Fue el hazmerreír del pasado festival de Cannes, la película más machacada por la crítica junto a ‘Grace de Mónaco’. Los ataques contra la opera prima de Ryan Gosling fueron de tal magnitud que tuvo que salir Nicolas Winding Refn a defender al protagonista de sus películas ‘Drive‘ y ‘Sólo Dios perdona‘. ¿Tan mala es ‘Lost River’?
No, ni mucho menos. Es pretenciosa, eso sí. Y presuntuosa, mucho. E impersonal, también. Y narrativamente anoréxica, vale. Y muy artificiosa, muchísimo. Y sus personajes están menos perfilados que un cuadro de Monet, sí. Todo eso es cierto. Y en el contexto de un festival tan exigente como Cannes, donde en un mismo día puedes ver la última de Cronenberg, los Dardenne o Xavier Dolan, por poner tres ejemplos dispares, esa falta de modestia en un primerizo molesta y penaliza. Y más si viene de una estrella de Hollywood.
‘Lost River’ es un blanco fácil, una diana con el centro más grande que la ambición de Gosling. Los referentes que maneja el actor son tan explícitos y descarados –de Malick a Lynch, pasando por Dario Argento y el propio Winding Refn- que más que un enano a hombros de gigantes parece un atracador de ideas ajenas. Hasta incluye un guiño para iniciados (la aparición de la musa del terror gótico italiano Barbara Steele) que puede ser (mal)interpretado como mero postureo hipster (o friqui, más bien).
Pero más allá de sus aparatosos defectos, ‘Lost River’ es una película con suficientes puntos de interés como para ser despachada con tanta displicencia. Gosling hace gala de un poderío visual, una sensibilidad musical y una habilidad para la creación de atmósferas inquietantes y ominosas muy apreciable. La película funciona bastante bien como perverso cuento de hadas, como esquinada fábula sobre la crisis financiera (está ambientada a las afueras de Detroit) de atractiva y sugestiva textura onírica.
Gracias al trabajo fotográfico de Benoît Debie (‘Enter the Void’, ‘Spring Breakers’) y la banda sonora de Johnny Jewel (líder de Chromatics), Gosling consigue dotar a su película de una fuerza visual y musical extraordinarias, de un clima de pesadilla compuesto por imágenes que, como en un mal sueño, perduran en el recuerdo cuando despiertas: la carretera flanqueada por farolas que se interna en el embalse, el viaje nocturno en lo alto de un coche descapotable por una avenida desierta, el incendio y la huida de la madre, el extraño baile sexual frente al «caparazón»… Suficiente como para considerar a ‘Lost River’ un debut casi notable. 6,9.