En 2017 creíamos firmemente que Nimmo, un dúo formado por Sarah Nimmo y Reva Gauntlet, podrían ser uno de los nombres a tener en cuenta en el pop del pasado año, pero… sencillamente se las tragó la tierra. O eso parecía cuando ficharon por Sony y publicaban los bastante espectaculares singles ‘My Only Friend’ y ‘Dancing Makes Us Brave’. De eso hace ya casi 2 años y la cosa ha cambiado mucho.
Para empezar, su aventura multinacional se frustró sin siquiera editar su álbum de debut, según ellas debido a que son unas crontrol-freaks, algo incompatible cuando se trata de un grupo debutante y una multinacional. Por eso, finalmente han quedado liberadas de su contrato y ahora optan por autoeditar su material, que por el momento ya nos ha brindado una gran canción. Se trata de ‘Too Late’, un estupendo single de regreso que, si bien no abandona la tesitura dancepop con querencia soul, entre Years & Years, Shura y La Roux, parece acomodarse en un nicho de necesaria reivindicación: los últimos Everything But The Girl.
Tracey Thorn y Ben Watt, tras años dedicados a la canción pop de inspiración folk, dieron un viraje glorioso en la que a posteriori fue su última etapa como grupo. El precioso y más electrónico ‘Amplified Heart’ (1994) ya contenía una primera versión de ‘Missing’ que, con su remix de Todd Terry, se convirtió en el mayor éxito de su carrera. Pero en 1996 ‘Walking Wounded’ iba un paso más allá y se zambullían en la cultura de clubs británica de fin de siglo, con el jungle, el drum n bass y el UK garage latiendo con furia y emoción.
Por aquel entonces, muy poco después, se conocían en el colegio Sarah y Reva, y compartían su pasión por aquella fascinante escena, pinchando y escribiendo sus primeros versos. Mágicamente, ‘Too Late’ suena como una manera de refrescar aquella propuesta del matrimonio Watt/Thorn, house emocional y con gancho, con cuidadas armonías vocales y arreglos de cuerda y piano, pero más que apto para sonar en clubs a altas horas.
Un tema fantástico que, además, se ha presentado con un clip que huye expresamente de la pirotecnia y el brillo de una superproducción, mostrando a las artistas con una iluminación del todo natural, en primeros planos que muestran sus rostros tal cual son, sin un ápice de maquillaje. Incluso llega a incomodar tal cercanía. Sin embargo, en el último minuto y medio, la irrupción de una bailarina y una nueva iluminación muestra que estábamos ante una decisión estética chocante, no un mero ejercicio de amateurismo.