Quien esto escribe recuerda hace siete años a una aún más joven Katy Perry debutando en la sala Apolo de Barcelona en un irregular concierto gratuito promovido por MySpace. Por aquel entonces, en aquellos tiempos de ‘Ur So Gay’ y ‘I Kissed A Girl’, pocos (por no decir nadie) de los ahí presentes hubiéramos dado un céntimo por que la californiana acabaría convirtiéndose en la estrella que anoche presenciamos en su tercera visita a nuestro país (la segunda ocasión fue semanas después de aquel show gratuito en un concierto conmemorativo del cincuenta aniversario de Chupa Chups). En poco más de un lustro la Perry nos ha obsequiado no sólo con un arsenal de exitosos singles, sino que además ha aprendido a cantar con más atino y ha construido una imagen pública del todo blanca e inofensiva que ha sabido conectar con un target familiarmente heterogéneo. Tanto que anoche, en el estreno de la última manga europea de su ‘Prismatic World Tour’ en el Palau Sant Jordi, las cervezas brillaban por su ausencia en todo el recinto para evitar que cualquier menor empinara el codo.
A estas alturas de la película no hace falta señalar que nuestra protagonista no luce la voz más prodigiosa de la galaxia pop ni es precisamente el paradigma de las coreografías imposibles. Aunque nadie puede poner en duda que la chica, con los años, ha aprendido a sacarse provecho como nadie y, reforzada sobre una puesta en escena del todo apabullante, se crece de forma sobrenatural apelando a lo kitsch y al humor políticamente correcto. Porque otra cosa quizás no, pero a cachonda mental pocas coetáneas pueden hacerle sombra a día de hoy. ¿Quién si no actualmente se atrevería a emular el musical ‘Cats’ de Andrew Lloyd Webber para entonar ‘Hot N Cold’ en clave jazzística o una ‘International Smile’ con parodia al ‘Vogue’ de Madonna incluida? ¿O quién se marcaría un speech del todo surrealista como el que ella hizo diciéndonos «buenos nachos» en lugar de «buenas noches»?
El ‘Prismatic World Tour’ cumple con creces con su cometido de entretener al populacho durante dos horas a base de estilismos que son un guilty pleasure para cualquier hortera de manual (ahí está ese look de mohicana flúor que lució al arrancar con ‘Roar’ y ‘Part Of Me’) y golpes de efecto como un globo gigante del mojón del whatsapp, volar hasta en dos ocasiones por encima de las cabezas de los asistentes o girar como una peonza desbocada por los aires al son de ‘E.T.’ embriagada por el espíritu del Cirque du Soleil. Y todo ello sin playbacks ni overplays insultantes.
La sección egipcia (con interludio homenaje a ‘Stargate’ y ‘Dark Horse’ a la cabeza) y el segmento Eurobeat en el que empalmó ‘Walking On Air’, ‘It Takes Two’ y ‘This Is How We Do’ con ‘Last Friday Night (T.G.I.F.)’ fueron, indiscutiblemente, los mayores highlights. Aunque eso no quita que también presenciáramos momentos de auténtica vergüenza ajena como esa ‘I Kissed A Girl’ con una absurda coreografía de momias rubenescas, y números algo menos inspirados como ese segmento pseudo-acústico en el que la muchacha rememoró sus virginales tiempos evangélicos, guitarra en mano, interpretando ‘By The Grace Of God’, ‘The One That Got Away’, ‘Thinking Of You’ y ‘Unconditionally’.
Puede que le falte la presencia escénica de Madonna, el puterío ilustrado de Rihanna, las cuerdas vocales de Beyoncé y la elegancia innata de Kylie (sólo la elegancia, porque en cuanto a kitsch las dos son para darles de comer aparte). ¿Pero qué más da? Pese a esas deficiencias, ella es entretenimiento en vena y puede presumir de ofrecer un setlist igual de divertido que certero. 8.
Muchos pre-púberes a las puertas del Palau Sant Jordi se preguntaban quién era Charli XCX minutos antes de que ejerciera de telonera de la noche. Así que la británica, para disipar las dudas de raíz, tras ‘London Queen’ fue directa al caballo ganador y se metió al público en el bolsillo a los cinco minutos de empezar cantando ese ‘I Love It’ de Icona Pop que le puso en el candelero internacional. Vestida como buena ‘Geordie Shore’ con un ajustado vestido de zebra que haría las delicias de la fauna de la calle Montera, y acompañada de una banda íntegramente formada por mujeres (con alas de ángel), la joven ofreció un show de lo más sólido cuya media hora de duración supo a poco, a muy poco.
Tristemente renunció a cualquier licencia de la era ‘True Romance’ (lo más antiguo que sonó fue aquel ‘SuperLove’ que lanzó como single en 2013) y fijó exclusivamente su mirada en su último ‘Sucker’. Pero a sabiendas de que muchos la observamos con lupa desde hace tiempo como buena promesa que en realidad es, lo cierto es que pasó con nota el examen demostrando sus buenas dotes pélvicas y desgañitándose con una actitud híper energética sobre el escenario.
Revisionando algunas de sus prematuras actuaciones años ha, Charli XCX ha ganado en seguridad y aplomo en tiempo récord. Temas como ‘Break The Rules’, ‘Breaking Up’, ‘Doing It’ o ‘Boom Clap’ (la cual era de esperar que cerrara su set) invitan a celebrar la juventud con los brazos en alto y en directo suenan como auténticas apisonadoras hedonistas. Que no quepa la menor duda de que cuando vuelva con un nuevo disco bajo el brazo de mayor calado mediático ella sabrá aprovecharse de las circunstancias. 7,5.
Foto: Facebook de Katy Perry.