¿Ha muerto el clásico navideño después de Mariah Carey?

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¿Ha muerto el clásico navideño después de Mariah Carey?

mariah-reindeerUn año más llega la Navidad, aunque llevamos ya casi un mes de casas, colegios, calles y escaparates con sobredosis de espumillón y demás ornamentos. También cambia, obviamente, la música que nos rodea, casi como un aspecto decorativo más: los hilos musicales de los centros comerciales atronan con villancicos y canciones de Navidad en constante loop. Anuncios, programas de radio, ‘The Voice’ y similares, tres cuartos de lo mismo. A la vez, proliferan las playlists en blogs, webs o entre los usuarios. Y muchos artistas siguen, año tras año, probando suerte con el lanzamiento de canciones navideñas o incluso discos enteros. Se puede afirmar incluso que es una tradición que en los últimos años goza de excelente salud, especialmente en el mundo anglosajón, donde los lanzamientos se cuentan por decenas cada año, firmados por artistas mainstream, sí, pero también por artistas de jazz, de country y hasta de música indie. El problema radica quizá ahí: en lo que encierra la palabra “tradición” y su insoportable peso. Porque a pesar de toda esta avalancha, ¿desde cuándo no tenemos un nuevo clásico navideño?

Las opciones a la hora de encarar la grabación de una canción o un álbum de Navidad pasan por dos rutas distintas pero no excluyentes: la de plegarse a esa tradición y reinterpretar clásicos, o la de atreverse con la comprometida tarea de crear material nuevo. Ambas rutas, transitadas por miles de artistas en los últimas siete décadas, han evidenciado una cruel realidad en las dos más recientes: el clásico navideño parece haber muerto. Incluso de hecho parece llevar muerto más de 20 años. El último gran estándar que sigue siendo interpretado en la actualidad con todos los honores de un clásico es ‘All I Want for Christmas Is You’ de Mariah Carey, año 1994; el ejemplo más reciente, su aparición en el disco navideño de She & Him de este año (la mejor versión del año pasado la firmaron las francesas Juniore). Y desde 1994 el trono permanece desierto.

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¿Qué es lo que pasa? ¿Nadie ha sido capaz de volver a componer una canción de Navidad igual de buena desde entonces? La respuesta quizá esté en el mainstream: es obvio que ha habido canciones igual de buenas o mejores, pero ninguna ha sido grabada por artistas de primera línea: podría haber existido en los últimos años una canción navideña grabada por Rihanna, Taylor Swift o Bruno Mars que hubiese cambiado las cosas, pero por razones estratégicas las grandes estrellas han abandonado ese tipo de lanzamientos casi por completo. Kylie cuenta con un honroso intento en su disco navideño del año pasado pero no logró que su single principal (coescrito con Chris Martin) se clasificara en ninguna lista (salvo que cuente ser nº 81 en Bélgica con el remix de Stock Aitken y Waterman). Aunque quizá si la canción hubiese mínimamente buena las cosas habrían sido distintas. Es decir, pocos están dispuestos a jugársela, pero el que se la juega compite con niquelados clasicazos ante los que las comparaciones pueden resultar odiosas.

Con el mainstream enrocado, el efecto es claro: al ser las grandes estrellas los únicos artistas capaces en la actualidad de llegar a colar una canción como clásica en el subconsciente colectivo (ese panal de abeja cada vez más fragmentado y atomizado), la labor ha quedado en manos de artistas de menos impacto. Que por cierto sí han hecho sus deberes y muy bien. Vale, hay que rebuscar entre cientos y cientos de canciones horribles (os aseguro que nadie escucha más música mala para llegar a la que merece la pena que un aficionado a la música navideña), pero hay un puñado de maravillas que en otras manos podrían haber llegado a ser clásicos universales. Canciones sueltas o álbumes enteros. Desde los EPs de Low hasta gran parte de la producción navideña de Sufjan Stevens, maravillas sueltas como ésta de Okkervil River, los discos navideños de Mark Kozelek, de Nick Lowe, de Tracey Thorn… o canciones inmortales -aunque sea para cuatro gatos- como el ‘Everyday Is Christmas’ de los Chamber Strings (la mejor canción que vas a oír estas Navidades si no la conoces, escrita por Kevin Junior, gran olvidado en casi todos los obituarios de este año). Por no mencionar joyas de la presente década como el ‘Merry Xmas’ de Dragonette o el ‘I Wish It Was Christmas Today’ de Julian Casablancas, que en un universo paralelo habrían sido clásicos mundiales. Junto a ‘Home For The Holidays’ de Emmy The Great & Tim Wheeler, ‘The Last Of The Melting Snow’ de The Leisure Society o el ‘On Christmas’ de las Dum Dum Girls.

