. ¿En serio este tipo ha ganado un Ivor Novello a mejor compositor? Pero no todos los artistas pueden decir que sus discos tercero y cuarto lograron que todo el mundo olvidara el primero y el segundo, normalmente aquellos a los que un artista permanece ligado de por vida. No vamos a decir que creativamente se haya superado, pero que Calvin Harris está marcando esta década con una veintena de singles -se dice pronto-, a ver quién lo discute. Si hasta se ha permitido el lujo de prescindir de su top 1 junto a su ex Rita Ora y, entre tanto pepinazo, nadie se va a dar cuenta…

48
Jose Domingo

La música de Jose Domingo esconde muchos recovecos. La producción, para la que ha contado con la ayuda de Puter y Jordi Herrera (Satellites), de nuevo en los estudios La Puerta Cósmica de Palam, en Palma de Mallorca, está repleta de detalles exquisitos que hacen que ‘Tus ojos de mujer’ acorte la distancia entre la tradición andaluza y el dub jamaicano, o que ‘Se irán contigo’ y ‘En blanco y negro’ (también recuperada de ‘Lejos en mí‘, el último disco de su anterior banda) se devaneen entre la bossa nova, el bolero, el country y la copla con soltura, siempre con una naturalidad desarmante, pasmosa y sin fisuras. En ellas, como en gran parte del disco, unos textos de hechuras clásicas se detienen a menudo en el amor (y su final, cómo no), la pasión y la tensión sexual, con la figura femenina como frecuente referente lírico, en línea con muchas letras de Santiago Auserón para Radio Futura. En definitiva, ‘Almería’ es un disco hecho desde la modestia pero con amplias miras y una factura artística sobresaliente, que marca un punto de inflexión, no solo en la carrera del autor sino también para esa saga de autores que buscan acercar lo patrio y lo foráneo, que tienen en esta obra un nuevo referente y una fuente de inspiración.

47
Pablo und Destruktion

Son muchos los nombres que pueden venir a la mente escuchando las canciones del disco definitivo de Pablo und Destruktion: aparte de los Bad Seeds, Sonic Youth, el equipo de músicos de Christina Rosenvinge, Los Planetas, Tarántula o los nudozurdo más acústicos que últimamente jugaban con las cuerdas. Pero Pablo no se caracteriza por absorber influencias, sino por sí mismo. Escribiendo una columna para La Nueva España, concediendo entrevistas de dos horas y media, como amante de los gif’s animados, inventando términos como «asturpsicodelia», reflexionando sobre la importancia del videoclip y de su deseo de hacer varios para este ‘Sangrín’ -parece una tontería pero no lo es entre el underground patrio-, rebelándose contra el rock’n roll y el sexo sin amor, revelándose como un pensador pero declarándose fan de los discos cortos, hablando de la sociedad sin resultar obvio y sobre todo a través de un considerable repertorio de buenas canciones, mucho más sólido y atractivo que en su debut, está claro que estamos ante uno de los talentos más particulares de nuestra sociedad. Igual es porque ha estudiado Veterinaria.


‘The Future’s Void’ es, por sus letras sobre las consecuencias de internet, un disco muy significativo y relevante en el curso de la historia musical del siglo XXI. Si en muchas ocasiones hemos acusado una deuda excesiva de EMA hacia sus influencias, especialmente PJ Harvey y Courtney Love, como se puede aún apreciar en canciones como la pegadiza ‘So Blonde’, ahora podemos decir que su carrera está siguiendo su propio camino, sonando como ya quisieran los ¿futuros? Hole. No hay la más mínima curiosidad por saber qué podría haber hecho Dave Sitek con este amasijo de guitarras, sintetizadores e instrumentos orgánicos pensado para sonar a toda pastilla en cascos, carreteras y equipos de alta fidelidad. EMA sola en el sótano de su casa junto a su batería y su hombre de confianza Leif Shackelford ha orquestado este equilibrado disco de la posmodernidad que acaba sonando a canción tradicional después de haberse pasado por la piedra a Sinéad O’Connor, la última M.I.A., los Radiohead de ‘OK Computer’, las bandas sonoras de Giorgio Moroder y Deerhunter.

45
Tremenda Trementina

Mientras otras bandas se ahogan y se pierden intentando mantener el nivel en el tan temido segundo trabajo, Tremenda Trementina no solo consiguen mejorar el resultado sino que, además, logran hacer todavía más efectivo su discurso sin renunciar a la heterogeneidad de la que siempre han hecho gala. Mantienen lo incisivo y lo amargo de sus letras, que no por ello dejan de resultar tremendamente románticas, mientras van arreglando los temas del disco en función de lo que la letra pida gracias también a la versatilidad vocal de Adriana, capaz de encogerte en la casi vocal ‘Sirenas’ y de incitarte a subir dos tonos para acompañarla en el estribillo de la tropical (¿?) ‘Gorilas’. Lo que hace en ‘Volver a caer’ -el final más abrupto desde ‘Los Soprano’- es suficiente para tenerla en cuenta a la hora de elaborar un Top 10 de vocalistas nacionales.

44

‘Wonderland’ fue el único «disco recomendado» de 2014 hasta el 17 de febrero: así de mal arrancamos el año

Si ya tenías la impresión de que todo en ceo era algo inasible, el proyecto de Eric Berglund de The Tough Alliance se ha mudado ahora de Gotemburgo a los bosques perdidos del sur de Suecia. No se ha visto su nombre en los carteles de los grandes festivales -tampoco de los pequeños-, ni se le espera, pero los años -y un poco ese carácter escurridizo- han hecho un gran favor a su disco anterior, ‘White Magic’. ‘Wonderland’ ofrece otros ocho cortes extendiéndose durante 33 minutos, en los que el secreto sigue siendo casi el mismo, sólo que ahora con desarrollos más ricos y largos: tantos colores como los que se reflejan (ahora sí) en la portada desplegados en una paleta en la que caben referencias a otros artistas policromáticos como Animal Collective o El Guincho, pero donde nunca se descuida el objetivo. Tanto el estribillo como los arreglos de ‘Mirage’ remiten a la música tradicional a pesar del envoltorio dado por la producción próximo a Björk (varias etapas a la vez), y lo mismo ocurre con ‘OMG’: el ritmo podría ser el que Timbaland deja caer allá por donde va, bien sea un disco de Nelly Furtado o de Beyoncé, pero la intención de la canción es más profunda, más espiritual. Un viaje lleno de imaginación y destinos posibles para un disco que tendría su gracia que no saliera nunca de ese bosque de Suecia (aunque si lo hace, será bienvenido, claro).

