Fernando Alfaro: «En directo no estás tanto tú solo con tus fantasmas del armario como en el estudio»

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Fernando Alfaro: «En directo no estás tanto tú solo con tus fantasmas del armario como en el estudio»

Una entrevista con Fernando Alfaro es algo irrechazable, por más que se nos emplace en un bar-cafetería de la parte alta de la Diagonal barcelonesa, algo ruidoso por el horario –en torno a las 19:00h– de un miércoles en el que se percibe cierta agitación entre la gente por un Barça que se juega el pase a la siguiente fase de la Champions League. El hombre que lleva la voz cantante en Surfin’ Bichos, Chucho y, obviamente, su propio periplo en solitario acumula 30 años de carrera ininterrumpida –en la que ha vivido prácticamente de todo en el plano profesional– cuando acaba de publicar un disco, el muy recomendable ‘Sangre en los surcos‘, que es mucho más que una mera regrabación de viejas canciones y la presentación de algunas nuevas.

Sobre los múltiples vericuetos de este álbum de formato doble, su regreso a una multinacional y sus próximos y especiales conciertos en un formato que denomina «dark folk trío» (el 7 de abril en la Sala Clandestino de Albacete, el 12 de abril en la Sala 0 (Palacio de la Prensa) de Madrid, el 20 de abril en la Sala Wah Wah de Valencia y el 28 de abril en La [2] de Apolo, en Barcelona) hablamos en una larga conversación, impulsada por la falta de presión de ser la última entrevista de promo (o «plomo», como dice que las llama su amigo y batería en Surfin’ Bichos, Carlos Cuevas) del día y sus ganas de desmenuzar, con palpable ilusión, esta nueva obra.

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«[A Universal] Les planteé elegir yo al productor, porque tenía la sensación de que iba a ser un reto a nivel emocional»

Desde hace unos años, entre álbumes, has ido haciendo una serie de conciertos principalmente acústicos y en solitario, adaptando a ese formato canciones de toda tu carrera. ¿Fue ese el germen de ‘Sangre en los surcos’?
Sí. Sí en el sentido en que le dio la idea de este disco a un A&R de Universal, que se llama José Antonio Afonso. Me contactó para proponerme trasladar a disco eso que él me había visto hacer en algunos conciertos. Él pensaba que era necesario. Yo no lo tenía por tal, no lo había pensado nunca. Lo que sí ocurría, en aquel momento, es que yo tenía el plan de, por las canciones que estaba componiendo entonces, y que entre otras son las 4 nuevas aquí incluidas, que mi próximo disco tuviera también ese tratamiento espartano, con pocos elementos, más bien acústico. Así que me pareció adecuado unir las dos ideas, que en el fondo es la misma: un repaso a mi trayectoria, pero mi trayectoria sigue abierta. Tenía sentido incluir temas nuevos. Les planteé esto y también les planteé elegir yo al productor, porque tenía la sensación de que iba a ser un reto a nivel emocional, estar de repente destapando canciones de tanto tiempo atrás. Porque no es lo mismo nunca el entorno de un directo con el del estudio. En el estudio te encuentras más con el punto emocional de las canciones… aunque en directo también pasa a veces. [Risas]

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Es curioso, porque desde fuera puede parecer justo al contrario…
No, no, es así. En directo la sensación que tienes es menos introspectiva, por el simple hecho de que hay gente mirando. No estás tanto tú solo con tus propias sensaciones, o con tus propios… fantasmas del armario. [Risas] Previendo esto pedí trabajar con Paco Loco, en un primer término, que al final fue la mayor parte del disco, dos tercios exactos, y después el resto se ha grabado con Darío Vuelta. Curiosamente, o no tanto, ambos han sido los dos productores de mis dos discos anteriores: el mío en solitario, en el caso de Darío, y el de Chucho, en el caso de Paco.

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«No quería hacer un disco muy pensado, no quería un tracklist racional (…), una colección de «hits». Bueno, «éxitos de aquella manera»»

21 canciones pueden parecer muchas, pero estoy seguro de que te habrás vuelto loco en la elección de los temas que están dentro. ¿Cuántas canciones, aproximadamente, manejabas en la selección previa?
Mogollón. Lo que hice fue hacer una especie de briefing, intentando recordar todas las canciones que había venido tocando en acústico en los últimos… ¿14 años? Y claro, me salía una lista de unas 80 canciones. Las retomé, las volvía a refrescar y me di cuenta muy pronto que no quería hacer un disco muy pensado, no quería un tracklist racional. Había tanto donde elegir que no quería que me llevara al terreno de hacer una colección de «hits», aunque sean «hits peculiares». «Éxitos de aquella manera»… [Risas] Y tampoco quería que, necesariamente, estuvieran representados todos los discos.

