¡Qué Martirio tan grande!

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¡Qué Martirio tan grande!

Treinta años en solitario, algunos más de carrera si se tienen en cuenta los comienzos en Jarcha, para celebrar una trayectoria que abarca infinidad de palos. Tantos que intentar desgranarlos sería como disparar una ametralladora, desde la copla al jazz, del flamenco al pop, desde el rock a la canción latinoamericana. Tanto da, porque Martirio trata de difuminar fronteras entre géneros y lo logra con poderío.

El concierto de este martes se celebraba en un auditorio al aire libre en pleno barrio de Hortaleza, un barrio periférico de Madrid donde el Ayuntamiento ha tenido a bien llevar los Veranos de la Villa de forma gratuita. Sin embargo, la extraña ubicación obtenía un excelente resultado a tenor del lleno hasta la bandera que vimos. Una cita a la que Martirio acudió puntual, vestida de un verde esmeralda muy atrevido y radiante, sin que faltaran sus gafas negras ni una deslumbrante peineta circular dorada. La cantante se arrancó con los acordes a saeta de ‘Estoy mala’, un primer golpe reconocido inmediatamente por el público que contaba con el rigor de un paso de Semana Santa y el humor del pop bien entendido que, sobre todo en sus primeros trabajos, siempre estuvo presente. Sin esperar demasiado nos dejó claro que iba a hacer un repaso a toda su carrera, con canciones como ella mismo indicó «para bailar, emocionarse, reírse, para rockeros, para quererse o en el peor de los casos y sintiéndolo mucho: para los que estén separándose»…

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El repertorio contó con temas como ‘Madurito interesante’, levantando risas a varias de las generaciones que había entre los asistentes; sevillanas poperas «para mujeres que no les importa estar gorditas» como ‘Las Mil Calorías’; o coplas con sabor a jazz como ‘Ojos Verdes’ (momento que siempre aprovecha para quitarse las gafas). No faltaron los homenajes, como el realizado a Carlos Cano con ‘María La Portuguesa’, por el mismo empeño que ambos pusieron en quitarle -como ella misma dijo- «el barniz franquista a la copla cuando ninguna compañía de discos quería hacer grabaciones del género». O a Compay Segundo con un bolero como ‘Es mejor vivir así’, abrazando la música latinoamericana. O a Chavela Vargas, una de sus mayores influencias a la hora de cantar ‘En un mundo raro’. O a Joaquín Sabina con aires más próximos y urbanos en ‘Noche de bodas’. O a los que vuelven de vacaciones con un tango como ‘Volver’… aunando en todo momento la tradición y la transgresión que ha supuesto cantar copla o boleros con toques de jazz o en inglés, entre otras combinaciones (como también lo viene haciendo desde los inicios Pedro Almodóvar, con el que comparte generación).

Fueron casi dos horas y tres bises, entre los que no faltaron ‘La noche es guy’ y ‘La bien pagá’, pero en los que sí se echaron de menos ese rock and roll anunciado al principio y también un repertorio de canciones propio con menos versiones. Pero eso no quita el mérito ni a una banda de músicos que viene de Cuba, Uruguay o Cádiz, y entre los que está su hijo Raúl Rodríguez, ni a la voz y a ese humor que se mantiene totalmente en forma. Esperemos que cuaje el intento de organizar una exposición, no solo de las más de 300 peinetas y de objetos artesanales -como gafas- que siempre han acompañado a la imagen que ha querido mostrar Martirio, porque una personalidad así debería tener más presencia en los medios. ¿Por qué no un ‘Martirio y Calvo’ junto a Jorge Calvo, como sucesión de ‘Alaska y Segura’? Ambos tienen cuerda y mucho que contar. 8.

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