Tras ‘Indie Cindy’, Pixies prosiguen su segunda vida, esta vez con un álbum completamente ejecutado como tal. Gil Norton ya no está en las tareas de producción, pero la labor de Tom Dalgety apenas difiere de la de su predecesor. ¿El resultado? Obviamente, no se puede comparar con su período imperial. Pero si se considera como el tomo II de su nueva etapa, el disco resulta grato en su mayor parte. Mejor y más ligero que ‘Indie Cindy’, ‘Head Carrier’ es una obra concisa que sigue el canon Pixies: doce temas de apenas tres minutos (si llegan), en poco más de media hora.
Sin alcanzar ninguno el estatus de himno, la mayoría tiene un regusto claro a su época dorada, aunque bastante domesticado; el «loud» es menos «loud», la calma es menos tensa, Frank Black ya no es Black Francis (aunque aparezca en los créditos como tal) y apenas aúlla, pero ha conseguido, en rasgos generales, unas cuantas canciones pintureras y bien construidas. La cálida ‘Head Carrier’, encargada de abrir el disco, es todo un sleeper; puede parecer anodina de entrada, pero va creciendo escucha a escucha y sus guitarras desprenden un bonito aroma a los R.E.M. de finales de los ochenta, el mismo que emana ‘Tenement Song’. ‘Baal’s Back’ añade el elemento bronco marca-de-la-casa y la acelerada ‘Talent’ es un tiro que casi alcanza cotas propias de 1989 (hay un momento en que a Francis parece que se le vaya a escapar lo de «Rock me, Joey»). Se siente un poco como llegar a casa: escuchar la voz de Francis, encontrarse con las inconfundibles guitarras de Joey Santiago y notar lo bien armada que está la base rítmica (David Lovering es infalible, el bajo de Paz Lenchantin es efectivo y sofisticado).
Sin embargo, en ‘Head Carrier’ hay varios detalles que pueden llegar a arruinar en algún momento la audición. Porque una cosa es no renunciar al sonido de Pixies, pero otra es el autoplagio. Así, el disco deja una incómoda sensación de desazón cuando trata de imitar algunos de sus grandes clásicos… sin conseguir rozarlos siquiera; ‘Might as Well Be Gone’ se parece a ‘Ana’, ‘Um Chagga Lagga’ se arma a base de pedacitos de ‘Vamos’, ‘Nimrod’s Son’ y ‘Subbacultcha’. Pero lo peor es esa manía de fusilar la voz y maneras de Kim Deal. Porque lo de la parte vocal de Paz Lenchantin en ‘Bel Sprit’, a dúo con Black, es un poco descarado, pero ‘All I Think About Now’ ya clama al cielo: ese inicio calcado al de ‘Where Is My Mind?’ (aullido incluido) y Paz cantando como si estuviera entonando ‘Gigantic’ me ponen de muy mala uva (y eso que es la única canción donde Paz ha podido ejercer de compositora junto a Francis).
Por suerte, la cosa mejora al final. ‘Plaster of Paris’ y ‘All the Saints’, piezas de pop casi prístino, suenan frescas, alegres y marcan una posible nueva vía para los Pixies; una en que, sin abjurar de su sonido (a pesar de todo, Black no ha perdido del todo su mojo punk-pop y Joey Santiago es mucho Joey Santiago), dejen de emperrarse en reproducir sus joyas pretéritas y opten por sonidos más adultos y calmos. Porque son estas dos canciones, las que más se alejan del patrón clásico (ruido-calma-ruido), las que acaban resultando las mejores. Aun así, tampoco voy a engañar a nadie: estoy segura de que, en sus directos, no nos sentiremos precisamente ansiosos por que toquen este ‘Head Carrier’.
Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘Head Carrier’, ‘Talent’, ‘Tenement Song’, ‘Plaster of Paris’
Te gustará si: eres fan de los Pixies, los R.E.M. de ‘Document’
Escúchalo: Spotify
Cómpralo: Amazon