43
Kelis

Kelis se lanzó a la piscina del eurodance antes que nadie. ‘Flesh Tone’ supuso un cambio de dirección que llegó antes de que David Guetta, los Benassi y compañía alcanzasen sus cotas más altas de popularidad. ¿Qué sentido tendría ahora volver a hacer lo mismo? La opción de llamar a David Sitek de TV On The Radio para producirle el disco, aunque inesperada, es desde luego, la mejor. Tras explorar el r&b actual e incluso adelantado a su época -con Neptunes y sin ellos-, intentar cosas marcianas con mejor o peor resultado, y conseguir un éxito de la magnitud de ‘Milkshake’, Kelis puede vivir de las rentas sin preocuparse de hacer lo que el público demande. ‘Food’ es uno de esos trabajos que terminan por definir la carrera de una artista, lo que se suele llamar un disco de madurez. Un largo disfrutable de principio a fin, no sólo apto para aquellos amantes de los sonidos de la música negra clásica, sino por la solidez de sus melodías, de la música en general. Existiendo múltiples posibilidades para su dirección artística, unas más obvias que otras, que la artista haya optado por publicar un trabajo con este aire de clásico, es un movimiento que merece un aplauso

42

Si la gran baza de ‘Trouble In Paradise’ es su sentido de la atmósfera, son tres canciones en particular las aquí incluidas las que representan más fielmente este cambio. En primer lugar, ‘Cruel Sexuality’, que explora el tema de los conflictos de pareja («me haces tan feliz en el día a día / ¿por qué de noche me encierras en tu prisión?», lamenta Jackson) en una melodiosa creación pop de incuestionable gancho e hipnótico y excitante ascenso al clímax; ‘Silent Partner’, una de esas producciones de synth-pop que se regeneran constantemente hasta los 7 minutos de duración al estilo de los B-52s y que ha sido descrita, con acierto, como la «primera canción épica de La Roux»; y, por supuesto, ‘Let Me Down Gently’, un magnífico ejemplo de pop de sintetizadores que no pasa de moda y que incluye en su clímax un saxo totalmente escalofriante. Son tantas las buenas ideas repartidas en tan solo tres canciones, más las presentes en el resto, que ‘Trouble In Paradise’ resulta una experiencia de lo más intensa pese a incluir tan solo nueve cortes. Y es que, si bien es cierto que ninguna de estas canciones puede presumir de la perfección pop de sus primeros y exitosos singles, no se puede negar que el segundo trabajo de La Roux está poblado de canciones compuestas, arregladas y producidas con visión, sensibilidad y buen gusto, envueltas además en una atmósfera de la que, una vez dentro, no puedes escapar. El camino hacia la madurez de La Roux empieza, en definitiva, con este «paradisíaco» disco. ¿Tardará el tercero el mismo tiempo en llegar?


Angel Olsen ya había demostrado que domina las distancias cortas, y en este álbum resulta especialmente demoledora en ese coto, pero tampoco se limita a un solo palo: igualmente desarmantes resultan ‘White Fire’, una letanía de tristeza coheniana, con letra dolorosa que mira con anhelo a un pasado inocente («miedo, sol, y tú, cuando no sabías que estabas equivocada, o cuánto lo estabas»); ‘Enemy’, en la que un mínimo acompañamiento de guitarra permite a Olsen mostrar una voz hermosamente quebradiza, en uno de los momentos más emocionantes de esta potente obra; o la candorosa y breve belleza de ‘Iota’, con un delicioso sabor brasileño que envuelve en delicadeza unas líneas profundas que apuntan a lo hermoso que resulta que la imperfección de la vida nos obligue a revolvernos y luchar para ser felices. Y es que, por delante de la pena y el dolor, la esperanza se convierte en la idea fundamental del álbum, retratada maravillosamente en una final ‘Windows’ en la que Olsen canta: «¿estás ciega? ¿estás muerta? ¿o estás bien? Alguna vez hay que abrir una ventana. ¿Qué hay de malo en la luz?», dejándonos casi literalmente sin aliento.

40
Katy B

‘Little Red’ ha sido el «sleeper» oficial del año en la redacción. Fue puntuado «sólo» con un 7,3, pero finalmente recibe votos de Sebas, iko, Raúl, Lolo y Sr John

Los aires despreocupadamente festivos y hedonistas que hacían de ‘On A Mission’ un disco tan excitante persisten en ‘Little Red’, especialmente en un apabullante arranque que enlaza ‘Next Thing’ (con producción de The Invisible Men, artífices de éxitos de Rita Ora, Orson, Jessie J o Iggy Azalea), el ya conocido ‘5 AM‘ y la fantástica ‘Aaliyah’, su tributo al desaparecido icono del R&B junto a Jessie Ware; o en hipotéticos singles como ‘I Like You‘ (irresistible producción de George Fitzgerald, reputado protegido de Scuba) y ‘Everything’ (un delicioso revival de las mejores cantaditas de los 90, obra del prometedor Dream). Pero, por otra parte, Katy también quiere dar muestras de su mayor madurez compositiva y personal. Y no es Adele, ni encaja con la corriente neo-soul de Jessie Ware porque su carácter hedonista es muy fuerte, pero tampoco es ya la postadolescente fiestera de sus inicios. Y, afortunadamente, tampoco parece buscar un puesto entre el chabacanismo habitual de las actuales estrellas del pop femenino. Su lugar parece estar en el de un raro tipo de diva dance, una que conjugue «bailabilidad» con cierto grado de riesgo y un intachable buen gusto, dando importancia a lo artístico por encima de lo estadístico. En ambos casos, ‘Little Red’ puede salir perdiendo en las comparaciones con su debut, pero es un importante paso en la consolidación de ese singular nicho.

39
Damon Albarn

Damon ha sabido encajar en su primer disco en solitario un gran fregado de referencias autobiográficas, y lo introspectivas que suenan canciones como ‘You and Me’ y ‘Hollow Pounds’ encuentran correspondencia con sus textos. Lo adecuado de las cuerdas, en algunos casos entre las más bonitas que ha grabado Damon en su vida, junto a los pianos que también suenan en los dos temas instrumentales, ‘Seven High’ y ‘Parakeet’, van construyendo un disco lleno de “growers” en el que también hay que aplaudir su secuencia. Una secuencia en la que se han distribuido de manera óptima los numerosos singles de adelanto y en la que la euforia de ‘Mr Tembo’ no desentona en absoluto con el carácter melancólico de todo el disco (de hecho aparece unida a la anterior ‘Lonely Press Play’). Damon es un chico muy listo y para evitar de todas todas que este álbum pudiera ser tildado de lacrimógeno o pitopáusico, tras la bellísima ‘The History Of A Cheating Heart’, ha colocado un dúo absolutamente genial con Brian Eno titulado ‘Heavy Seas of Love’. Un colorido final optimista que, entre sus contrastadísimas voces, palmas, pianos, voces sampleadas y del Leytonstone City Mission Choir, deja con ganas de más. Algo fundamental para las áridas primeras escuchas del disco, que terminan dando sus frutos.

38
Haerts

Con ecos de Fleetwood Mac, Chris de Burgh, The Cardigans o más recientemente Chvrches, los múltiples adelantos que durante los últimos años hemos ido conociendo del debut de Haerts iban revelando que la banda rara vez bajaba del notable alto. En lugar de ofrecer la cantidad de relleno habitual en estos casos, la llegada del largo daba más ganas de salir a las calles con pancartas con su nombre que de otra cosa. Casi sin relleno, ‘Haerts’ muestra que tienen un don para adornar canciones aparentemente simples con arreglos finísimos ante los que es imposible no maravillarse. Sin excesos ni florituras. Todo en su justa medida.

37
Roddy Frame

‘Seven Dials’ es el disco de Roddy Frame en solitario que mejor equilibra y recupera los dos extremos en los que habitan sus mejores canciones: melancolía y júbilo (a menudo mezcladas). Casi como antaño, cuando era parte de ese puñado de ángeles de la melodía pop perfecta para las FMs, gente como Neil Finn o Paddy McAloon, que llenaban los «charts» de luz cada pocos meses. Para cuando la brillante cara B se esfuma (excelente y distinta ‘On the Waves’) y llegamos al reflexivo, hermoso final acústico en clave de fingerpicking de ‘From a Train’, queda demostrado que Frame sigue siendo un espléndido poeta laureado de esa cosa maravillosa llamada pop escocés. Estas diez canciones tienen magia de sobra para obtener de ellas mucho placer (quien invierta sus merecidas 9 o 10 escuchas). La cuestión es si en estos tiempos modernos estamos dispuestos a prestar tanta atención a algo tan hermoso.