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Con todo, hay que admitir que la curva de aparición de clásicos llevaba mucho en descenso desde aquellos lejanos años 40 y 50, sin duda la época dorada de este tipo de canciones. Fue entonces cuando se originó el mito del éxito navideño, esa canción que podía sacar de pobre a cualquier artista. A estas alturas es un cliché, pero es obligado recordar que el single más vendido de la historia sigue siendo a día de hoy el ‘White Christmas’ de Bing Crosby, editado en 1942. Para los años 60 el peso de los clásicos era ya elevadísimo, como muestra la lista de Billboard de hace exactamente 50 años. Hasta el influyente disco navideño de Phil Spector en realidad sólo contaba con algunas canciones originales.

En los 70 los clásicos se redujeron todavía más, aunque algunos siguen siendo esenciales sobre todo en el panorama británico: ‘Happy Xmas (War Is Over)’ de John Lennon, los macroéxitos de glam navideño de Slade o Wizzard, o delicadezas como el ‘I Believe In Father Christmas’ del recientemente fallecido Greg Lake. En los 80 la tendencia se mantuvo con el obvio ‘Last Christmas’ de Wham pero también con ‘Fairy Tale of New York’ de los Pogues, ‘The Power of Love’ de Frankie Goes To Hollywood o clásicos más underground como el inmortal ‘Christmas Wrapping’ de The Waitresses. Pero llegados los 90… ¿quién se acuerda de algo más que no sea ‘All I Want For Christmas Is You’? La cosa podría haber sido un poco diferente si los Pet Shop Boys no hubiesen desperdiciado la muy desconocida pero magistral ‘It Doesn’t Often Snow at Christmas’ destinándola a regalo para su club de fans: es una canción que tenía madera de número uno. De manera que para cuando llegó el single de Mariah era como si una era tocara a su fin. De hecho es una canción casi anacrónica en su planteamiento mismo: una composición que mira atrás, con una nostalgia entre el pastiche y el homenaje a los viejos clásicos, seguramente con la sensacional ‘Christmas (Please Come Home)’ de Darlene Love en mente. Lo que pasa es que resultó una excelente canción, lo que la hizo pasar al canon por méritos propios.

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La canción de Carey es la prueba de que si corres el riesgo y das en la diana, tienes entre manos lo que parece un lanzamiento efímero pero es en realidad algo que seguirá dando dividendos año tras año. Esta lista publicada hace unos días por Forbes confirma que ‘All I Want For Christmas…’ es el “clásico moderno” que sigue apareciendo en lo más alto de las listas de lo más escuchado Navidad tras Navidad. Y en las últimas semanas se ha clasificado en España entre los singles más vendidos. Atención no obstante a la aparición en esa lista de Forbes de dos éxitos navideños más recientes: ese plagio de Justin Bieber a Jason Mraz titulado ‘Mistletoe’ (2011) y ‘Where Are You Christmas?’ de Faith Hill (2000). La de Bieber habrá que esperar algunos años más para ver si perdura, aunque parece obvio que no tiene madera de clásico. Y en cuanto a la difícilmente soportable balada de Faith Hill, parece que 16 años después a ningún artista serio le ha quitado el sueño hacer una versión, y sigue siendo consumida casi exclusivamente por baladófagos de pésimo gusto y concursantes de realities musicales. ¿Lo mejor y más irónico de todo? La coescribió Mariah Carey, pero por problemas legales nunca pudo editarse su versión y acabó grabándola Hill.

Conclusión: ‘All I Want For Christmas Is You’ sigue siendo el último gran estándar. Mientras tanto sigue siendo un misterio si el siglo XXI logrará finalmente dar lugar a algún nuevo clásico moderno. Una incertidumbre que en el fondo parece un aspecto más de esa “muerte de la historia” que parece vivir la música popular actual, la que nos hace preguntarnos cada año (y con cada muerte, de esas que han sacudido 2016) dónde está el relevo de los artistas legendarios. Un relevo que en el caso de los clásicos de Navidad parece igual de complicado e improbable.

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