Esta semana se cumplirán dos meses desde que se editara ‘Blonde‘, el segundo álbum largo de Frank Ocean propiamente dicho (aunque técnicamente ese mérito le corresponde a ‘Endless’). La crítica lo ha alabado de forma unánime, y probablemente copará ese parcial rasero que son las listas de mejores álbumes y canciones del año. También podría estar entre los discos más vendidos de 2016, tras despachar 300.000 unidades en solo una semana. Bien hecho, Frank. Pero ¿ya está? ¿Ya ha acabado todo?
Recordemos que Ocean lanzó ‘Blonde’ y ‘Endless’ en el mismo fin de semana. Aunque todavía no hay una confirmación del intríngulis, parece que ‘Endless’ era una chuchería compuesta por descartes que el músico entregó a Def Jam como su nuevo álbum, de manera que con él (y pagando 2 milloncejos de dólares, que puso Apple) cumplía su contrato con la compañía discográfica. ‘Blonde’, lanzado en exclusiva por Apple Music un día después, se publicaba bajo el auspicio de su propia editorial, Boys Don’t Cry, en una troleada que no está claro si le costará o no una demanda por parte de Universal. A partir de ahí, ‘Blonde’ ha quedado a la deriva.
Tras entrar directamente al número 1 de Billboard 200 como el álbum más vendido en USA en su primera semana (la tercera mejor entrada del año en número de copias), el disco ha ido perdiendo posiciones de forma paulatina. Esta semana cae ya al puesto 33, bastante abajo considerando que álbumes como los de Drake, Rihanna o Beyoncé aguantan por encima de él con soltura. Incluso ‘The Life of Pablo’ de Kanye West, que se ha considerado un fracaso comercial, se sostiene más alto en base al streaming de ‘Famous’, ‘Fade’ y ‘Father Stretch My Hands Pt. 1’. La explicación parece evidente. Tras la turbulencia mediática en torno a su lanzamiento, las primeras críticas, rumores, declaraciones de algunos colaboradores… nada ha apoyado el lanzamiento de ‘Blonde’. Ni entrevistas, ni singles apoyados por vídeos, ni una presentación en directo, ni una edición física… Nada.
Y no será porque ‘Blonde’ se trate precisamente de un disco empujado por el éxito de su single. ‘Nikes’ es un auténtico pelotazo, especialmente en compañía del genial videoclip dirigido para él por Tyron Lebon, que, de manera increíble, sigue sin poder visualizarse en Youtube. Pero estamos ante una obra muy completa, en la que casi cada interludio tiene su miga y que está repleto de enormes canciones. No es sorprendente apreciar que canciones como ‘Pink + White’ y ‘Ivy’ ya han desbancado al citado single como la canción más escuchada ahora mismo en Spotify. Y, sin embargo, ninguna de ellas se ha lanzado a ninguna emisora para que sean radiadas. Ni, como decíamos, parece que haya intención de que sean apoyadas por un vídeo.
Una noticia de hoy parece dejar claro cuál es el problema. ‘Blonde’ no va a ser tomado en consideración para la edición 2017 de los Grammy, pese a cumplir con el requisito de haber sido editado antes del 30 de septiembre de 2016, y pese a ser uno de los discos más aclamados críticamente y más vendidos del año. ¿Por qué? Pues por una cuestión formal: no ha sido inscrito. Una labor burocrática que, generalmente, corresponde a sellos y managements. Pero la pregunta sería ¿lo ha hecho de manera intencionada, para evitar comparecer en público y quitarse la presión de acudir a la ceremonia? ¿O simplemente por dejadez o desconocimiento? (Actualización: según las últimas informaciones de Billboard, no ha presentado el disco aposta).
Parece evidente que Ocean ha acudido a la autoedición para poder hacer de su capa un sayo (cubierto de purpurina, eso sí) y poder permitirse el lujo de rehuir todas esas obligaciones contractuales implícitas que tan mal parecía llevar tras ‘channel: Orange’. Probablemente Frank piense “a la mierda, no hago esto por dinero, es arte” y es muy lícito y comprensible, incluso aunque hayas tenido que vender una exclusiva a Apple Music para lograrlo. Pero, ¿no es una pena que ese arte, su arte, no tenga una mayor difusión, alcance a más gente y pueda hacerles felices? ¿O enseñarles a apreciar la belleza que puede emerger del sufrimiento que has padecido? Pienso en cómo Nick Cave ha enfocado, por ejemplo, la muerte de su hijo y lo ha convertido en una obra de arte multidisciplinar, terapéutica y expiatoria. O cómo David Bowie mimó su última obra hasta el último detalle en su edición física como el mejor legado para sus fans (entre los que se cuenta, Frank, por cierto). Y no puedo evitar sentir lástima por el propio Ocean y, sobre todo, por un ‘Blonde’ que podría ser ya un clásico universal de nuestro tiempo de haber contado con el apoyo de un sello y un management que hubieran cuidado su lanzamiento y desarrollo como obra. Vale, puede que no una multinacional. Pero hay otras opciones, ¿verdad, Bon Iver?