Harry Styles ya es un “showman” con las intenciones claras en Barcelona

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Harry Styles ya es un “showman” con las intenciones claras en Barcelona

Alfred García está en grada. La gente se da cuenta, mira hacia su posición en Palau Sant Jordi y grita, emocionada, intentando captar la presencia del popular triunfito. El cantante se levanta, saluda a las miles de personas congregadas para ver a Harry Styles y las anima a gritar más fuerte todavía, mientras las graba en un vídeo que más tarde sube a Instagram. Por un momento parece que la estrella va a ser él y no el intérprete original de ‘Sign of the Times’. Pero solo hace falta que le dejen de seguir las luces (perdón) para centrar toda la atención en la verdadera estrella de la noche.

Harry Styles no pierde el tiempo y comanda el escenario desde el segundo cero, demostrando a lo largo de la noche que no solo se cree su papel de “showman”, sino que lo interpreta con grandes tablas. “Tengo un trabajo esta noche y es entreteneros”, expresa durante el concierto. Quizá ese sea el mayor pero de su paso por Barcelona: Styles entretiene, y además da lugar a momentos cómicos con sus fans (concretamente con los que comen bocadillos mientras él canta) pero como su nueva imagen de inspiración glam post-One Direction, su show parece guionizado y poco espontáneo. Parece un “trabajo”. En muy pocas ocasiones, Styles se suelta de verdad y encuentra ese concierto de rock ’n roll que busca (a pesar de terminar con los pantalones rotos). Esto sucede sobre todo en ‘Kiwi’… y es la canción final.

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Vestido con un impoluto traje con manchas negras y lentejuelas (¿repetirá atuendo esta noche en Madrid?), y con su banda de cinco músicos tras él, tres de los cuales tocan desde tarimas (la batería toca en el podio y casi es más visible que el propio Styles), el artista aparece en el escenario de espaldas, como en la portada de su disco, y desgrana un extenso repertorio que incluye canciones propias, temas de One Direction (entre ellos el coreadísimo ‘What Makes You Beautiful’) y versiones. La ‘Angel’ inicial es arrebatadora gracias al brutal carisma de Styles, pero ‘Ever Since New York’ llena el alma del Palau con su emotiva melodía. Entre la sensualidad marca 70s (‘Woman’) y el romanticismo (‘Sweet Creature’, en el segundo escenario, tras la pasarela), Styles sorprende sobre todo con su versión llenaestadios de ‘A Little Bit of Your Heart’ de Ariana Grande, que compuso él y que bajo sus mandos parece un hit perdido de los últimos 1D, y hacia el final, con una espléndida versión de ‘The Chain’ de Fleetwood Mac en la que brilla su control vocal.

La entrega de Styles al concierto, en cualquier caso, es total, y es imposible no acordarse de sus inicios en One Direction cuando conversa con sus fans (“de dónde vienes? ¿De Alemania? ¿Cómo ha ido el viaje? ¿Qué has hecho?”) o anima al clamor popular con toda la energía que posee su cuerpo. Styles ha hecho las cosas muy bien. Ha hecho un buen disco, ha tratado a sus fans con respeto y se ha convertido en un gran aliado de la causa LGBT. De hecho, ‘Medicine’ es una de las canciones más celebradas del concierto, aunque es durante ‘Anna’ (la mejor de las inéditas, casi se puede cantar ‘Faith’ de George Michael por encima) cuando Styles se cuelga una bandera de arcoiris en el cuello, imitando a muchas de sus fans presentes, que portan la misma bandera, conscientes de que el de Styles es un espacio seguro para ellas.

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En el concierto de Harry Styles, el rock de los 70 y la causa LGBT se dan la mano, y con él, Styles traslada un mensaje importante de inclusión al mainstream. Es en conciertos como el suyo donde puede haber una verdadera normalización de la diversidad sexual, y aunque no está claro que ‘Medicine’ sea realmente un himno bi o puro “queerbaiting”, el resultado final es el que importa, y es que los fans de Styles se sientan mucho más aceptados e integrados. Puede que el concierto de Harry Styles careciera de espontaneidad, pero fue mucho más que correcto, y eso es gracias a las canciones y a lo que buscó representar Styles con ellas y con un show inclusivo que pretende mostrar el “signo de los tiempos” y apuntar hacia “una dirección”… la del progreso. No es ninguna tontería.

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