36
Swans

‘To Be Kind’, el tercer disco posterior a la resurrección de la banda de Michael Gira, que ha contado con la voz invitada de St Vincent, entre otros, sigue la estela de ‘The Seer’ (2012), sobre todo en cuanto a duración –dos horas largas–, quizá profundizando más en esas dos pulsiones aparentemente contrapuestas. El sonido es más seco, salvo excepciones como la seductora ambientación de ‘Kirsten Supine’, la canción más emotiva –puede que la única– y delicada del conjunto. Pero, a su vez, resuena una religiosidad primitiva en las frases que Gira repite como un mantra, o en los arabescos que hace su voz, como un muecín llamando a rezo. Así, Gira compone un extenso cuadro, limando la épica de ‘The Seer’ y parte de su atmósfera crepuscular, y añadiendo una crudeza que lo hace más duro de escuchar que su predecesor. A pesar de ello, varios temas parecen salidos directamente de aquella obra maestra: ‘Nathalie Neal’ y sus percusiones al galope; ‘She Loves Us’ y su desintegración final; los drones de ‘To Be Kind’, que cierra el doble CD. Una novela de mil páginas puede ser leída con constancia, pero cuando la acabas quedan desfigurados, como ensoñaciones, los primeros momentos de la lectura. Lo mismo ocurre con Swans: para vivirlo hay que sumergirse y abandonar la idea de que haremos pie a medida que profundicemos en el agua.

35
Cloud Nothings

En los grandes discos de Cloud Nothings siempre hay algún momento destinado a la melodía (de hecho son perfectamente capaces de hacerlas, como evidencia el estupendo single ‘I’m Not Part Of Me’) pero la gran mayoría de sus temas están conducidos por una fuerza primaria que arrastra todo lo demás. El mejor ejemplo de esto es la brutal ‘Psychic Trauma’, que acaba acelerándose y brutalizándose tanto según avanzamos hacia sus segundos finales que parece que la banda (ahora trío tras la marcha del guitarrista Joe Boyer) haya perdido el control de sus instrumentos, siendo poseída por una fuerza esquizofrénica superior a ellos (el propio videoclip del tema lo refleja a la perfección). Con un panorama como éste se podría llegar a pensar que tanta mala leche en la ejecución podía llevarse por delante el talento de Baldi y sus chicos para hacer temas redondos, pero si analizamos cómo están dispuestos los elementos en cada corte, todo encaja: al tener un planteamiento tan básico (dos o tres acordes, pocos cambios en lo que a ritmo se refiere), Cloud Nothings han podido permitirse hacer el bestia todo lo que quisieran, y lo mejor es que las canciones no pierden gancho, sino todo lo contrario, evidenciando el gran momento de inspiración que vive la banda. No es fácil hacer tanto con tan poco y lo han logrado, consiguiendo que este ‘Here And Nowhere Else’ se convierta en probablemente lo mejor que han hecho hasta la fecha.

34
Neneh Cherry

La improvisación y el método de grabación son clave en un disco que no puede sonar más vívido y orgánico en sus baterías, creando con poco grandes torrentes de energía. Menos es más es un tópico, pero en ‘Blank Project’ a menudo la instrumentación es tan parca y exquisita que cada ritmo se disfruta, urgente, como si efectivamente estuvieras viviendo el momento único de un concierto. A esa urgencia ha contribuido un Four Tet que iba mezclando cada pista a medida que se grababa (!). Con ambientes siniestros, lúgubres, pequeños toques de sintetizador luminosos, guitarras eléctricas o percusión tipo DFA, ‘Blank Project’ presenta a una Neneh Cherry que difícilmente podía haber vuelto en mejor forma, con más acierto. Como si Four Tet hubiera consolidado su carrera durante estos últimos 15 años sólo para esto.


Dieciocho canciones, incluyendo cuatro interludios instrumentales: sin duda el regreso por todo lo alto de Los Caramelos mantiene la generosidad de aquel ‘Los Caramelos 1988-1999’ (Spicnic, 2002) y sus casi treinta cortes, aunque ajustada a los límites del vinilo. Pero ¿mantiene también la talla de aquel disco de culto, que compendiaba demos y grabaciones de toda una década y que quedaba como testamento de la brillante y anómala personalidad musical de Charlie Mysterio? Pues no sólo eso, sino que la supera sin esfuerzo. Se podrá defender la riqueza y variedad de aquella primera entrega (multitud de versiones, estilos, mundos entrelazados), pero este sensacional ‘Esconde tus alas en la torre fantasma’ es mucho más homogéneo, coherente, una obra más madura con una selección de temas simplemente perfecta. Abundancia y calidad, esa rara combinación.

32
Sagrado corazón de Jesús

El no tan sencillo arte de hilvanar palabras, de trazar sonidos siguiendo una melodía que se le daba tan bien a Carlos Berlanga, se le da bien a Jesús Fernández, que es la persona tras el nombre de Sagrado Corazón de Jesús, el proyecto personal de este Stephin Merritt de Logroño que, tras formar parte del grupo Táctel, emprendió en 2013 una carrera de electro-crooner de la que dan fe sus tres primeras maquetas. La mayoría de esas canciones, junto con tres temas nuevos, forman parte de esta ‘Opera Omnia’ publicada por Discos de Kirlian. Y dos de esos temas nuevos son tan cercanos al universo Fan Fatal que sorprendería mucho no escucharlos, tarde o temprano, en la voz de Alaska. Aunque tienen sus interesantes diferencias: ‘El mejor guión’ es puro Pegamoides, un disparate sobre zombis, el cine de serie B y la autodestrucción. Mientras, ‘El fin de la era’ es más Fangoria: referencias a mujeres de bien y al dejarse ver sobre una elegante base electrónica en loop. Este par de hallazgos completa un tramo final de disco realmente brillante que, junto con los otros grandes momentos salpicados a lo largo de sus 10 temas hace que ‘Opera Omnia’ transcienda no solo su falta de acabado sino también un género popero, efímero y superficial que -como bien sabía el tan añorado Carlos Berlanga- únicamente en apariencia es menor.


El octavo álbum de estudio de Spoon muestra que el reposo y los cambios en la formación han servido claramente de acicate para los tejanos, porque estamos, sin duda, ante un nuevo sobresaliente. No hay ninguna revolución sonora, ni un cambio de rumbo rotundo, porque no lo necesitan. No solo perpetúan ese sonido de rock minimalista pero lleno de inspiración soul y rhythm & blues, sino que lo mejoran. Eno cedió su papel de productor, en sendas sesiones de grabación, a Joe Chiccarelli (el de Morrissey, The Killers, The Strokes… y Russian Red) y el archiconocido Dave Fridmann, que también ejerció de ingeniero de sonido, ganando en ambientación sintética y con un punto 80s, en el caso del primero, y ese punto de contundencia e imprevisibilidad que ofrece el segundo. Lo cierto es que parece que esos puntos de vista externos han aportado frescura y un nuevo vigor al conjunto. La inapelable secuencia conforma un largo a la altura de los mejores momentos de su discografía (lo cual es mucho decir), rock moderno y atemporal a la vez, apasionante y denso, fresco y vivo. ‘They Want To Take My Soul’ son palabras mayores, porque solo Spoon marcan su propia barrera, y esa sigue siendo inalcanzable para una gran mayoría de grupos.

