Parece mentira, pero el software musical que cambió las reglas del juego en la industria a finales del siglo XX fue creado por un ex geólogo llamado Andy Hildebrand que trabajaba para la empresa petrolera estadounidense Exxon Oil. Hildebrand había creado con anterioridad un algoritmo que permitía localizar yacimientos petrolíferos mediante señales sísmicas. Y de ahí precisamente, una vez se jubiló, le vino a la cabeza la creación en 1997 de lo que todos acabaríamos conociendo como auto-tune. Pero la revolución de verdad llegaría meses más tarde.
Aunque el primer tema con auto-tune se lo debemos al proyecto italiano Roy Vedas y su tema ‘Fragments of Life’ editado en agosto de 1998, no sería hasta octubre de ese mismo año que los productores Mark Taylor y Brian Rawling lo popularizaran hasta la esfera mainstream de la mano de Cher y su icónico ‘Believe’. Desde décadas antes ya existían alteradores de la voz como el vocoder o el talk box, por supuesto, pero el Auto-tune supuso una revolución que nos pilló a todos por sorpresa porque enaltecía mejor que nadie una irreal voz tratadísima mitad robot mitad humana. La corrección de imperfecciones vocales ya era una realidad.
Tal fue el impacto de este procesador que en los años siguientes se explotó hasta la extenuación. En 1999 los eurodance Eiffel 65 se valieron de él para su hit ‘Blue (Da Ba Dee)’, en el 2000 Daft Punk lo emplearon en el archiconocido ‘One More Time’, y ese mismo año Kid Rock en ‘Only God Knows Why’ incluso se atrevió a llevarlo al terreno del country, entre un infinito etcétera. Aunque puestos a escoger un rey del Auto-tune ese es T-Pain, quien desde que debutara en 2005 con ‘Rappa Ternt Sanga’ lo ha utilizado en todos sus álbumes como un recurso estrictamente estético. “Si me está haciendo ganar dinero, ¿por qué iba a dejar de usarlo?”, afirmó con atino en 2008.
Bon Iver o James Blake, años después, también han explotado el Auto-tune como recurso estilístico del modo que lo contempla T-Pain. Y por haber hubo hasta experimentos como aquel ‘808’s and Heartbreaks’ que Kanye West lanzó en 2008: un álbum muy criticado en su momento (por ser el sucesor de ‘Graduation’) pero que con el tiempo ha sido justamente reivindicado, precisamente, por su buen y atrevido uso.
Podemos encontrar detractores a mansalva. Sin ir más lejos, la revista Time en el 2010 lo escogió como uno de los peores inventos de la historia. Pero la pregunta sigue ahí: ¿realmente ha sido un avance para la música o todo lo contrario? Depende de con qué ojos se mire. El Auto-tune, nos guste o no, ha democratizado a los cantantes. Muchos artistas actuales del trap probablemente no se hubiesen atrevido a grabar en un estudio o incluso subirse a un escenario a sabiendas de sus limitaciones vocales. De modo que igual que la aparición de Abbleton Live en 1999 fue algo así como la Piedra de Rosetta para que muchos productores electrónicos de dormitorio debutaran en vivo, el Auto-tune ha permitido que artistas sin unas cuerdas vocales prodigiosas hayan podido desarrollar sus carreras.
Llevando veinte años conviviendo con él (aunque desde 2008 empezó a pisarle los talones otro software más complejo, el melodyne), lo que está claro es que el Auto-tune ha marcado a la industria musical y nada apunta a que vaya a dejar de emplearse en un futuro. Cher, o mejor dicho, sus productores, fueron unos visionarios.