Jon Hopkins / Singularity

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Jon Hopkins / Singularity

Jon Hopkins se ha hecho un nombre en muchos sentidos, no solo en el mundo de la electrónica, durante los últimos años: ‘Immunity‘, su cuarto álbum, conectó con un público bastante mayoritario, como se pudo ver en el madrileño Mulafest, cuando fue ni más ni menos que lo mejor de aquella noche. También han gustado mucho sus bandas sonoras, especialmente la de ‘Monsters‘ -para algunos una película de culto-, pues a la postre ‘Candles’ de aquel disco ha terminado siendo una de sus canciones más populares. E igualmente Hopkins es conocido por sus colaboraciones con otros artistas, como las muy fructíferas realizadas junto a Brian Eno y Leo Abrahams o King Creosote, y más adelante con Coldplay, con los que trabajó en la canción central de ‘Ghost Stories‘, ‘Midnight’, sin duda una de las producciones más avanzadas de la carrera de los de Chris Martin.

En principio pianista curtido en la Royal College of Music de Londres entre los 12 y los 17 años, dada la influencia que en él ejercieron Ravel y Stravinsky, Hopkins ha sabido enriquecer su carrera como productor de electrónica con el que durante los años clave de su formación fue su instrumento, como ya se vio en pistas del disco anterior, como ‘Abandon Window’. ‘Singularity’ sigue una línea parecida, aunque ahora muchas cosas han cambiado: el piano tiene más protagonismo, pasando a ser el instrumento principal -por momentos único- de varias pistas de este disco, y a su vez el artista ha evitado las estructuras circulares con las que le gustaba trabajar, optando en su lugar por canciones que van a lugares.

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Jon Hopkins indica en una entrevista con Billboard que se siente muy agradecido por tener «el mejor trabajo del mundo», pero está claro que hubo un momento durante la gira de ‘Immunity’ en que, después de 160 conciertos, el asunto se le fue de las manos. Nótese, por ejemplo, que el referido concierto en nuestro país tuvo lugar en 2015, cuando el álbum que presentaba había salido al mercado en 2013. Hopkins decidió dar un paso atrás, interesándose por la meditación trascendental y algunas prácticas alternativas de yoga, para recordar dónde estaba y también para explorar rincones de su mente que desconocía que existían.

El viaje que el artista plantea a lo largo de este disco es apasionante incluso a pesar de los nubarrones que le amenazan en el camino. De hecho, sobre todo revuelve al oyente en los momentos en que adivinamos a Jon Hopkins al borde del precipicio, retratando la inquietud y la sensación de irrealidad que merodeaban por su cabeza por aquel entonces. No cabe duda cuando abre el álbum con el tema titular de que en ese momento Hopkins no se encuentra en ningún lugar feliz, pues pese a la suavidad de un sintetizador que va emergiendo y podríamos vincular con Jarre o Moroder, la deriva de la canción es tremendamente agresiva, pasando de los bosques que nadie pisaría de noche de ‘Twin Peaks’ del arranque a terminar en el peor de los antros a lo ‘Asylum’. Comparando el primer minuto de esta canción con el último, es obvio que la composición sí ha cambiado de sitio, y lo mismo va sucediendo con el tracklist completo de ‘Singularity’, ideado para escuchar como un todo.

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A continuación de esta primera pista, ‘Emerald Rush’ arranca con un suave piano que tratará de ir abriéndose camino a lo largo de toda la secuencia. Pero pronto en este otro single, que ha dado la vuelta y oculta a la misma voz sueca que cantaba en ‘Collider’, termina por imponerse la sensación de opresión y locura, como sucede en la parte central de los 10 minutos que dura otra de las pistas fundamentales, ‘Everything Connected’. Esta canción lleva, eso sí, a uno de los claros remansos del álbum, ‘Feel First Life’, que Hopkins ha grabado con un celestial coro de 15 voces formado por 8 chicos y 7 chicas.

Otra de las canciones destacadas de ‘Singularity’ es ‘Luminous Beings’, en la que los sonidos parecen emular una especie de tren o una olla a presión a punto de explotar, dando después paso a partes mucho más preciosistas en reconciliación con la pista anterior ‘Echo Dissolve’, otro de los temas a piano, y con la siguiente, ‘Recovery’, que termina el álbum también con este instrumento, y con un título que no puede ser más revelador. En muchos sentidos, ‘Singularity’, en su desarrollo, es una búsqueda de la «recuperación» de uno mismo, del yo «singular» y propio, tras largos pasajes de techno oscuro e industrial. Por este motivo, por esa búsqueda, las canciones a piano no disponen tanto de una melodía que funcione por cuenta propia como funcionan como un lugar de destino al que dirigirnos en paz. La misma paz que trata de aportar la pista ‘C O S M’, con influencia de la electrónica de DNTEL, o las animaciones subidas por Hopkins al disco en la APP de Spotify.

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Son muchos los puntos, como sucede en la pista 3 ‘Neon Pattern Drum’, en que las bases suenan deliberadamente cortadas, como si Jon Hopkins fuese buscando a través de ellas un despertar que va asomándose a veces en estos 62 minutos, pero que sólo termina de suceder al final, el término de la pesadilla tras varias luchas por alcanzar ese amanecer. Estamos, claramente, ante un álbum con historia que además no se ha querido mantener oculto para una élite de iluminados. Hay una serie de «radio edits» conformando una especie de «CD2» en la edición digital que no se dirigen a la «radio», pues nadie va a pinchar esto aparte de Siglo XXI y Annie Mac, sino al mundo: cualquiera puede disfrutar de este disco como ha sucedido en otros momentos de la historia con la música de Wim Mertens o Michael Nyman. Hay un carácter inequívocamente cinético en esta música y… ¿no es la banda sonora uno de los géneros favoritos del público generalista?

Calificación: 8,5/10
Lo mejor: ‘Singularity’, ‘Emerald Rush’, ‘Everything Connected’, ‘Luminous Beings’
Te gustará si te gusta: Four Tet, Caribou, Fuck Buttons, The Field
Escúchalo: Spotify

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