30
Sílvia Pérez Cruz + Raül Fernández Mirò

Este disco es, en esencia, un enfrentamiento, o una puesta en común, de las marcadas personalidades de dos intérpretes y creadores, ella con su superlativa y versátil voz y él con su imaginativa pericia para las guitarras, educadas en backgrounds muy distintos que se reflejan en una selección de temas absolutamente ecléctica. Aunque en todo ‘granada’ (por cierto, bautizado así por los ambiguos significados de ese nombre, que remite tanto a la dulzura de la fruta como a lo explosivo de una bomba) tiene un papel fundamental y es lo que cohesiona un cancionero de orígenes tan variados, en determinados cortes la arquitectura sonora tiene un protagonismo fundamental. La percepción del espacio que aportan los ecos, los cuidados efectos aplicados a las guitarras y las voces, los muy puntuales arreglos… el sonido, en fin, se erige en un tercer intérprete que convierte este disco en algo fuera de lo común. Parecía improbable que el maestro Morente pudiera tener en dos artistas catalanes de orígenes musicales tan distintos a dos de los mejores valedores de su espíritu y esencia de búsqueda y transgresión de géneros, desde el absoluto respeto a los clásicos, ejemplificada en esta ‘Compañero (Elegía a Ramón Sijé)’ (contenida en ‘Despegando’) que cierra el álbum con grandeza.

29
Coldplay

Los textos de este ‘Ghost Stories’ son una regresión contundente a la pérdida del primer amor, pero al margen de que sea normal sentirse como un adolescente en estos casos a cualquier edad y de que se quiera expresarlo de manera tan naíf, el último disco de Coldplay se beneficia de dos cosas. Por un lado, estas canciones conectan con las razones por las que en primera instancia el público se enamoró del grupo. ¿De qué hablaban ‘Yellow’, ‘Shiver’ o ‘Don’t Panic’ sino de amor, de desamor y al tiempo de tratar de ver las cosas desde un punto positivo? En segundo lugar, esa simpleza en lo lírico, puede hacer pupa en su crudeza gracias a su buen envoltorio sonoro, una producción que sí está a la altura de una banda en su sexto disco, y a la que han asistido muy sutilmente personas tan dispares como Jon Hopkins (muy presente en la muy bon»hiber»iana ‘Midnight’), Timbaland (añade unos beats en ‘True Love’) o el infalible y omnipresente Paul Epworth. A pesar de algún ligero punto kitsch, como los coros de alto copete de ‘Another’s Arms’, la combinación de guitarras acústicas con efectos electrónicos (especialmente en ‘Oceans’) es un acierto absoluto. Tanto como una secuencia en la que sí se sabe introducir la co-producción de Avicii del hit ‘A Sky Full of Stars’.

28
Ben Frost

‘A U R O R A’ nos lleva a los mismos lugares inhóspitos que ‘By The Throat’ pero va todavía más directo a la yugular que este título, quizá precisamente porque después de ser elaborado en el Congo mientras Ben viajaba como parte de una instalación de Richard Mosse, se añadieron las percusiones de su habitual colaborador en vivo Shahzad Ismaily, Greg Fox de Liturgy y Guardian Alien y también Thor Harris de los mismos Swans. El resultado es, con la salvedad de algún corte como ‘The Teeth Behind the Kisses’, cuyo nombre habría pegado más a otro tema, un disco menos ambiental, más fiero, más influido por los chorrazos de intensidad del grupo de Michael Gira y probablemente por la cercanía del Nyiragongo, uno de los volcanes más activos del mundo. Una de las (conseguidas) intenciones de Ben Frost es reflexionar sobre la música de baile -Frost, todo un personaje y un gran conversador, en contraste con su música instrumental, dice que no le gustó casi nada de lo que escuchó el año pasado-. Su gusto por redirigir el dance hacia otro sitio, en relación con la clásica correspondencia entre el house y el ritmo del latido de corazón (esta inquietud aparece claramente retratada en ‘Flex’), es un éxito absoluto en ‘Venter’ o ‘A Single Point of Blinding Light’. Un corte que confirma que ‘A U R O R A’ no es ningún hueso, sino una experiencia excitante, asequible y tan bien estructurada y secuenciada como ‘Tarot Sport’ de Fuck Buttons.

27
Single

‘Rea’ es top 2 del año para Angèle Leciel. Su top 1, Bigott, ha quedado fuera de la tabla

Si algo caracterizaba los anteriores largos de Single era esa heterodoxia incontenible con la que alternaban folk, reggae, disco, electrónica, jazz, hip hop, psicodelia, cumbia y un sinfín de palos para determinar una personalidad pop como no ha habido otra en el panorama nacional. Quizá por eso, el gran desafío de Teresa Iturrioz e Ibon Errazkin parecía preservar su carácter en un disco conceptual como este ‘Rea’, arraigado en el sonido lovers rock, el rocksteady romántico que emergió de Jamaica a finales de los 60, versiones dub de conocidas baladas anglosajonas. No es un estilo nuevo para el dúo, que ya hizo guiños al género en ‘Pío Pío’ (Errazkin es un verdadero y apasionado experto en música jamaicana), pero sí que es un desafío centrarse en un único estilo. Fruto de la experiencia, de la inspiración o de ambas, Single prescinden del carácter poco complaciente de ‘Monólogo Interior’ y logran la cohesión inapelable de la que carecía ‘Pío Pío’, superando sus propias cotas. ‘Rea’ es, de nuevo, su mejor disco.

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Cosmen Adelaida

‘La foto fantasma’ es un disco vibrante pero también compensado, con un gran equilibrio en su secuenciación, como aquellos grandes discos de los que recuerdas todos esos temas rápidos y con gancho que te capturan de primeras, pero también los más elaborados, que cambian el ritmo y diversifican los registros del grupo. Sabiamente, su «lado ‘7 picos'» (el mini álbum anterior) irrumpe con medida en cortes tan magnéticos como ‘Dormancia’ (precioso oasis noir en el que Elisa canta con frialdad una historia personal, triste y bonita), ‘El mismo lugar’ (los coros de la batería y los teclados de Javier Carrasco dicen dulcemente “Beach House”), ‘El parque’ (estupenda en su papel de prólogo) o ‘Voces’ (dark pop con trasfondo rural). No son intérpretes virtuosos ni compositores súper originales, pero no hay duda de que Cosmen Adelaida «lo tienen».

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Charli XCX

Ya la idea de dividir su música por colores y que esta etapa sea «el rojo» donde su debut ‘True Romance’ era «el púrpura» parece toda una celebración «bubblegum», pero es que el nuevo álbum de Charli XCX en sí, ‘Sucker’, se recrea en diferentes etapas del género, desde sus inicios sesenteros con títulos como ‘Chewy Chewy’ o ‘Yummy Yummy Yummy’ hasta Shampoo pasando por Helen Love. La revolución eléctrica no es lo más original del mundo tras los últimos discos de Sky Ferreira y Kate Nash, pero la artista logra transmitir la idea de que sus trucos estilísticos son un recurso más pero no una artificiosa estrategia, en absoluto su única idea, y ni siquiera la principal. Y es que aunque ‘Sucker’ sea un disco producido por miles de manos desde Patrik Berger (casi la mitad de los temas) hasta Greg Kurstin (‘Famous’) pasando por Stargate (‘Break the Rules’), y aunque sea un disco tan diferente al anterior, lo mejor que puede decirse de él es que rezuma Charli XCX por todos los poros. Incluso cambiando de matices de una canción a otra, su gusto por las melodías y sus tics a la hora de mezclar estilos empiezan a ser de lo más identificable. De su carrera y de los tiempos que nos ha tocado vivir.