Bueno, al final ha sido un poco así, ¿no?
Sí, curiosamente ha salido así, pero por cuestiones random. [Risas] No quería decisiones salomónicas, quería algo que tuviera vida. El tratamiento fue el mismo que cuando hago un disco de canciones nuevas, que tuviera ese movimiento, ese discurso. Yo aún soy muy de álbumes. Entonces fui con una lista de canciones para grabar, todas las que había recordado, y fui al estudio un poco a lo loco. La canción que me pedía el cuerpo tocar en ese momento, la grabábamos. Además, como Paco Loco está encantado si no le mandas demos previas… [Risas] Yo no quería que ni él ni Darío escucharan las versiones originales [Nde: de cara a la grabación, se entiende], que no estuvieran mediatizados por eso. Para que no fuera este movimiento de hacer nuevas versiones y cambiar las canciones por la cara, sino que tuviera sentido una nueva visión de las mismas.

Decías que no querías que estuvieran necesariamente representados todos los discos… Repasando, diría que ‘Los años luz’ de Chucho es el único disco tuyo, si no me equivoco, que no está representado. ¿Por qué?
Es que es demasiado nuevo. Algunas de sus canciones sí las he tocado mucho en acústico últimamente: ‘Un inmenso placer’, ‘Oso bipolar’, ‘Flores en el estiércol’, ‘Viva Peret’, ‘Cosas hermosas’… Podían haber entrado perfectamente, pero era tan reciente… Fíjate que la parte de Paco Loco de este disco la grabamos en agosto de 2016, y el disco de Chucho lo grabamos en… diciembre de 2015 y enero de 2016. ¡No había pasado ni un año!

«[‘Sangre en los surcos’, el disco] Tiene pequeños jeroglíficos, pero no tienen mucho sentido, o un sentido que sea posible explicar»

Lo otro que me ha llamado la atención es la cantidad de canciones que has elegido de ‘Fotógrafo del cielo’…
Me di cuenta después, sí. Hay discos sobrerrepresentados, pero no por nada, como te decía. Además, es que tres [Nde: de esas canciones de ‘Fotógrafo del cielo’] están en el mismo orden que en el disco original. ‘Un alud en septiembre’ y ‘Mi refugio’ son, para mí, canciones hermanas, las hermanas de ‘El Resplandor’… [Risas] Siempre las toco juntas y en ese orden. De hecho, en los conciertos de la gira que hacemos en abril he insistido en que vayan también así. Hay ese tipo de curiosidades. Por ejemplo, hay tres canciones que están dedicadas a mi amigo Ricardo, ‘Ricardo ardiendo’, ‘Magic’ y ‘Sangre en los surcos’. Y también van seguidas. Tiene pequeños jeroglíficos, pero no tienen mucho sentido, o un sentido que sea posible explicar.

¿Hacer este disco te ha servido para redescubrir, de alguna manera, algunas canciones tuyas?
Sí, pero esto me pasó cuando empecé a retomarlas para hacerlas en directo. Es volver a enfrentarte a la misma canción, a la letra, sin el cordón de seguridad que supone la grabación estándar original o tocarla con el grupo. Como decía antes, al hacerlo en estudio te fijas mucho más, el hecho de desnudar la canción y ver, ya no solo la letra, sino también cómo funciona la melodía con los acordes… La grabación ha potenciado más ese descubrimiento de cosas en las canciones que o no sabías o las habías olvidado o han aparecido después. Son como pequeñas minas, «minas anti-persona». Ha sido difícil.

