“Comencé a escribir ‘Semper Femina’ como si fuera un hombre que escribía sobre una mujer, y entonces pensé: “no es un hombre, soy yo”. No necesito fingir que soy un hombre para justificar la intimidad, o la manera en la que miro y me siento hacia las mujeres. Soy yo observando explícitamente a las mujeres y sintiendo gran empatía hacia ellas, y por extensión, hacia mí misma”. Así explica Laura Marling la motivación creativa que la llevó a componer estas nueve nuevas canciones, creadas en un momento en el que sufrió algunos cambios físicos y emocionales que la llevaron a perder su identidad de género.
En contraste con el momento tormentoso y de cambios radicales en el que fue compuesto y que Marling explicaba de forma elocuente en una reciente entrevista, ‘Semper Femina’ es uno de los discos más amables de la ya extensa carrera de la cantautora británica. Su sexto álbum tras el eléctrico ‘Short Movie’ aleja definitivamente esa faceta torturada y oscura (por momentos también algo plomiza, todo hay que decirlo) de la que dio muestras especialmente en ‘A Creature I Don’t Know’ y ‘Once I Was an Eagle’. Suena luminoso, delicado y dulce. Pero no frágil, porque esa postura ya quedó muy atrás, en sus inicios. Hace tiempo que Marling es una intérprete rotunda, magnífica.
‘Semper Femina’ destaca por un sonido elegante, diseñado junto al talentoso y cada vez más omnipresente Blake Mills (Cass McCombs, Conor Oberst, Andrew Bird, Alabama Shakes). El amigo de Fiona Apple no solo da muestras de la riqueza y emoción que es capaz de imprimir con la guitarra en sus manos, sino que participa en una dirección artística exquisita, con un medido uso de arreglos de cuerda (obra del reputado Rob Moose, con un papel destacado en los últimos discos de Joanna Newsom, Bon Iver y Dirty Projectors, por ejemplo), percusiones y contrabajo (instrumento que toma aquí un protagonismo fundamental y enriquecedor).
También las voces sirven como recurso expresivo. Es el caso de una ‘The Valley’, a medio camino de Nico y Joni Mitchell, en la que la voz de Marling se dobla y es desprovista de su particular timbre vocal. Con algo tan simple, consigue despersonalizar su interpretación, situándose como mera observadora sin implicaciones personales que redimensiona este canto de amor a una mujer. Pero es solo un recurso creativo, claro, y Marling, aunque las interprete con cierta sobriedad y sin abuso de gorgoritos, imprime en cada una de las otras pistas ese desarmante timbre, capaz de erizar el vello con cada una de esas notas que alarga de forma tan reconocible. El nivel de calidad y calidez vocal que ha alcanzado es subyugante.
Apoyada en ese excelente trabajo de producción, Laura logra también una de sus mejores colecciones de canciones, aunque aun así podamos ver cierto perfil más plano y recurrente en ‘Wild Once’ y, en menor medida, ‘Nouel’. La sinuosa y rompedora ‘Soothing’, que lo abre, y el enardecedor vals afilado de ‘Never, Not Nearly’, que lo cierra, enmarcan de manera sobresaliente temas instantáneamente memorables: la dylaniana ‘Wild Fire’, el encanto comedido de ‘Always This Way’ y ‘Next Time’ o el romanticismo eléctrico de la preciosa ‘Don’t Pass Me By’ son ya nuevas cotas de su carrera. Un nivel que también es correspondido por unas letras poéticas pero nunca cursis, que reflejan perfectamente ese singular punto de vista, desde el amor y la fascinación de una mujer hacia su propio sexo.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Soothing’, ‘Never, Not Nearly’, ‘Wild Fire’, ‘Always This Way’.
Te gustará si te gusta: Villagers, Joni Mitchell, Carole King
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