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Owen Pallett

‘In Conflict’ es el disco del año para JB

Aunque dijo que no volvería a hacer un disco orquestal después de ‘Heartland’, Owen Pallett ha vuelto a contar con la Orquesta Filarmónica de Praga para la interpretación de los arreglos de su nuevo disco, ‘In Conflict’. Más allá de eso, sin embargo, el cuarto trabajo del canadiense poco tiene que ver con aquel álbum conceptual sobre un granjero llamado Lewis, pues ‘In Conflict’ es mucho más directo y menos atmosférico que aquel en todos los aspectos, no solo en el de la producción, aquí notablemente más diáfana, casi convencional, en comparación con ‘Heartland’; sino también en el de sus bonitas melodías vocales y sobre todo en el de las letras, que parecen sacadas del diario personal de su autor. Tan personales son estas letras, de hecho, que el “siete secreto” de ‘The Secret Seven’ se refiere al número de teléfono real de Owen, el cual el músico añadió al final en espera de que miembros del colectivo LGBT le llamaran para hablar, preocupado por la gran cantidad de suicidios relacionados con esta comunidad que ha habido en tiempos recientes. Brian Eno, por cierto, hace los coros de ‘The Sky’ y ha aportado su granito de arena en la producción del álbum, a pesar de que, en comparación con el alarde de maestría y sofisticación del que Pallett hace uso en ‘In Conflict’, su contribución haya sido más bien discreta. Y es que al final la estrella de este disco no es otro que Owen Pallett…


Todos los que hayan leído ‘Cosas que los nietos deberían saber’, la novela autobiográfica de Mark Oliver Everett publicada hace seis años, quizá están esperando una continuación de aquella terrible y divertida historia de su vida. Bien, pues salvo que sólo les atrajera la figura literaria del artista tras la banda Eels (cosa bastante dudosa, por otra parte), aquellos se felicitarán al encontrarse con que la segunda parte de esa autobiografía está contenida en este nuevo álbum de su grupo. Y es que el undécimo álbum de Mr. E no solo contiene canciones de desnudez personal y emocional, sino que además está estructurado intencionadamente en forma de relato. El propio Everett reconoce esa voluntad de que este álbum se convirtiera en un segundo volumen de sus memorias, cuando se encontró con un montón de canciones escritas en torno a su vida personal. En concreto, ‘The Cautionary Tales Of Mark Oliver Everett’ gira sobre cómo E apartó de su vida a una persona sin saber exactamente por qué y pese a que, como narra explícitamente en ‘Agatha Chang’, ella era maravillosa para él. Arrepentido, Everett buscó explicaciones a ese comportamiento destructivo consigo mismo y los que le rodean, y las respuestas que encontró, asegura, le cambiaron para siempre. Por eso, como ocurría en su primera novela, E «sacrifica su propia dignidad» exponiéndose como ejemplo para enseñar una lección de vida sobre lo que no hacer: de ahí el carácter admonitorio del título.

22

Tove Lo confirma todo lo bueno que hace ya más de un año hacían presagiar ‘Habits (Stay High)’ o ‘Out Of Mind’ en este disco conceptual sobre los ciclos de las relaciones sentimentales, dividido en tres partes diferenciadas que se inicia con el sexo sin compromiso («La pasión, en el inicio, siempre va a ser la mejor parte»), antesala del amor («Y entonces flipas, porque de repente necesitas a esta persona») que, de forma aparentemente irremediable, termina dejando solo dolor («Y no hay una buena manera de terminar, porque hay un final, ¿sabes?»). Aunque no sea ni mucho menos original, esa línea argumental sirve a Nilsson para estructurar un álbum muy completo que, gracias a unas letras claras, sentidas y, por momentos, muy inteligentes, desprende sinceridad. ‘Queen Of The Clouds’ resulta realmente verosímil en la voz de Tove Lo y eso, como ocurre con coetáneas como Lorde o Charli XCX, es posiblemente lo que marca la diferencia de esta generación con las estrellas del pop de los últimos años.

21 bis
Beyoncé

‘Beyoncé’ fue editado 3 días después de que publicáramos nuestra lista de lo mejor de 2013. Este es el puesto en el que nos habría quedado de haber sido editado en 2014.

Ayudadas por la co-producción de Boots, que acerca ‘Haunted’ a los terrenos de Burial y también de unos Timbaland, Hit-Boy o The-Dream como mínimo medio adecuados, las canciones suenan exactamente como esperaríamos que sonara una cantante de treinta años que ha sabido desarrollarse y aproximarse a las nuevas tendencias. El estribillo aportado por Drake en ‘Mine’ es incendiario y hasta aparece Caroline de los infravalorados Chairlift probablemente añadiendo unos simpáticos teclados como co-productora y co-autora de ‘No Angel’. En muchos sentidos y a pesar de sus defectos, ‘Beyoncé’ es el ‘Ray of Light‘ de Beyoncé, y la mención de Madonna no es casual: está muy presente sobre todo en la relación de la maternidad de aquel disco de 1998 con el desprecio hacia la fama (esa imagen de Beyoncé rompiendo trofeos en ‘Pretty Hurts’), que ni aquí ni allí podía encontrar sonidos más introspectivos. Puede que por su acertadísima técnica de márketing, el álbum nos tenga totalmente cegados (también hay un insoportable Padre Nuestro recitado que no hay por dónde coger), pero lo innegable es que entusiasma por la dificultad de conllevar un segundo acierto consecutivo: a pesar de las contradicciones de -glups- “Mrs Carter”, la artista no podía haber encarrilado mejor su carrera.



¿Es ‘This Is All Yours’ el nuevo ‘Kid A’ o el nuevo ‘Volta’? Sea cual sea la respuesta, el simple planteamiento se las trae. El segundo álbum del grupo de Leeds toma ideas de un gran disco precedente para llevarlas al extremo, incomodando por momentos al oyente incluso a través de su anti-single. Ciertamente, entre referencias anatómicas o geográficas, las canciones son tan viajeras que a veces no terminan de llegar a ningún sitio (como ese final de ‘The Gospel of John Hurt’ que no aporta nada). En todo caso estamos ante el álbum más digno de un “minuto a minuto” de 2014, pues en él caben campanas, moscas volando o frases en francés. Hay referencias folk, synth-pop y kraut hasta dentro de la misma canción (la intimista ‘Choice Kingdom’). De repente, como sucedía con el disco anterior, te parece oír un guiño a Fleet Foxes (‘Arrival in Nara’), de repente durante un segundo a Stereolab (‘Nara’). Un segundo crees que aparecerá un dubstep, el siguiente una banda sonora de Tim Burton (sigo hablando de ‘Nara’). ¿Será el interludio ‘Garden of England’ un homenaje a Vashti Bunyan o a Britney Spears? Porque la primera parte es bonita, pero la segunda da la risa. Leerás que este álbum es una obra maestra y que es una puta mierda y te convencerán los argumentos de ambas teorías. Fascinante.

20
Metronomy

‘Love Letters’ es el disco del año para Joric

Metronomy llegaban a su cuarto álbum a punto de convertirse en superestrellas. Lo lograban de la manera más reconfortante, poco a poco, disco a disco y dando pequeños pasos desde que el segundo, ‘Nights Out’, empezara a dar que hablar en 2008. ‘The English Riviera‘ era su exitosa continuación y ‘Love Letters’ ha sido la confirmación. ¿Se puede reseñar este disco sin utilizar una palabra tan vista como «retrofuturista»? Se podría esquivar por gusto, pero no parece necesario cuando esa probablemente fue la intención de Joseph Mount al aparecer con toda su cacharrería electrónica en los Toe Rag Studios de Londres, conocidos por su carácter analógico, dejando de piedra a su dueño Liam, que les soltó: «vais a odiar este sitio». Pero no ha sido el caso. Metronomy sabían lo que se hacían y han utilizado este lugar para relacionar pasado -representado por su carácter setentero- y futuro -en tanto que su sonido no se queda en el revival sino que suena avanzado y personal-; lo orgánico -lo que suena completamente vivo- y lo digital -lo que suena descaradamente enlatado-. El disco no es perfecto, pero tenemos claro qué preferimos, si un disco buenísimo y una carrera en picado o tres discos que se acercan al sobresaliente aunque sea sin alcanzarlo.

