La canción del día: Jonathan Wilson muestra en ‘There’s A Light’ que también es capaz de hacer estribillos memorables

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La canción del día: Jonathan Wilson muestra en ‘There’s A Light’ que también es capaz de hacer estribillos memorables

Desde su estudio de grabación en el antiguo asentamiento hippie californiano de Laurel Canyon, Jonathan Wilson se labró una reputación como productor artesano, a la antigua usanza, que le llevó a dirigir las grabaciones de álbumes de Dawes y Father John Misty (su debut ‘Fear Fun’) y después, ya desde su estudio en Echo Park (Los Ángeles), de artistas como Conor Oberst. También es un reputado e imaginativo guitarrista, papel en el que ha colaborado con nombres de la talla y variedad de Erykah Badu, Jackson Browne o Roger Waters. Y además, sostiene una más que interesante carrera en solitario, en la que publicaba, pocas semanas atrás, su tercera obra, ‘Rare Birds’.

Como ya ocurriera con su muy notable debut de 2011, ‘Gentle Spirit’, y su continuación de 2013, ‘Fanfare’, se trata de un disco en el que Wilson se deleita dando forma lentamente a las canciones, con progresiones instrumentales complejas y arreglos cuidados al máximo. Sin embargo, en esta ocasión también se deja cierto espacio para que las melodías y los estribillos destaquen. Y es que, más allá de adelantos como ‘Over The Midnight’ –muy The War On Drugs– o la exótica –con esos cantos de nativos americanos– ‘Loving You’, se permite la licencia de mostrarse como un artesano de la canción pop rock más convencional y, también, comercial.

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Hablo de ‘There’s A Light’, tema que recientemente era destacado con un vídeo oficial que muestra a Jonathan Wilson y su banda interpretando la canción en un (falso) estudio de una televisión asiática. El reputado Grant Singer (Camila Cabello, Lorde, Taylor Swift) dirige el clip, pero en lugar de una de sus habituales superproducciones, se trata de una sencilla filmación realizada con antiguas cámaras de la televisión nipona y con efectos psicodélicos creados analógicamente por los propios equipos.

Y la estética le viene al pelo a este temazo atemporal que tiene ciertos guiños al AOR o el yacht rock (atención a ese contrapunto vocal vocoderizado), pero que sobre todo brilla por su rica melodía vocal, cantada por Wilson con el respaldo del dúo femenino Lucius (Lana del Rey y Father John Misty tambiñen han contribuido con sus voces en el disco). Un fulgor que, sin duda, encaja a la perfección con el mensaje enardecedor de su letra, que canta a la belleza del mundo, de la paz y del amor. Razones suficientes para no caer en la depresión y simplemente ser felices. ¿Tópicos de ingenuidad hippiesca? Puede. Pero, endulzados de esta manera, yo compro.

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