Preguntaba esto porque una de mis adaptaciones favoritas de este disco es ‘Gente abollada’, que se adapta de maravilla a ese espíritu «dark country». Al escucharla me impresionó, fue como descubrir la canción de nuevo.
Esta es la que más cambiada está, está bajada un tono, como también hicimos en ‘Mis huesos son para ti’. Aunque en este caso fue más por una cuestión de andar por casa: cuando la grabé originalmente usaba cejilla, y luego dejé de usarla, me daba problemas. Al retomarla para los acústicos la bajé un tono y descubrí que la canción ganaba en profundidad y se acercaba más al sentido original de la canción. Ese mismo proceso es el que sufrió ‘Gente abollada’, pero ya en el estudio. Y fue gracias a Paco… Iba a decir «por culpa», pero no, gracias… [Risas] Él propuso hacerlo así, ralentizar el tempo, dándole esa atmósfera a lo ‘Berlin’ de Lou Reed, también esas guitarras un poco Bowie, y el tono mucho más grave, en varios sentidos. Al dramatismo de la letra también le va bien alejarla del rock original y atraerla más a este rollo… ¿Cómo sería? Crooner-rock…

¿Country?
Crooner-rock-country-suicide. [Risas]

Hombre, un poco por ahí va la nota de prensa del disco, que dice que la inspiración para este disco son las ‘American Recordings’ de Johnny Cash, aunque el sonido de tu disco es menos parco que aquel. ¿En qué sentido te ha inspirado?
Bueno, los primeros de aquella serie de Johnny Cash son más espartanos, pero los siguientes están más instrumentados, y por ahí iba un poco. Fue un poco para entendernos con la compañía y con los productores, explicarles el tipo de disco que queríamos hacer. Que fuera un disco acústico que fuera muy espartano, y buena parte del disco es así, muchas son solo guitarra y voz y están grabadas a pelo, en una toma y palante. El origen de las ‘American Recordings’ era ese, el músico en una habitación con una guitarra. Y bueno, salvando todas las considerables distancias, porque Johnny Cash es un mito absoluto al que no me voy a aproximar en la vida, como referencia estaba bien. Lo que pasa es que luego lo han usado en la nota de prensa y lo tengo que estar aquí defendiendo… [Risas]

Siendo esto así, podríamos decir que Paco Loco ha sido tu propio Rick Rubin, ¿no?
Sí, podríamos decirlo así, que Paco Loco es mi Rick Rubin. [Risas]

«Paco Loco es muy bueno especialmente en eso, en producción musical, en encontrar arreglos insospechados que nunca hubieras imaginado»

¿Y cómo afrontaste esas sesiones con él? Porque ya me has dicho que no querías que tuviera ideas preconcebidas. Pero tú, ¿llegabas ya con alguna premisa?
Bueno, hay que tener en cuenta que los arreglos de las versiones originales ya los hacía yo, entonces, si era yo el que hacía los arreglos, sería inevitable que volvieran un poco a aquellas versiones, y era justo lo que no quería. Y Paco, Darío también, pero Paco es muy bueno especialmente en eso, en producción musical, encontrar arreglos insospechados que nunca hubieras imaginado. Es su mayor virtud. Porque además entra muy bien en el mood emocional, valga la redundancia, potencia los picos emocionales, que a veces es hacer lo contrario de lo que en teoría debería ser.

Por ejemplo, ‘Sangre en los surcos’. Tiene ese aire a lo Leonard Cohen, digamos, por la guitarra española, que fue una decisión que probamos también en ese momento en el estudio. Luego él metió esa batería a lo Velvet, o un poco Sparklehorse, más bien, con el pandero, el bajo, y adquirió un tono grave, “coheniano”. Pero de repente, se mete en sus almacenes y saca un cacharro súper raro, una cosa así con cuerdas en horizontal, algunas de ellas rotas, que se tocaba con un palo. “¿Qué cojones es esto?”, le dije. “Esto es un tremoloa y este instrumento me hace llorar cada vez que lo toco” [Risas]. Y son esos sonidos raros [Nde: los imita con onomatopeyas] que suenan en la canción. Me quedé de piedra, pero ya he aprendido a confiar en él. Y cuando oí la mezcla final pensé que justo ese contraste, ese sacarla de contexto, hace más emocionante la canción. Por eso es por lo que confiaba en él para este disco, me he dejado llevar mucho más que en otro.

En algún caso, si te dieran a elegir, ¿te quedarías más con este formato que con las grabaciones orginales?
Sí, en bastantes, pero no me preguntes cuáles. [Risas]

¿Pero es por las producciones, que puede que no hayan envejecido tan bien como las canciones?
Pero es que me pasa también con canciones recientes. No porque estén mejor, sino porque tienen un feeling diferente que, por lo menos en este momento, me parece más fiel a lo que la canción es. A lo mejor, gustándome la versión original, prefiero esta.