19
Real Estate

Un gran muestrario de canciones de pop rock difícil de ubicar en el tiempo, repleto de belleza y melancolía, que transmite de forma explícita el alejamiento en una relación, latente en cada rincón del disco. ‘Talking Backwards‘, ‘Had To Hear’, ‘Primitive’, ‘Horizon’ y ‘Crime‘ se posicionan como las más brillantes gemas del disco, si bien este destaca sobre todo por su discurso sólido y siempre bonito, bonito a rabiar. Quizá Real Estate nunca superen el escalafón de un grupo pequeño, ya que no muestran más ambición que trabajar y mimar el sonido de sus preciosas canciones. Pero a veces esos grupos pequeños con sus bonitos discos pequeños son los que más profundamente se instalan en nosotros, de forma sutil y sin esfuerzo, y se quedan ahí para siempre.

18
Ariel Pink

El tercer álbum de Ariel Rosenberg de su etapa a la luz de los medios vuelve a ser otra brillante demostración de su arte único, que va más allá de su imagen peculiar y desconcertante. ‘pom pom’ es otro fascinante paseo por un universo personal, en el que caben glam, surf, pop, rock gótico, punk y funk, por citar algunas de las trazas que contiene su collage, destartalado y coherente a la vez. Como un Frank Zappa de nuestro siglo, Pink toca todos los palos que puede desde una perspectiva irreverente y a veces feísta, desafiando constantemente las normas de lo estándar, lo “razonable”. Pero de ese trance, y ahí reside su talento, no solo suele salir indemne sino vencedor: lo mismo le da coquetear con el funk nuevaolero (‘White Freckles’, ‘Black Ballerina’), que parodiar a una hard-rocker travesti a caballo de un doble bombo (‘Four Shadows’, ‘Goth Bomb’), que juguetear a hacer jingles de programas o productos imaginarios (‘Jell-o’, ‘Plastic Raincoats In The Pig Parade’; ambos coescritos junto al mítico Kim Fowley), que pintar de colores flúor una foto de los Beach Boys (‘Nude Beach A Go-Go’; sí, la misma que versiona Azealia Banks en su debut) o hacer de cuentacuentos musical (‘Exile On Frog Street’).


‘My Favourite Faded Fantasy’ es el disco del año para ACM

La enorme sensibilidad de Damien Rice ha llenado siempre su música y sus cristalinas letras y así sigue sucediendo en este nuevo álbum que venía presentado por el tema titular. Él dice que este disco es muy diferente de los otros dos y en un primer momento su andrógina voz -que tanto se confundía cuando la descubrimos con la de Tracy Chapman- no se reconoce en ‘My Favourite Faded Fantasy’ que, a lo largo de seis minutos, sí se muestra como un tema muy distinto pasando de lo acústico a la ferocidad de una guitarra eléctrica… que a su vez contrasta con un piano muy chanson. Pero todos estos elementos o las cuerdas no pueden estar mejor utilizados al servicio de las emociones. Y en ese sentido Damien Rice sigue siendo el mismo. El sobresaliente ‘It Takes a Lot to Know a Man’ habla sobre la dificultad de comprender diferentes roles en un hombre o una mujer, y cuando ya estás sumergido en su sencilla historia irrumpe primero uno de los mejores estribillos de su carrera, y finalmente una coda de nuevo fangosa que te hace preguntarte si el sentido de la canción será irónico. Sin duda una de sus composiciones más ricas y además hermosas de su carrera. La complejidad de esta y otras nuevas canciones están a la altura de sus mejores momentos y muy especialmente gracias a su primera mitad, ‘My Favourite Faded Fantasy’ puede mirar cara a cara a ‘0‘ en la lucha por ser el mejor álbum de su carrera. Esperemos que el siguiente número de su particular cuenta atrás (tras ‘0’, ‘9’ y este disco de “8” canciones, tocaría el “7”) llegue cuanto antes.

16
Maria Rodés

La copla fue durante décadas el género musical más popular y característico en nuestro país, especialmente en la negra etapa de la Guerra Civil, la posguerra y el franquismo, que lo tomó como adalid de «lo español». Eso le valió también el desprecio de los más jóvenes, que clamaban (a menudo en silencio) por libertad y envidiaban la diversidad cultural extramuros. Ese rechazo se prolongó durante décadas e incluso, en los 80, fue utilizado por algunos artistas como un elemento de provocación. Sin embargo, entre las más jóvenes generaciones de artistas estatales de pop y rock hay un aumento de interés por usar la tradición y el folclore como elemento distintivo y singular. Entre ellos, la cantautora Maria Rodés se arroja ahora al nada desdeñable desafío de reinterpretar, muy a su manera, algunas de las coplas más populares (otras no lo son tanto, algunas ni siquiera lo son) de la historia. Desde el respeto pero sin límites, Maria Rodés presenta una obra fantástica que no solo tiene un gran valor didáctico para nuevas generaciones sino que, además, le permite lucir todo su talento, logrando que unas canciones tan aparentemente apolilladas consigan sorprender, conservando todo el poder trágico de sus letras.

15
Future Islands

‘Singles’ es el disco del año para Mireia

En el pop de hoy día raramente se dan las casualidades, y si Future Islands obtienen toda la atención y reconocimiento que probablemente les debimos ofrecer cuando debutaron hace seis años o cuando publicaron álbumes tan interesantes como ‘On The Water’ es gracias a una buena promoción (4AD, su nuevo sello, es más fuerte en ese aspecto que Thrill Jockey, el anterior) y un management lo bastante avispado como para colarles en el reputado late night de David Letterman, interpretando su nuevo single ‘Seasons (Waiting On You)’. Pero al margen de este y de ‘A Dream Of You And Me’, segundo avance del álbum y nueva muestra de brillantez del grupo, ‘Singles’ es su disco más consistente y el más certero melódicamente. Su arranque abrumador enlaza, tras el primer single, ‘Spirit’, ‘Sun In The Morning’ y ‘Doves’, números que consolidan su personal discurso a lo grande, con una emoción desbordante (en sus letras, Herring desnuda sus sentimientos de forma bastante explícita) que sitúa el listón verdaderamente alto. La banda de Baltimore ha crecido y su nuevo estatus está más que justificado, estrategias promocionales aparte.

14
The War on Drugs

‘Lost in the Dream’ es el top 2 del año para Miguel Sánchez, por detrás de Avi Buffalo, que no ha entrado en la lista común por los pelos

Adam Granduciel, produciendo él mismo y apoyado en su buena relación artística y personal con sus ya estables compañeros Dave Hartley (bajo) y Robbie Bennett (teclados), aparca en buena medida el sonido espacial y enmarañado que poblaba buena parte de su álbum anterior. Certero y preclaro, parece haber encontrado un hilo del que ir tirando para ir desentrañando aquella madeja un tanto confusa hacia una propuesta mucho más depurada y lúcida. Por supuesto, en ‘Lost In The Dream’ siguen presentes sus influencias de siempre, pero el enfoque es notablemente distinto. Limpiando su sonido de nuevo emergen Dylan y Springsteen, pero esta vez remitiendo a los de ‘Infidels’ o ‘Knocked Out Loaded’, en el caso del primero, y ‘Born In The USA’ o ‘Tunnel Of Love’, en el del segundo, derivando al rock más genuinamente AOR, el de Eagles, Bruce Hornsby y hasta Dire Straits (escuchen el rasgar de vestiduras…), con un sonido de guitarras, cajas de ritmo, saxos y unos sintetizadores que suenan inequívocamente a la Norteamérica de los 80. Con todo, Granduciel logra evocar esa época sin que llegue a sonar nunca caduco o rancio, sino destacando su vigencia, poniendo énfasis en su valor universal.

