Quién iba a decirnos a los que descubríamos a Tommy Cash en aquella ‘Apel.’ de Pimp Flaco y Kinder Malo que acabaríamos viéndole como una posible nueva estrella del pop internacional. Tras hacerse viral por aquel vídeo de ‘Winaloto’ en el que su cara era un coño –o al revés… loquesea–, el estonio se ha hecho bastante popular, llegando a aparecer en la reciente mixtape de Charli XCX ‘Pop 2’ –la británica también le convirtió en hombre-objeto en el famoso clip de ‘Boys’–.
Así, su nuevo single ‘Pussy Money Weed’ cuenta con la producción del reputado A.G. Cook de PC Music –artífice, a su vez, del sonido de ese último lanzamiento de Charli–, dando con una base muy potente y cautivadora, sobre la que el MC y cantante despliega la tópica letra de sexo-drogas-rock’n’roll que los nuevos héroes del pop urbano han abrazado también (‘rockstar’ de Post Malone, uno de los hits yanquis más recientes, es en esencia la misma cosa). Lo que sí es inapelable es el gancho de su estribillo, con ese “pussy-money-weed, pussy-money-weed” que engancha instantáneamente.
Aunque, como viene siendo costumbre en la obra de Tommy, lo más llamativo de su propuesta está otra vez en lo visual (recordemos el reciente clip para ‘Surf’, por ejemplo, lleno de imágenes sexuales). Esta vez, Cash –que también ha ideado y dirigido el vídeo– se sitúa al frente de una cohorte de bailarines y modelos que destacan, precisamente, por alejarse de los cánones de imperfección, un poco al estilo de Die Antwoord: bailarines con miembros amputados, sustituyéndolos en un caso por filos de espadas, coreografías sobre sillas de ruedas o muletas desproporcionadas –casi dalinianas– y cuerpos aparentemente deformados quirúrgicamente con fines estéticos pueblan un escenario apocalíptico en el que reina Cash. Un conjunto muy potente que, sin duda, refuerza la peculiar estética de este singular artista.
Tommy Cash ha anunciado dos próximas fechas en nuestro país: el viernes 23 de febrero estará en Cha Chá The Club, en Madrid; y un día después, el sábado 24 de febrero, estará en La [2] de Apolo, en Barcelona.