No sé si es solo mi caso, supongo que porque ya conocía bastante bien el resto, pero mis favoritas son los inéditos…
Eso es bueno. [Risas]

Ya me has explicado un poco antes, pero ¿cuándo surgieron estas cuatro canciones y por qué creíste que encajaban aquí?
Es un poco como todo, o todo lo que a mí me pasa: es un cúmulo de casualidades, accidentes y cosas que van creciendo, como si fuera un jardín botánico en el que unas cosas crecen muy rápido y otras no. El proceso de hacer una canción puede ser rápido o durar años. Entonces, como te decía, cuando Universal me propuso esto y yo ya andaba con una idea similar en la cabeza, yo tenía estas canciones a medio construir. En todo ese proceso de conversaciones con la compañía yo fui construyendo y terminando canciones. Por ejemplo, apareció ‘Sangre en los surcos’. Por supuesto es un guiño a ‘Blood On The Tracks’, aunque también es una frase de ‘La Marsellesa’, que dice algo así como «marchemos, marchemos, reguemos con su sangre impía nuestros surcos», algo así.

Aunque aquellos eran otros surcos…
Es que va un poco de todo. La historia original es la historia de las huellas, que incluso ha dado lugar a la idea de la portada. Es un hecho de la vida real, que me pasó. Mi amigo Ricardo [Nde: el mismo de ‘Ricardo ardiendo’], cuando nos juntábamos en mi casa a hacer maldades, cogía mis discos y los dejaba por ahí tirados, no los metía en la funda nunca, los cogía con las manos sucias… Él murió en el año 1994. 20 años después cogí un disco de Killing Joke, ‘Revelations’, y al sacarlo encontré sus huellas –solo podían ser de él, yo era mucho más cuidadoso– aún impresas en el vinilo. Ese hecho me dio la idea para la canción y también para el disco, ya que estamos recordando todo lo que… nos ha pasado.

«[El consumo de heroína] era muy habitual. (…) Parece que solo consumía gente muy marginal, pero qué va, hasta los pijos se chutaban»

‘Dominó’ es una canción que, dices, evoca la etapa de ‘Hermanos carnales’…
En cuanto a ‘Dominó‘, el planteamiento es algo parecido al de ‘Sangre en los surcos’, aunque diferente. La hice porque, cuando el año pasado rescatamos ‘Hermanos carnales‘ y a dar tumbos por ahí con él, los de Rockdelux me pidieron un artículo sobre la gestación del disco. Eso me hizo recordar por qué yo había querido hacer un disco de esas características que, por cierto, tiene cierto paralelismo con este, que originalmente estaba concebido como un disco doble; y como en este, la premisa era vaciarme, no dejar nada en el tintero. Y entonces yo quería hacer un disco así porque creía que me iba a morir, porque en aquellos momentos era cuando el sida estaba… A mi amigo Ricardo se lo llevó al otro barrio el sida. Y a otros, empezaron a caer como moscas, compañeros de conductas peligrosas, yonquis de aquellos años. [El consumo de heroína] era muy habitual. Ahora se habla de eso y parece que solo consumía gente muy marginal, pero qué va, hasta los pijos se chutaban, era todo dios. Era como tomarse unas cañas, brutal. Entonces yo me hice las pruebas y, en aquellos años, tardaban meses los resultados, y encima los míos los perdieron o hubo un error, y me los tuve que hacer otra vez. En fin, que yo estaba convencido de que me iba a morir. Y de ahí sale el inicio de la canción, y del disco: «cuando tenía 26 (años), y creía que me iba a morir…». Entonces yo me ponía en rollo peliculero, y me imaginaba que me iría allí, a pasar mis últimos días, con un bastón, mi perro que me vería morir y me lamería la oreja cuando me encontrara en el suelo muerto… [Risas] Que claro, era un perro, así que se murió él hace mogollón de tiempo.