13
Röyksopp

El carácter amargo habitual de las composiciones de Röyksopp se manifiesta en el título de este nuevo álbum, que han presentado como el último de su carrera (después continuarán con otros formatos). Teniendo en cuenta que el primer corte del disco se llama ‘Skulls’, es fácil concluir que continúa su gusto por los temas macabros, mortuorios, depresivos. Lo bueno es que saben construir belleza a través de ellos, como transmitiendo el mensaje de que la vida, aunque dure poco, merece la pena. Acompañándose siempre de buenas canciones, Röyksopp han seguido perfeccionando su ya cautivador sonido, con una variedad de beats que tan pronto puede levantarte de la silla como hundirte en la miseria, un muy comedido Autotune, y en general un uso de los sintetizadores y las ambientaciones muy pocas veces visto en el mundo del electropop. Inteligente y sensible a partes iguales, el sutil fondo musical aportado por el dúo es capaz de merendarse la estrofa más emocionante de ‘Sordid Affair’. Ya tiene mérito.

12

El carácter de ‘Morning Phase’ es similar al de su primo ‘Sea Change’: canciones sutiles en cuanto a la instrumentación, pero con un toque luminoso. Y lentas. El propio Beck afirma que ninguna pasa de los 60 beats por minuto y no se arrepiente de ello. Que sean lentas no significa que tengan que estar asociadas con la decadencia, pueden ir enlazadas a un momento particular como el del amanecer, –es el caso de ‘Morning Phase’- donde uno se va desperezando poco a poco. ‘Morning’, con un doble sentido sobre la esperanza de empezar de nuevo, o ‘Unforgiven’ forman parte de ese instante. ‘Turn Away’ funciona de banda sonora para un cowboy moderno y ‘Blackbird Chain’ podría encajar en lo último de Cass McCombs, quizá por el protagonismo del lap steel. ‘Morning Phase’ no es un disco apto para aquellos que piensen que no hubo vida más allá de los 90 para el autor de ‘Odelay’, pero sí una vuelta más que notable y esperada. En definitiva, deja claro el afán preciosista del músico californiano y se sitúa como un disco de madurez. Y además, podría ser sólo una cara del artista: de la otra, la bailable, también se esperan noticias…

11
Wild Beasts

Wild Beasts es un grupo que propone un synth-pop de preocupaciones intelectuales, con discurso propio y reflexiones que hasta valdría la pena debatir en clases de literatura. ‘Present Tense’ –una de las mejores y más conmovedoras pistas del álbum, por cierto, se titula ‘Past Perfect’– no es un disco político como bien aclara la banda en las entrevistas, pero sí apunta, con ácida ironía pero sobre todo mucho sentido de la realidad, hacia diferentes direcciones del mundo que rodea a sus autores. ‘Wanderlust’ también sirve como queja a un gobierno, el británico, que cobra 9.000 libras a sus jóvenes para que se formen en la universidad. ¿Cómo no va a ser «don’t confuse me with someone who gives a fuck» la mejor frase del disco? Es el reflejo de una sociedad exhausta y abatida por los grandes poderes. A Wild Beasts solo les queda su música y ‘Present Tense’ es la maravillosa confirmación de que a nosotros, por suerte, también nos quedan Wild Beasts.

10
Sun Kil Moon

‘Benji’ es el disco del año para Raúl Guillén y el único en verdad que fue puntuado con un 9

Tras publicar tres (!) álbumes de estudio el pasado 2013, Kozelek ha retomado el sobrenombre Sun Kil Moon para dar continuidad a ‘Among The Leaves’. En una insospechada pirueta artística, ‘Benji’ es un ejercicio de honestidad brutal dedicado a muertes cercanas, presentes, pasadas o futuras, de amigos, familiares o conocidos del propio Kozelek y a cómo estas se relacionan con su música, exponiendo abiertamente sus más íntimos pensamientos, como pocos autores que se recuerden. Resulta fascinante cómo Kozelek se vale del recurso metamusical para revelar de forma sencilla y cercana que su condición de persona y creador forman un ente indivisible, que se alimentan uno a otro ineludiblemente. Aunque quizá lo más interesante es que Kozelek borra con estas canciones su imagen de triste y la cambia en algo más de una hora por la de un cantautor vitalista, que pone en valor la existencia al ponerla en contraste con la muerte y que, sobre todo, ama la música y todo lo que esta le ha dado; da las gracias, se muestra humilde y, a su modo, casi feliz.

9
Javiera Mena

Superando la presión del hit ‘Espada’, varias de las canciones del nuevo disco de Javiera Mena son ricas en influencias, como ‘Esa fuerza’, que arranca pareciendo un tema de Fangoria, evoluciona hacia los Phoenix de ‘1901’ en su estribillo y termina alardeando de su origen latino. El ritmo de ‘Pide’ es una suerte de R&B, pero sólo para que los sintes, tan tropicales y playeros, resulten más evocadores. Chico y Chica vuelven a parecer una referencia en el «grower» ‘La joya’. Y El Guincho -irreconocible- colabora en ‘La carretera’ (devolviendo el favor de ‘Novias’), sólo para construir un divertimento apitufado de lo más hedonista que por momentos en realidad a quien parece un homenaje es a Camela. Es este otro de los posibles futuros singles, como ‘Que me tome la noche’, de un álbum muy disfrutable en el que a pesar de algunos momentos por pulir, quizá excesivamente chochis, confluyen perfectamente los sonidos europeos (y quizá australianos) que tanto gustan a Javiera y sus propias raíces, creando algo bastante único que ya hubieran querido para sí las grandes estrellas de la música latina que llegan a Los 40 (españoles).

8

El disco de Azealia Banks que llevamos esperando 3 años es cosa seria. Aquí encontramos la aún incendiaria ‘212’, recordándonos que no tantas cosas han pasado en el mundo de la música desde que descubrimos a Azealia Banks y aplicaba su impronta al ‘Shady Love’ de Scissor Sisters; y que cien baladas de Emelis y Mileys y diez canciones a lo ‘Dark Horse’ después, todavía podemos decir que la idea de la rapera de hacer un disco sin apenas traps ni dubsteps ni EDM suena bien. En sus momentos urban, a ‘Broke with Expensive Taste’ no hay quien le tosa. Ya conocíamos los beats oscuros de ‘Heavy Metal and Reflective‘ de Lil Internet, o del mismo productor en ‘Yung Rapunxel’, casi una reinvención a lo Harlem de los Crystal Castles más industriales. Pero ahora hay que añadir más material interesante, como ‘Desperado’, ‘Miss Amor’ y ‘Miss Camaraderie’, con el que difícilmente podrás mantener los pies quietos, poniendo seriamente en duda la teoría de que 60 minutos de disco son demasiado para una debutante. En cuanto a su variedad sin perder la coherencia, hay que citar especialmente dos canciones que, más que espantar, trascienden géneros. Cuando llega el punto latino «Mira cómo baila la nena morena» de ‘Gimme a Chance’, y el inesperado momentazo girl-group debido a unos riffs surferos tomados de nada menos que Ariel Pink (‘Nude Beach A-Go-Go’), te das cuenta de que estás disfrutando de un gran disco de pop que puede atravesar fronteras y no de uno sólo pensado para el onanismo del fan hip-hopero.

7
Perfume Genius

Como el de muchos artistas, el tercero de Perfume Genius es el disco en el que vemos a su autor finalmente experimentar y desarrollar su propuesta hacia terrenos hasta el momento inexplorados (aquí recordando a Xiu Xiu y Suicide o colaborando con Adrian Utley). Pero haga lo que haga Mike Hadreas, su música siempre servirá de vehículo para la canalización de unas emociones perturbadas y tristes, y su sensibilidad logra convertir hasta el más inquietante de los escenarios narrados en sus letras en algo hermoso y que, a su vez, puede ser comprendido a la perfección por quien lo escucha. Porque al fin y al cabo las letras de Perfume Genius, por muy reveladoras que sean de su vida en general o de su estado de ánimo en particular, siempre pueden aplicarse a la experiencia personal. “No necesito tu amor / no necesito que me entiendas / necesito que me escuches”, canta Hadreas en ‘All Along’. Quien no se haya sentido así alguna vez que tire la primera piedra.

