Cuando se anunció que Paramount había vuelto a vender una película de ciencia ficción a Netflix, las imágenes de la horrorosa ‘The Cloverfield Paradox’ regresaron a mi cabeza como el reflujo de un salmorejo de bote. Otra vez la plataforma online sacándole la basura a Hollywood. Sin embargo, ‘Aniquilación’ no olía a podrido: una adaptación del best seller de Jeff VanderMeer (publicado por Destino), protagonizada por Natalie Portman y dirigida por Alex Garland, el estupendo guionista de ‘Nunca me abandones’ o ‘28 días después’, que debutó hace tres años con ‘Ex Machina’. Algo no cuadraba.
En realidad, como explican en The Atlantic, la decisión de Paramount no tiene nada que ver con la calidad de ‘Aniquilación’, sino con su potencial comercial. Después de varias pruebas de visionado, la película fue tildada por uno de los productores como “demasiado intelectual y complicada”. La compañía no estaba dispuesta a distribuirla si el director no cambiaba el final y hacía un nuevo montaje que pudiera entender hasta El Rubius. Garland y uno de los coproductores se negaron. A diferencia de la solución habitual, dar la patada al director y encargar un nuevo montaje, Paramount optó por una decisión intermedia: distribuir la película en Estados Unidos pero dejar que Netflix la explotara internacionalmente en su plataforma. Y así ha sido. ‘Aniquilación’ se estrenó en los cines estadounidenses hace tres semanas. A pesar de su escaso “potencial comercial”, sigue estando entre las diez más vistas y ya ha recaudado más de la mitad de lo que ha costado.
Así las cosas, que Netflix acabe siendo el refugio del cine de Hollywood “demasiado intelectual y complicado” tiene una lectura positiva y otra negativa. La positiva es que este tipo de producciones, con presupuestos generosos y ambiciones artísticas un poco por encima de la media, van a seguir existiendo y llegar a todo el mundo (y en versión original, que escasea fuera de las grandes ciudades). Lo negativo es que van a desaparecer de los cines. En el caso de un dramón intimista o una comedia basada en la brillantez de sus diálogos, quizás esto no sea tan grave. Pero en una película como ‘Aniquilación’, pensada para verla y oírla en una buena sala de cine, da un poco de pena.
Aunque eso sí, lo que realmente da pena es leer que a un ejecutivo de Hollywood esta película le ha parecido “demasiado complicada”. ¿Qué le parecerá entonces Kubrick o Tarkovski, por poner dos ejemplos de autores de ciencia ficción “complicados”? Para hacernos una idea, ‘Aniquilación’ estaría en la línea de películas como ‘La llegada’, la mencionada ‘Ex Machina’ o ‘Solaris’, la estupenda versión mainstream que realizó Steven Soderbergh de la novela de Stanislaw Lem (y de la película de Tarkovski). De hecho, se podría ver como una mezcla entre referentes cultos como ‘Stalker’ (esa inequívoca “zona”), clásicos del género como Julio Verne (‘Viaje al centro de la tierra’) o H. G. Wells (‘La isla del doctor Moreau’) y títulos tan populares como ‘Alien’, ‘Depredador’ o la serie ‘Perdidos’.
Garland consigue lo que hacía muy bien Kubrick y ahora hace (también muy bien) Denis Villeneuve: que ‘Aniquilación’ funcione en varios niveles. Su premisa argumental -la expedición de cinco científicas a una «zona» controlada por una fuerza alienígena capaz de alterar las leyes biológicas del territorio que invade- es tan atractiva y sugerente, tan entretenida, como abierta a interpretaciones filosóficas y discursos metafóricos. La “resplandeciente” Zona X puede ser hermosa y aterradora, el sueño de una botánica o la pesadilla de una zoóloga. Y en esta dualidad se mueve la película: dos tiempos narrativos, dos mundos visualmente diferentes, lo terrenal y lo mental, acción y reflexión, ciencia ficción y terror, poesía y gore, canciones folk y música atmosférica, y un final que ahonda en esta dualidad y se abre paso, como un tumor, hacia jugosas dobles lecturas. 8,5.