En cambio ‘Trozos que un día’ suena muy vigente, como una mirada esperanzada desde el presente al futuro.
‘Trozos que un día’ habla del paso del tiempo, de cómo todo está fragmentado. Supongo que es algo que forma parte de la condición humana, pero yo creo que en estos tiempos [lo está] aún más. La cultura, el conocimiento, y nosotros mismos, estamos fragmentados. Siempre tenemos como la intención de darle sentido a todo algún día, que haya un discurso… Yo creo que lo había antes, la gente con un mínimo de cultura tenía una cosmovisión más articulada que la que podamos tener ahora, que somos como puzzles. Nunca hay certezas. Por ejemplo, si hablamos de amor, decir «te querré siempre»… Pues no lo sé. La única certeza es que me voy a morir, eso dice la canción. Y cuando esté muerto, a lo mejor, tendré tiempo de unir todas esas piezas… o no.

¿Y ‘Barbaridades’, ya por redondear el cuarteto de temas nuevos?
‘Barbaridades’ habla de una relación tormentosa en la que la frase clave es «aquí se dijeron barbaridades, y tan sólo estábamos tú y yo».

Vaya bomba, ¿no?
Es una canción de amor y tormentas.

«[El uso de imágenes religiosas] lo hacía como una marca personal, una muesca. Tenía sentido pero a la vez estaba provocando»

Me llama la atención que “el humo”, una figura recurrente en tu poesía, vuelve a aparecer en alguna de estas canciones, creo que en ‘Trozos que un día’. ¿Juegas con esos guiños a antiguas letras o es algo que surge de una manera espontánea y natural?
Yo no me doy cuenta de eso. Me doy cuenta luego. Y me pasa muchas veces, pero no pueden ser obsesiones, porque si así fuera tendría 200.000 obsesiones, y no estaría vivo, estaría muerto. Son historias recurrentes que descubro después. En este asunto, tengo que decir que, a lo largo de los años, sí he jugado con algunas cosas. Por ejemplo con las imágenes religiosas. Yo eso lo potenciaba al máximo, como… [Duda]

¿Una provocación?
Sí, pero lo hacía como una marca personal, una muesca. Tenía sentido pero a la vez estaba provocando. Con los perros también, era como una especie de juego. Pero en muchos otros casos es totalmente inconsciente. Por ejemplo, uno que descubrí el otro día: niños que se caen en pozos. En ‘La vida es extraña y rara‘ hay una canción que se llama ‘Hijo de perra’, que dice «somos como pozos hondos de negra ambición con un niño al fondo que un día se cayó»; y en ‘Saint-Malo‘ [Nde: en ‘La Edad Media’] digo «cuando Javi a la edad de 7 años cayó al interior de un pozo ciego».

Joder, qué fuerte…
Claro, y encima con todo esto que ha pasado… [Nde: en el momento de la entrevista, hacía un par de días que habían encontrado el cuerpo de Gabriel Cruz] [Se detiene un momento, que se hace largo] No sé. Muchas veces la realidad es mágica, en cualquier sentido.

¿Has grabado más canciones?
No. Las he metido todas. Ya sé que me he pasado, pero ya está hecho.

Bueno, aunque no te propusieras hacer un «grandes éxitos» como tal, sí que veo que has hecho un disco que tiene atractivo para tus fans o los que ya te conocen como para gente que no.
Pues me alegro mucho, porque es lo que quería la compañía. Y si ellos están contentos, yo también, porque a lo mejor me dejan grabar más. [Risas]

«[Sobre su vuelta a la etiqueta Virgin] La realidad es mágica. (…) Todo funciona más por entropía que por un plan»

Yo pienso que puede ser una buena manera de empezar a conocer tu obra. De hecho, yo veo ahí el paralelismo con las ‘American Recordings de Johnny Cash, que nos sirvió a muchos para conocerle más.
Ya te digo, eso es lo que quería la gente de la compañía. Y yo les decía «¿seguro? ¡Si es una freakada todo!» [Risas] Pero sí me han llegado comentarios por distintos canales y gente muy distinta que, sin conocer mis discos anteriores, me han dicho algo así. En los acústicos me pasaba: de repente estaba tocando en un pueblo de Extremadura, en la plaza del pueblo, y de repente me vino una pareja de señores muy mayores y decirme «nos ha encantado». O en la Fnac de Madrid, presentando ‘Saint-Malo’ así yo con la guitarra, y venirme una señora y me dice «¿y tú cómo te llamas?». «Fernando Alfaro». «Pues eres muy bueno», me dijo. El formato este acústico se presta un poco a eso, sí.