6
Jessie Ware

‘Tough Love’ es el disco del año para Jaime Cristóbal

Es cierto que Jessie Ware parece haber sacrificado parte de su encanto original en busca de una mayor accesibilidad, pero el resultado continúa siendo innegablemente sofisticado, elegante y poseedor de una magia única. El disco es el acompañamiento perfecto para su nuevo estrellato (ese que lleva a la artista a colaborar con Disclosure, SBTRKT o Nicki Minaj), un álbum más abierto a la radiofórmula por momentos pero que no olvida el sonido gracias al cual consideramos a la autora de ‘Running’ una de las artistas más prometedoras e interesantes de los últimos años. Un sonido que envuelve melodías de un romanticismo tangible con tejidos sofisticados, atmósferas vaporosas y aterciopelados ritmos por los que la sedosa voz de Ware, que logra expresar en la medida adecuada todo el sentimiento contenido en las letras, fluye como pez en el agua. Un disco, en definitiva, para el recuerdo.

5
Lykke Li

‘I Never Learn’ es el disco del año para Carlos Úbeda

Vestida de viuda, con las manos en el pecho y angustia en el rostro, así aparece Lykke Li en la cubierta de su nuevo disco, ‘I Never Learn’. Por si no quedaba claro, Li no solo ha fracasado en su combate contra los demonios de ‘Wounded Rhymes’ sino que además está mucho, mucho peor y ‘I Never Learn’ vuelve a ser reflejo de que una ruptura, especialmente si es la peor que has sufrido en tu vida, como es el caso, puede estimular la creatividad de manera significativa. Inspirada además por varios músicos de los 70, desde Van Morrison a The Band pasando por Harry Nilson; y por la literatura de Anaïs Nin y Richard Brautigan, además de por su amigo David Lynch, la compositora sueca ha dado en ‘I Never Learn’ con su mejor colección de canciones hasta la fecha, un álbum oscuro como una cueva pero grandilocuente como una trágica epopeya. Algunos hasta lo consideran el nuevo ‘21‘.

4
FKA twigs

‘LP1’ es el disco del año para iko, Sr John y Sergio del Amo

Aunque FKA twigs empieza su disco recitando a Thomas Wyatt, ‘LP1’ es una obra que mira hacia el futuro. O, por lo menos, una que reta al presente con ideas extrañas pero fascinantes, con canciones de melodías sensuales envueltas en paisajes multiformes y repletos de texturas diversas, efectos marcianos y beats lánguidos. Porque ‘LP1’ logra existir en su propio mundo, aun recordando por momentos a otros artistas. Un mundo cuyo ritmo es pausado pero intenso. Algunos de los artistas a los que recuerda FKA twigs son Portishead, que podrían haber firmado ‘Numbers’, un corte de ambientaciones melódicas inquietantes y ritmos corpulentos hechos de goma; o Enya (¿o mejor Julee Cruise?), a la que twigs parece emular en ‘Closer’. Y es que las comparaciones son obligadas en artistas debutantes pero las influencias de Thaliah Barnett en ‘LP1’ no pasan de meras pinceladas. El conjunto del álbum es un paisaje alienígena tras otro (producido por twigs con la ayuda de Dev Hynes, Arca, Emile Haynie, Sampha, Paul Epworth o Cy An) que no recuerda a ninguna otra cosa que se haya hecho antes.

3
St Vincent

Teniendo en cuenta sólo el voto de los fundadores del site, ‘St Vincent’ sería top 27: son los fichajes posteriores los que de manera muy clara lo aúpan

Dice St. Vincent en las entrevistas que la razón por la que ha decidido titular su nuevo disco sencillamente ‘St. Vincent’ se debe a que ha encontrado al fin su sonido propio. El hallazgo de la de Oklahoma, concentrándonos en este álbum, es uno con el que no obstante ya la identificábamos en discos anteriores, es decir, esa peculiar yuxtaposición de melodías bellas y riffs de guitarra retorcidos y ensordecidos hasta el límite que Clark practicaba en temas tan antiguos como ‘Marrow’ o incluso más ampliamente en su disco anterior, ‘Strange Mercy‘. Entonces, ¿por qué es ‘St. Vincent’ diferente? El disco es un carrusel de emociones que Clark tensa y libera a su gusto y que le otorga un dinamismo y una vida a los que apetece volver una y otra vez. Sus afilados y ásperos riffs y líneas de teclado vuelven a aportar ganchos formidables y la calidad melódica de estas canciones las convierten en grandes himnos pop que a su vez se alejan de convencionalismos con su peculiar estética feísta. La sublimación del «sonido St. Vincent» llegó tan pronto como en ‘Surgeon’, pero este es sin duda el repertorio con el que definitivamente St. Vincent se ha encontrado a sí misma. Qué hará después es ahora el gran misterio.

2
Lana del Rey

‘Ultraviolence’ es el álbum que recibe votos de más redactores: un total de 10 personas lo han apoyado. Eventualmente, resulta perfecto para reflejar lo decadente que ha sido este año en muchos sentidos

‘Ultraviolence’ es un disco 100% Lana Del Rey, más una evolución lógica de su entrega multimillonaria que una ruptura total con su sonido. Puede que detrás de la co-producción de Dan Auerbach de The Black Keys, realizada con «micrófonos baratos» para darle al disco un «espíritu más casual y californiano» y grabando cada toma vocal una sola vez, no haya clásicos a la altura de ‘Video Games’ o ‘Blue Jeans’, pero sí buenas canciones y buenas letras (¿qué esperar de la autora de ‘Money Hunny’?) a lo largo de todo su minutaje. El álbum continúa alimentando la idea de una Lana sumida en una tristeza permanente y alienada del mundo que la adora, angustiada por historias del pasado y del presente e incapaz de vislumbrar un futuro cierto incluso junto a su pareja Barrie James-O’Neill, a quien identifica como un personaje «oscuro» que habita «en su propio mundo». Como Lana.

1
Caribou

El álbum de Caribou es número 1 de 2014 para María Clara Montoya y Sebas E. Alonso, top 2 para Lolo Rodríguez y top 3 para Sergio del Amo, entre otros.

Desmontando la teoría de que tanto la electrónica como la experimentación han de ir desligadas de la pasión, el último disco de estudio de Caribou trata el amor –el título es obvio– desde todas sus facetas, yendo de la más romántica a la más familiar (la paternidad influye), pasando incluso por el amor a sus fans y el que profesa por los que ya no viven, como es el caso de ‘Julia Brightly’, un tema de dos minutos dedicado a su ingeniera de sonido, que fallecía esta primavera. Pero lo más interesante de ‘Our Love’ es ver cómo Dan Snaith bebe de la electrónica sin caer demasiado en clichés. En la canción que da título al disco se recoge la influencia de la cultura de club, pero también hay hueco para guiños minimal, deep house o incluso dubstep en contados momentos (el último al final de ‘All I Ever Need’). ‘Can’t Do Without You’ sintetiza todo lo que es Caribou: un músico capaz de unir a todas las masas que amen la electrónica sin que haya que distinguir entre bakalas o modernos, una canción capaz de abstraerte y trasladarte a una pista de baile sin salir de casa. Pero, atención, es el glorioso final del álbum, con ‘Mars’, ‘Back Home’ y ‘Your Love Will Set You Free’, lo que termina de encumbrar esta gran obra del artista a los niveles de intensidad de un ‘Walking Wounded’.

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