Bradford Cox ha conseguido que a su padre de 72 años le guste un disco de Deerhunter. Lo ha hecho con ‘Fading Frontier’ y por una razón obvia: las canciones, en especial las melodías y las letras, son más claras que nunca. Cox, que ha heredado de su padre su pasión por la Americana clásica, y sus compañeros de grupo, Lockett Pundt, Moses Archuleta y Josh McKay, han refinado en su séptimo álbum de estudio un estilo que en ‘Monomania‘ parecía completamente abocado al caos y a la destrucción. Pero Cox, que compuso aquel trabajo durante una tumultuosa época personal dominada por la rabia, el odio y la soledad, es ahora más feliz que nunca. Y se nota.
Cox asegura que ‘Fading Frontier’ es como el «primer día de primavera, cuando sales y todo el mundo es feliz y se sienta en los escalones de sus casas y pasea con sus perros y se saludan los unos a los otros». El músico continúa: «pasa una vez al año después de un invierno brutal. Es el día en que te das cuenta de que no va a helar para siempre, que no vas a ser miserable para siempre». Pero que no os engañe la descripción: en este disco no hay ningún ‘Shiny Happy People’ a pesar de que R.E.M. haya sido una de sus influencias fundamentales, reconocida por el propio Cox. ‘Fading Frontier’ es, como se podía escribir también del gran ‘Halcyon Digest‘, un disco solitario.
Es, claro, otro tipo diferente de soledad, una con la que Cox se siente a gusto y a salvo, y que muestra ahora canalizada a través de canciones más luminosas y accesibles. La letra de ‘Snakeskin‘, el primer adelanto del álbum, con sus menciones a la melancolía, la nostalgia o la enfermedad (Cox sufre el síndrome de Marfan) es probablemente la más deprimente, pero la música es optimista como pocas en el catálogo de Deerhunter. Sus ritmos funky rústicos, sonajas incluidas, y sus insistentes guitarras melódicas conforman una canción pop excelente que destaca en ‘Fading Frontier’ de manera notable, especialmente tras ‘Leather and Wood’, que es su balada más narcótica.
Esta misma accesibilidad se traduce también en el álbum en otros cortes como ‘Breaker‘, el primer dúo registrado en disco de Bradford Cox con Lockett Pundt, y que parece una canción de Mac DeMarco; o ‘Living My Life’, un tema sobre la esperanza de recuperar el tiempo perdido que empieza, sintetizadores mediante, como una «prom song» de los 80 para convertirse después en un buen single perdido de Weezer. Ninguna de las canciones incluidas en este disco logra en verdad la calidad de los grandes clásicos de Deerhunter, pero en ‘Fading Frontier’ la concesión manda y, donde quizás antes había relleno, ahora solo hay buenas canciones.
Producido de nuevo junto a Ben H. Allen III, ‘Fading Frontier’ es el disco «nítido» de Deerhunter. No renuncia ni al paisajismo abstracto de su lado más ambiental ni a las inquietudes más chatarreras y disonantes del grupo, pero tampoco es un refrito de ideas pasadas. Tiene personalidad propia, a menudo enraizada en una especie de futurismo distópico, y, como demuestran cortes tan notables como ‘Duplex Planet’, en el que proporciona su harpiscordio Tim Gane de Stereolab, o el espectacular ‘Take Care’, esta simbiosis de melodías accesibles y atmósferas experimentales se desarrolla ahora a través de un color y luz especiales, como si después de su grave accidente de coche Cox entendiera que era momento de «vivir su vida» en plenitud.
Aparte de a R.E.M., Deerhunter cita entre las influencias de este disco a Tom Petty, Caetano Veloso o Al Green. La composición pop clásica siempre ha preocupado al grupo e incluso en los momentos más abstractos del álbum es posible identificar una canción atemporal. Sin ir más lejos, ‘Ad Astra’, la única composición de Pundt aquí, es un tema atmosférico que describe una experiencia mística pero también una canción bonita sin más que podría versionar (más o menos) cualquiera. Su sample final, extraído del clásico de 1928 ‘I Wish I Was a Mole in the Ground’ de Bascom Lamar Lunsford, conecta pasado y presente de una manera casi cinematográfica. Cuando suena es como encender la radio después de una abducción extraterrestre: tras la experiencia, vuelves a sentirte como en casa.
Aunque según Cox esa «frontera que se desvanece» mencionada en ‘Living My Life’ representaba en su origen la transformación a la que está sometida hoy en día la industria de la música (él la compara con la caída el Imperio Romano), no es difícil averiguar que el contenido temático de ‘Fading Frontier’ trasciende cualquier observación intelectual para ser, en esencia, una reflexión sobre la edad adulta. El disco, de hecho, se enmarca conceptualmente con la fantástica ‘All the Same’ (que emplea una pistola a modo de percusión) y ‘Carrion’, dos temas relacionados en la idea del «da lo mismo», que ha dado a Cox la serenidad anhelada y a los fans de Deerhunter, Cox padre incluido, otro digno disco para sumar a su colección.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘All the Same’, ‘Living My Life’, ‘Snakeskin’, ‘Ad Astra’
Te gustará si te gusta: The Velvet Underground, R.E.M., Mac DeMarco
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