Tras años de autogestión y sellos más modestos, no solo vuelves a una multinacional sino además a Virgin, que prácticamente no existía. ¿Es una cuestión únicamente de licencias o hay una voluntad de prolongar vuestra relación?
Como te decía antes, la realidad es mágica. [Risas] Porque Virgin desapareció como sello en España y simplemente Universal, a nivel corporativo mundial, se hizo con la marca. Pero no tiene nada que ver con los discos que saqué con Chucho en Virgin. Es pura casualidad, todo funciona más por entropía que por un plan. Lo que pasa es que intentamos convencernos a nosotros mismos de que no es así, pero es todo más casual y caótico.

«[Sobre las discográficas multinacionales] su labor sigue siendo la que siempre fue: sacar discos y que sean buenos»

No deja de ser paradójico, o mágico, como dices, que artistas como tú o, por poner otro ejemplo próximo en escena, Lagartija Nick, hayáis recibido la llamada de un A&R para publicar vuestros nuevos discos, ¿no crees? ¿Crees que la industria mainstream se ha puesto las pilas después de que su estructura se haya tambaleado?
Supongo que sí. No me he planteado un poco sus motivaciones, aunque he pensado en ello. No me voy a escaquear de la pregunta. [Risas] Yo tengo la sensación de que, como se ha reducido tanto el campo que tenían, y la estructura que tenían, que era elefantiásica… Como se han reducido a estructuras manejables y pragmáticas, se han dado cuenta de que no pueden vivir toda la vida de catálogos o productos ultramainstream como los que todos sabemos. Y que su labor sigue siendo la que siempre fue: sacar discos y que sean buenos. Más allá de buscar el beneficio rápido, que evidentemente van a seguir buscando, por encima de eso está su labor como… industria discográfica. Si el mismo término ya lo dice. [Risas] No creo que sea una cuestión de apertura de miras o ganas de arriesgarse, no creo que vaya por ahí… Creo que se han convencido de que esa es su labor, que están para eso, ese es su trabajo. El mío es hacer canciones y el de ellos grabar discos, y que sean buenos discos.

En un par de semanas inicias la gira de presentación, que has llamado como «dark folk trio». Cuéntame de qué va eso…
Pues seremos un trío en el que estaré yo, claro, y me acompañará Eloy Bernal, de Neleonard e Hibernales, que su disco del año pasado me flipa. Y llegado el momento de buscar alguien que me acompañara pensé en él. Es muy bueno, toca de todo: teclados, percusiones, armónica, hace coros… Y el otro chico es Joel García, que toca con Santi Campos, con Midnight Traveller… Es muy buen guitarrista y tiene muy buen gusto. Toca guitarra eléctrica, limpia, con mucha reverb, y también teclado en algunas canciones, un bajo distorsionado, muy agudo, también hace coros. El directo sigue en la onda del disco pero es muy dinámico, vienen y van, me gusta mucho cómo está quedando.

Intentaré ir.
Yo a todo el mundo que me dice «voy a intentar ir» le digo… ¡A ver si no va a haber otra ocasión! [Risas] Es verdad, estas cosas son así. Viene un cambio de rumbo, que cada vez pasa más rápido y… El otro día me di cuenta de que del último disco de Chucho no habían pasado ni dos años. Y el anterior mío en solitario, poco más. Aunque para mí hace siglos.

«Los discos ahora tienen muy poca vida en la percepción de la gente. (…) Es una putada»

Bueno, desde que tú empiezas a gestar un disco hasta que se publica, como decías antes, pueden pasar años.
Los discos ahora tienen muy poca vida en la percepción de la gente. Enseguida parece que se ha quedado atrás. Antes los discos duraban más, se sacaban singles muchos meses después, de una manera más natural.

Es la manera de consumir todo, y también la cultura.
Es una putada, porque en contraste con eso, la gestación y la producción de un disco es mucho más larga. Va demasiado rápido. Es normal que uno, cuando termine un disco, ya empiece a pensar en el siguiente, pero si encima te están empujando a ello… Incluso el mismo entorno profesional de los grupos empuja a moverse rápido, a hacer algo nuevo constantemente. Por eso te digo que, igual el año que viene ya no puedes verme en este formato. Yo espero que dure esta gira, porque me gusta mucho.

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